Marchan sindicatos, maestros y líderes sociales contra gen0cidi0 en Palestina
La indignación, pero sobre todo la exigencia de que cese el genocidio contra palestinos, ha movido a integrantes de sindicatos, maestros, líderes sociales y defensores de derechos humanos a marchar en Cuernavaca, llamando a la sociedad a no ser indiferente ante el dolor humano.
Mueven a la indignación, a la condena, a la protesta la forma como los líderes, que no el pueblo de Israel, están masacrando mujeres, niños y ancianos, o acorralandolos hacia el mar, sin más alternativas que morir bajo las armas o ahogados.
Mueve también a la solidaridad, porque es la muerte de más de 35 mil personas, alrededor de 70 mil heridos y miles de desplazados. Y es imposible no conmoverse por el dolor humano, para protestar, como en las universidades, para que el resto escuche, considera José Martínez Cruz, presidente de la Comisión Independiente de Derechos Humanos, quien desde la parroquia de El Calvario, junto con otros líderes sociales, como Gabriel Rivas Ríos, así como de sindicatos de maestros, del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, entre otros, marcharon por las calles hasta la Plaza de Armas, ante Palacio de Gobierno.
"Ya todo el mundo ha condenado este genocidio en los organismos internacionales, solo los líderes de Israel y el propio Estados Unidos se niegan a reconocer esta masacre y a un alto al fuego", afirma Martínez Cruz.
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Es la industria armamentista, pero también los fundamentalismos lo que mueve está que, como gritaban en las consignas durante su marcha, no es una guerra, es un genocidio que ya solo esas dos naciones se niegan a frenar.
Las protestas se han extendido por numerosos países, particularmente entre los jóvenes universitarios, que organizan campamentos y levantan la voz, y a cambio en muchas naciones son reprimidos, empezando por Estados Unidos... Reprimidos, evocando las protestas del 68, esa ola libertaria en diversas naciones y que en México también vivimos teñida de sangre.
Es, sí, una marcha para exigir un alto al genocidio, pero también para mover conciencias, sacudirlas de su indiferencia, alertarlas de una realidad que, guardadas las proporciones y circunstancias, ya vivimos en México, en Morelos, con la ola criminal que nos azota y que demanda de todos unidad y compromiso no sólo con quienes padecen por el genocidio que pareciera tan distante y que no lo es, sino también de cara a la realidad de violencia que estamos padeciendo.