¡Duele hondo la impunidad!
El pasado 27 de abril de este año, la constante en los rostros de cada uno de las y los colegas periodistas era de tristeza, éramos más de 50 con la vista afilada y casi perdida, enmarcada por unos párpados desmoronados, labios secos y derrumbados… reunidos fuera de Palacio de Gobierno, en una atmósfera de consternación, aflicción, sorpresa e incredulidad… en general, con los ojos acuosos y las voces irremediablemente quebradas, porque de la manera más vil y cobarde habían asesinado horas antes a uno de nuestro gremio… ¡no solo era el amigo y el compañero! Ese momento fue la radiografía de una Prensa morelense que en carne viva palpaba en un primer plano, como duele hondo la impunidad.
Detrás de cada comunicador, hay una familia… y Esmeralda, la esposa de Roberto Carlos Figueroa, reportero y productor de contenidos para redes sociales, dejó claro para toda la sociedad y las autoridades el daño colateral… a los presentes nos contagió con esa herida abierta que va a supurar por largo tiempo… ella lo expresó en un mensaje que un compañero periodista leyó:
“Solo me gustaría recalcar que la inseguridad que se vive en el estado nos vulnera en todos los sentidos y, ¡hoy me han arrebatado a mi esposo… y a mis hijos le han quitado a su padre! Ver a mis hijos llorar por su papá, saber de los terribles momentos que vivió mi esposo en sus últimas horas, han generado una impotencia indescriptible en mi Ser. ¡Hace falta un periodista, a mí me hace falta mi esposo y a mis hijos su padre!”, concluyó el mensaje.
¡Como duele hondo la impunidad!
Y es que a Roberto lo secuestran por la mañana del día 26 de abril de este año, luego los malandros por medio del mismo celular del colega extorsionan a su familia, exigen que recaben todo lo que puedan, entreguen el dinero en un insólito paraje del municipio de Huitzilac y después de recoger el botín, aquellos dan pistas falsas para ir al presunto rescate del reportero en otro paraje de esa misma localidad que está al norte de Cuernavaca donde encuentran a nadie.
Horas después, Roberto fue localizado muerto y presentaba un balazo en la cabeza; pero de paso, se filtró la versión de que los asesinos habían dejado a lado del periodista a otra persona. Una presunta persona que para todos era desconocido en ese momento de rumor y se dijo que muy presumiblemente, era otro secuestrado; sin embargo, la Fiscalía General del Estado de Morelos, en su momento desmintió esa falsa versión y confirmó que Roberto Carlos Figueroa, era la única víctima en ese paraje.
A pesar de la aclaración, aun así: ¡Duele hondo la impunidad! porque esa información falsa, es un ejemplo claro de otra constante en estos casos donde hay una mentira y rumores que tan solo confunden a la opinión pública y es pretexto para que las autoridades desvíen sus investigaciones y los agresores, -tanto materiales como intelectuales-, se solacen en la impunidad.
“Periodistas de Morelos y México, condenamos enérgicamente el terrible crimen de nuestro compañero” -dice de inicio el pronunciamiento conjunto de los comunicadores el cual fue leído a las puertas de Palacio de Gobierno, a un lado de los retratos de las personas desaparecidas y víctimas de la delincuencia organizada– “Su crimen representa una muestra más de la terrible violencia que vive Morelos, entidad en la que nadie está seguro”.
“También es una muestra de las condiciones que rondan la ingobernabilidad en un estado en el que ninguna autoridad asume su responsabilidad y en la que más bien, han hecho de la polarización el escudo para escabullirse”.
“A las constantes agresiones que se expresan en amenazas, intimidaciones, ahorcamiento financiero de los medios, criminalización de la función periodística, ahora se suma el asesinato”.
Con una decena de pancartas en mano, periodistas meditan y asimilan el mensaje. En mi interpretación personal, el denominador común es: ¡Duele hondo la impunidad!
Ahí mismo, en el contenido de ese documento, se pidió y exigió, que ningún aspirante oportunista en el contexto de estas riesgosas elecciones, lucre políticamente con este crimen, que se abstengan de protagonismos y confrontaciones con otros poderes, pues lo importante, es resolver el crimen y castigar a los responsables.
En este particular, José Martínez Cruz, titular de la Comisión Independiente de Derechos Humanos en la entidad, estuvo presente y dijo: “Exigir justicia es ir a todos los lugares, no es ir a rendir pleitesía a nadie. Las autoridades están para atender a la gente sus derechos. Que la línea fundamental de investigación sea la labor que llevaba a cabo; que puede o no estar de acuerdo, eso no es el problema, el problema es que hacía una labor de comunicación y él fue asesinado…”.
(¡Queda claro que duele hondo la impunidad!)
Y agregado a este caso, nada más hay que decir sobre el uso de las redes sociales… han sido un coliseo y lienzo blanco para que se plasmen todo tipo de expresiones a favor y en contra de los hechos, aparezcan los improvisados expertos en resolver asuntos de toda índole con sus maravillosas ocurrencias y patológicas especulaciones quienes sin piedad señalan a diestra y siniestra a todas las instituciones y representantes -aunque nada tengan que ver ni sean de Morelos- y además, aprovechan para despresurizar y desprestigiar apasionada y políticamente a todo aquel o aquello que se les pone enfrente o se las debe por asuntos personales y, abiertamente, aprovechan para ventilar sus resentimientos.
Este maremágnum de opiniones y descalificaciones en redes sociales, solo crea más caos y confusión involucrando temas controvertidos de otra índole y produce un mazacote de dimes y diretes, haciendo más grande esta innegable, sistemática, premeditada y direccionada polarización, que como sociedad, actualmente experimentamos y, todo es también una muestra colateral de ¡como duele hondo la impunidad!
El pronunciamiento de la Prensa en Morelos por medio de un documento hecho público, es la exigencia al pronto esclarecimiento del cobarde suceso y se castigue a los actores materiales y a sus muy probables autores intelectuales.
Es en este momento, ese documento, es la insignia al Derecho a la Libertad de Expresión y es además, la voz del repudio por el secuestro y asesinato a nuestro colega Roberto Carlos Figueroa y, tal pronunciamiento, concluye con la firma convencida de un centenar de periodistas en este estado del país donde por este hecho criminal y por otros más que ocurren a diario, ¡nos duele hondo la impunidad!