¿En manos de quiénes estamos?... Pobre de nuestro estado
Circula ya una denuncia pública contra funcionarios cómplices de los diferentes cárteles, el CJNG, Guerreros Unidos, los Rojos y Comando Tlahuica. Toda esa caterva de sicarios, diputados, senadores, gobernadores, presidentes galopan incansablemente en pos del dinero enajenados y esquizoides, voluntariamente enfermos. Esa su gravedad les impide ver el daño que infligen a la sociedad a la que dicen servir y a sí mismos.
Obedientes al sonido de las monedas, babean doblegándose abyectos sin el menor asomo de dignidad. Más todavía, presumen su condición lacayuna. Con elegancia lo describía el Arcipreste de Hita: “Si tuvieres dinero, tendrás consolación/ placer y alegría/ y del Papa, bendición”. El dinero o la vida, continúa esa amenaza. Con dinero baila el perro.
El asesinato de la Diputada a plena luz del día y en una avenida de tráfico permanente en la ciudad, nos debe alertar y comprobar el grado de impunidad con el que actúan estos sicarios cobardes criminales. Independientemente de las causas, es un crimen atroz e injustificable.
Se sienten invulnerables, poderosos, capaces de hacer lo que gusten al grado de indicar a las autoridades lo que deben hacer para proteger sus intereses con el fin de hacerlos partícipes de sus riquezas. Escuchen -con todas mis dispensas- a mi compadrito sacrosanto que se expresa con toda plasticidad: Esos criminales, narcos y sicarios les gritan a las autoridades en su mera carota: ¡A nosotros, nos la pelan!
Carlos Marx describe con maestría al Dinero en sus Manuscritos Económico-Filosóficos de 1847: “El Dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo… la propiedad de apropiarse de todos los objetos, es el objeto por excelencia… es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre”.
Y, citando a Shakespeare en el “Timón de Atenas”: “¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso!… Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente (¡oh dioses! ¿Por qué?) … (…) … este amarillo esclavo va a atar y desatar lazos sagrados, bendecir a los malditos… dar plaza a los ladrones y hacerlos sentarse entre los senadores con títulos, genuflexiones y alabanzas…”. Parece que Shakespeare y el mismo Marx, ya conocían a Fernández de Cevallos, entre otros.
Respondamos pues, ¿quién controla nuestro estado? ¿En manos de quiénes estamos? Veamos con toda objetividad. Si Gobernadores, Jefes de oficina, Secretarios y subsecretarios, Diputados -Mujeres y hombres- presidentes municipales, Senador y Jueces están y son parte de las pandillas de ladrones y criminales, ¿quién protege al pueblo morelense? La ciudadanía tendrá que defender su cotidiana convivencia haciendo alarde de suficientes arrestos y exigiendo respeto a sus derechos y a su propia vida.
Se ha dicho en tono de queja y de pública denuncia que el nuestro es un Estado marginado por la federación. Es visto como un espacio de relleno con el propósito de obtener triunfos electorales y de insertar en esas cúpulas a quienes defiendan intereses muy particulares, simplemente, mezquinos.
Nuestros últimos gobernadores acreditan esta queja, esta insana realidad. Carrillo Olea ensordeció al clamor ciudadano que, de diversas formas, exigía ser escuchado. En su descargo, diríamos que, tal vez, confió demasiado en sus subalternos como Guillermo Malo, Peredo Merlo y Jesús Miyazawa, el policía que tuvo un papel destacado en la guerra sucia contra jóvenes de izquierda combativos y dinámicos. Tan grande era su desvergüenza que se atrevió a pedirme -sí, a mí- que interviniera en su favor para que el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas lo nombrara jefe de la policía en la Cd. de México.
¿Qué diríamos de Estrada Cajigal que no se haya dicho ya? Frívolo y fantoche hizo de su sexenio todo un período de goce y disfrute personales gastando los dineros en helicópteros amorosos y francachelas mamonas y cursis como la que hizo disfrazado de Vampiro, en Casa de Gobierno (¡!) por el Día de Muertos.
¿De Marco Adame? Él mismo y su asesor de asesores que ahora milita (?) en otro partido, no han perdido la vanidad de la que hicieron gala. Periodistas locales que disfrutaron de sus “atenciones”, bien conocieron sus negocios al amparo del poder, bastaría con que hablaran… pero… como decía Don Lauro Ortega: “En Morelos no hay prensa”.
¿Y de Graco, personaje de izquierda revolucionaria, combativo y aguerrido defensor del pueblo? Se hacía el mártir afirmando que había sufrido represión física y que había participado activamente en la lucha estudiantil del 68. Todo mundo supo que su papá se lo llevó a Tabasco a refugiarse con su familia mientras pasaba todo el desmadre díazordacista. Hubo y hay gente que le sigue creyendo. Ni modo: El que por su gusto es buey…
La comunidad morelense informada y crítica exige respuestas. Que respondan los implicados y los cómplices funcionarios ya señalados públicamente incluyendo a los cada vez más descarados jueces venales. Estaremos pendientes, por supuesto. Y alertas.
*IR