La reflexión, como antídoto contra la distracción
Nuestra población en general y nuestros estudiantes en especial, están siendo bombardeados y manipulados de manera indiscriminada; con información falsa y distorsionada.
Cuando René Descartes acuñó la frase: “Pienso, luego existo” se refería al ejercicio del pensar, del reflexionar y del cuestionar nuestra realidad; necesitamos meditar de manera profunda sobre la naturaleza de nuestras existencias para transformar esta decadente y enferma sociedad.
Los docentes debemos redoblar el paso para detener la avalancha de confusiones y vanas distracciones; que son enviadas a diario por los diversos medios de difusión masiva, a nuestras nuevas generaciones.
El coctel de productos chatarra, tanto auditivos como visuales; sabotea las actividades mentales; desalienta la creatividad y fomenta la improductiva ociosidad.
Las escuelas son los espacios idóneos para aplicar la disciplina con amor; alentar a realizar proyectos de ensayo y error; y romper con el círculo vicioso, de los medios de difusión, de pretender mostrarnos el mundo, como un campo surrealista, violento y peligroso.
Los docentes conscientes deben convencer a sus alumnos, que, si estamos vivos, es porque la naturaleza, la vida y el universo nos necesitan; por ese singular y excepcional acontecimiento; debiéramos vivir con gratitud, con intensidad e inagotable creatividad y despliegue de talentos.
Habrá que incluir la reflexión y meditación en el nuevo proyecto de educación; sólo limpiando y ventilando nuestro interior, podremos modificar nuestro exterior; examinar con serenidad nuestro estilo de vida; harán a nuestras existencias, menos distraídas; nuestras experiencias y relaciones emocionales conflictivas e ingratas, serán más fraternas y gratas.
Al cultivar una actitud más serena e introspectiva; hará que cambien nuestros prejuicios y le demos una dimensión real y justa a las ajenas expectativas.
No sólo respetaremos y comprenderemos los comportamientos ajenos; sino que estaremos atentos para que sus opiniones, no determinen nuestras emociones o decisiones; el propósito debe ser que toda acción, sea antecedida por la reflexión.
Todos sabemos que las relaciones dañinas de apego y compulsivas; además de no ayudarnos en nuestro sano crecimiento, nos distraen y entretienen al estar enfrascados defendiendo nuestros egos todo el tiempo, como “gatos bocarriba”
Todo docente de manera profesional y terapéuticamente debe guiar a sus alumnos para que aprendan a enfrentar sus miedos a la soledad, al rompimiento de una tóxica relación, que no beneficia al corazón; que no se dejen llevar por la ira o el temor en sus relaciones; que sepan inspirarse en el amor y bondad de sus corazones.
Con toda diligencia, firmeza y ternura; debemos enseñar a tan nobles criaturas; a que aprendan y se hagan cargo de sí mismos; a proporcionarse amor, respeto y seguridad; a buscar y encontrar en su intimidad, la verdadera felicidad.
Confirmarles con nuestro ejemplo, que en la medida en que soltamos nuestras invisibles, mentales y emocionales ataduras; desaparecen nuestras tristezas y amarguras.
A cada instante y a todas horas; los docentes debemos aplicarnos con conciencia crítica, comprometida e histórica; a despertar y desarrollar las conciencias de nuestros estudiantes, convencidos que tienen derecho a disfrutar de nuevas y mejores auroras.
Es una verdad insoslayable que, cuando hay en tu interior luces radiantes; es imposible que cometas actos en tu contra o en detrimento de tus semejantes.
Nuestras interiores conversaciones y narrativas; deben ser alentadoras, fraternas y positivas; nadie ha alcanzado en este plano terrenal la perfección; pero sí podemos aspirar a mejorar, a través de una buena educación.
Va mi exhorto a mis compañeros Maestros para que sigan realizando su tarea pedagógica con amor, conciencia, compromiso y responsabilidad; es la herramienta mejor, para fortalecer, pacificar e iluminar a nuestra sociedad.
*IR