Un educador soñador y de los sueños hacedor
Todo Educador popular y comunitario; debe crear las condiciones en su salón de clases, y construir con sus estudiantes; los fundamentos y bases, que les permitan comprender sus realidades contextuales e iniciar juntos, el largo y a veces, penoso camino, de la transformación; hasta conseguir mejorar las condiciones y ver cristalizado el progreso de la población.
En la actualidad, en el marco de la Nueva Escuela Mexicana; no es concebible educar sin soñar: en una Patria justa y soberana; y mucho menos sin la responsabilidad y el imperativo ético, de dichos sueños, realizar.
Todo Educador debe mantener su corazón con las ventanas abiertas y por supuesto, su conciencia despierta y alerta; a ningún compañero, madre o padre de familia y mucho menos a sus alumnos, puede atreverse alguna vez, a cerrarles la puerta.
Debe estar convencido que su noble labor educativa, trasciendo e incide en la transformación social; debe verla reflejada en la defensa y conquista del respeto de los derechos humanos; si la máxima moral mandata, para evitar el egoísmo: amar a los otros como a nosotros mismos, sus alumnos son sus más cercanos hermanos.
La pobreza y la desigualdad que padecemos son las nefastas consecuencias de la injusticia prevaleciente; no es éticamente posible seguir educando, siendo a la vez, frente a esta cruda realidad, indiferentes o complacientes.
Frente al estado de conformismo y fatalidad; nuestra prioridad es educar para que las conciencias de su letargo logren despertar, e inicien la gloriosa aventura de su libertad.
Habrá que equipar emocional, intelectual e ideológicamente a nuestros alumnos para que abandonen la falsa creencia y la infundada esperanza de la llegada de un salvador; deben saber que la primera responsabilidad de un Ser Humano es lograr su liberación, a través de los frutos de su diaria, responsable y fecunda labor.
Se ha vuelto inaplazable la lucha frontal contra la ignorancia; y no sólo aquella que se refiere a la falta de conocimientos básicos y elementales para garantizar nuestra subsistencia; sino también a la ignorancia de saber quiénes somos y nuestra trascendente misión que le corresponde desarrollar a nuestra terrenal existencia.
Los educadores populares cuentan con todo el potencial para sus entornos contextuales transformar; lo hacen cada día; con entusiasmo y alegría, el único riesgo, es que sus jornadas extenuantes los hagan caer en la rutina y sus fuerzas empiecen a menguar.
Les recuerdo que Educar es un arte; una manifestación espiritual; una oportunidad maravillosa de ejercitar la individualidad y la originalidad; una manera sublime de ser puente entre sus alumnos y la divinidad.
A los educadores les corresponde diseñar estrategias que permitan enfrentar los cambios permanentes que se operan en la sociedad, la cultura y la tecnología; deben saber anticiparse al porvenir y canalizar su visión y sensibilidad, para estar cada mañana preparados al acontecer de cada nuevo día.
Para disminuir la cotidiana incertidumbre; vale la pena no esperar sentados al futuro, sino crearlo; es imprescindible desde la educación, legitimar un nuevo contrato social, que permita la colectiva felicidad; unos mínimos culturales comunes que sanen, dignifiquen y vuelvan más amorosa a la humanidad.
Las reacciones de todo animal están programadas y reguladas por sus instintos salvajes y primitivos; al Ser Humano no le son suficientes sus instintos; necesita los propósitos y fines de su actuación, y de su esclarecimiento se encarga la educación.
Sólo los Seres Humanos desarrollan el don de concebir la calidad ética y estética de sus acciones; es parte de su individual e infinita belleza y grandeza; y son los infantes y adolescentes quienes cuentan con la edad y apertura para reconocer valores con sensibilidad e inteligencia y ejercitarlos con singular generosidad y nobleza.
Nuestra forma de enseñar, pero sobre todo de actuar; quedan internalizadas en nuestros alumnos; porque tienen mucha más carga significativa, que todo lo que pudiéramos con palabras explicar.
Si la Nueva Escuela Mexicana tiene como imperativo transformar el Yo, Tú, Él, en Nosotros; es conveniente recordar y reforzar el compromiso y responsabilidad de la enseñanza: la intervención profesional de intervenir en la calidad de vida de los otros.
En lugar de señalar defectos o magnificar involuntarios errores; aceptémonos y alentémonos los unos a los otros, para caminar juntos y compartir nuestros logros y legítimos honores.
*IR