UAEM, la crisis permanente
La Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) enfrenta una crisis financiera acentuada desde hace varios años que, poco a poco, ha minado su productividad y eficiencia académica, cuyo impacto se refleja también en la sociedad. Hace por lo menos una década que el alma mater acusa las deficientes administraciones de sus autoridades, que han sido incapaces de cumplir con su responsabilidad en dos sentidos: en implementar una política que atraiga recursos propios y de fuentes alternas de financiamiento, y en el manejo adecuado, probo y transparente de lo que a cuenta gotas se le otorga oficialmente desde los gobiernos como presupuesto.
En ese sentido, la UAEM depende y se encuentra a expensas de lo que se le otorgue y con ello no alcanza a cubrir sus necesidades de recursos. Hoy producto de las malas administraciones que incluso llevaron a su ex rector Alejandro Vera a enfrentar consecuencias penales ante presuntos actos de corrupción, la institución académica navega por aguas turbulentas debido a la descomposición interna y la efectuación directa a las relaciones laborales entre la rectoría y sus trabajadores sindicalizados, y como consecuencia hoy los administrativos están en huelga y pronto también, de continuar la impericia de Gustavo Urquiza, los académicos se sumarían.
Y es que el rector denota escaso interés y no pareció preocupado ante el amago de los trabajadores previo a la colocación de las banderas rojinegras la semana pasada, y no se le ve hoy mucha prisa por negociar con el sindicato un pronto arreglo. La revisión contractual de los empleados administrativos es un tema que si bien tiene por delante la exigencia de un incremento salarial y en prestaciones, en el fondo pone de relieve una vez más las debilidad del rector para establecer una política laboral consecuente con la problemática financieras que enfrenta su administración, de hecho, este conflicto deja en claro que el Dr. Urquiza no ha sido capaz de conciliar intereses entre la comunidad universitaria y pese a contar con operadores políticos que le han hecho el quite, esta estrategia parece hoy agotada.
Si, es cierto, la mala administración que dejó Vera Jiménez condenó a la actual administración a ser condicionada y vigilado cada peso que se le otorga, pero también es cierto que, en ese sentido, poco ha hecho la actual rectoría por convencer a los gobiernos de que es posible retomar una sana administración de los dineros en la institución, pero, sobre todo, de que la UAEM no puede seguir siendo sólo dependiente del presupuesto oficial.
Como en otros tiempos ya lo hizo, la universidad puede mejorar sustancialmente sus finanzas; basta echar una mirada a los tiempos del rector Alejandro Montalvo Pérez (1988-1994) quien en materia de recursos consolidó un estado de bonanza en la UAEM, a grado tal que se dio el lujo de hacerle préstamos millonarios al gobierno del estado que entonces presidía Antonio Rivapalacio López.
Cómo no recordar el quite que la rectoría le hiciera para cubrir el pago del aguinaldo que se extendió a 90 días para los maestros del estado en diciembre del año 1992, cuando la institución académica tenía un superávit producto de recursos obtenidos de diversas fuentes académicas y de investigación, nacionales y del extranjero.
Al margen de los cuestionamientos que se dieron en ese entonces y de las dudas sobre el manejo de los recursos, la UAEM gozaba de un prestigio académico importante y crecía en materia de investigación a pasos grandes, pues facultades como Medicina, Arquitectura y Derecho figuraban dentro de las primeras del país, y la vinculación de la institución con los sectores productivos del estado era tan útil, que no podía hablarse del desarrollo de la entidad sin el aporte de los universitarios.
Hoy en la universidad se carece de liderazgo y de visión política, y entonces ¿de qué le ha servido contar con rectores destacados académicamente o como investigadores durante los últimos años? La UAEM ha vivido la última década como la peor de su historia y las repercusiones de la crisis permanente que enfrenta no sólo se traduce en el detrimento en su productividad y en el índice de eficiencia académica, sino también es un factor que incide en la crisis de crecimiento que el estado y la sociedad padecen, por lo urge que los universitarios despierten, enfrenten su realidad y realicen su catarsis, veremos…