Cansancio vil
¿Recuerda usted aquella frase del ex procurador del país, Jesús Murillo Karam, cuándo era cuestionado por los reporteros, sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa? Fue algo que se convirtió en icónico, cuando este personaje de plano dijo “ya me canse”. Y así muchos en el servicio público en las áreas de seguridad y procuración de justicia, parecieran cansado, y reclaman a la sociedad, como si los ciudadanos no tuviéramos la necesidad de cansarnos ante el horror que padecemos todos los días en el país.
En Morelos no han dejado de registrarse feminicidios; más de media centena de familia lloran este día por sus hijas, madres, esposas, amigas.
Por eso, hoy el país claramente responde todos los días: ya me cansé. Estoy cansado de la gente que todos los días trabaja esforzadamente, sin importar muchas veces que sacrifique tiempo valioso con su familia, con sus hijos, con su pareja, tenga que andarse escondiendo al salir por la calle; que tenga que enclaustrarse con decenas de métodos de seguridad para proteger su casa; de que no puedan disfrutar plenos, en su tierra, lo que se han ganado con el sudor de su frente y muchas veces incluso a costo de sangre.
Estoy cansado, dice este México con hambre y sed de justicia, de que a todos los que les va bien, producto del trabajo honesto y de verdad, de muchos sacrificios, vivan tras las rejas en sus propios negocios y en sus hogares; de que vivan todo el tiempo con el temor a ser secuestrados o que alguno de sus familiares sufra una desgracia. Cansado de que la gente trabajadora piense dos veces en comprarse un buen auto, una buena casa o vestir bien, porque inmediatamente se vuelven blanco de ladrones, secuestradores, narcotraficantes y hasta de hambrientos políticos.
Estoy cansado y duele que aqui sólo pueden ser ricos los narcos o los políticos; ambas figuras, asociadas a corrupción y violencia, a los abusos y al poder casi absoluto y descabellado; que pone en riesgo a todos los que están a su alrededor. En el camino, en muchos casos, ambas clases sociales, si son nuevas clases sociales, de nuestro país, los narcos y los políticos, conviven y hasta hacen negocios juntos y hasta se confabulan para quitarse de enfrente a todo aquel que se interponga a sus intereses.
El país está cansado de que quienes trabajan de manera honesta y con buenos resultados económicos, tengan que pagar de su bolsillo, además de los cuantiosos impuestos que demanda el gobierno, su seguridad y la de su familia; que tengan que colocar cámaras e incluso sean obligados por las circunstancias a usar armas de fuego, por la zozobra que inunda a todos aquellos que por trabajo y bendición divina les llueven bienes; mientras que de lo que nos quitan a todos vía contribuciones, casi todos los “funcionarios públicos” gocen de elementos de seguridad pública para su cuidado, como si su trabajo fuese realmente honesto. Cansado, de que mientras las autoridades muestran cansancio o desinterés para contrarrestar las graves condiciones de inseguridad que padecemos los mexicanos, pareciera que hoy cualquiera puede arrebatarle la vida a quienes trabajan honestamente. No solamente nos han robado la tranquilidad y la paz, a cientos y miles de familias, les han quitado un padre, una madre, un abuelo, una esposa, un hermano o un amigo.
La nación está cansada de que el fallido sistema de justicia de nuestro país todos los días deje en libertad a quienes roban, matan y destruyen. No me sorprende porque un reino no puede estar dividido contra sí mismo. Están cortados con la misma tijera…
Hoy me despido con un gran cansancio y el dolor profundo en mi corazón, porque arrebataron la vida hombres y mujeres que salieron de su casa, como yo lo hago todos los días, con el único objetivo de trabajar. Me duele y me cansa ver tanta violencia, arraiga profundamente entre nuestra sociedad. Y, me uno a las plegarias que piden fortaleza y resignación para los familiares de aquellos y aquellas a quienes arrebataron su vida de forma violenta.