Mitos y hechos
EL PARTEAGUAS. Hoy se marca un hito en la historia de nuestro estado con la ascensión de Margarita González Saravia como la primera mujer gobernadora. Este día, que muchos esperábamos con ansias, no solo simboliza un avance en la representación de género en la política, sino que también abre las puertas a una nueva era de liderazgo y esperanza. La jornada de ayer fue un reflejo palpable de la emoción y las expectativas que la ciudadanía tiene depositadas en su gestión. La sonrisa y la alegría de quienes estuvieron presentes en los actos de toma de posesión son un claro indicativo de que el pueblo anhela un cambio. Después de dos décadas de resultados insatisfactorios, la llegada de González Saravia se presenta como una oportunidad para reconstruir la confianza en el gobierno y en las instituciones. Su liderazgo promete un enfoque más humano y cercano en la administración pública, algo que ha sido una demanda constante de la ciudadanía. La historia nos ha enseñado que el verdadero cambio no solo radica en la figura que ocupa el cargo, sino en la capacidad de escuchar, incluir y responder a las necesidades de todos los sectores de la sociedad. Estamos en la antesala de una nueva etapa que, sin duda, requerirá esfuerzo y compromiso tanto por parte de la gobernadora como de su equipo, así como de la misma ciudadanía. La esperanza está en el aire, y con ella, la responsabilidad de construir un futuro mejor. Hoy comienza un capítulo decisivo para el estado, y todos esperamos que Margarita González Saravia esté a la altura del desafío.
ESPERANZA. La presentación de la Guía Ética y Filosófica Para el Buen Vivir de los Morelenses por parte de la gobernadora Margarita González Saravia marca un momento significativo en su administración y, sin duda, establece un rumbo claro para su gestión. En un estado como Morelos, que ha enfrentado problemas históricos y desafíos profundamente arraigados, es fundamental que el liderazgo adopte un enfoque que no solo aborde las necesidades inmediatas, sino que también fomente una visión de desarrollo sostenible y equitativo. La gobernadora enfatizó que, a pesar de los problemas que persisten, Morelos cuenta con una herencia rica y poderosa. Esta afirmación resuena en un contexto donde la historia, la cultura y los recursos del estado pueden y deben ser utilizados como palancas para el progreso. Es un reconocimiento de que, aunque los obstáculos son significativos, también existe un potencial enorme por explorar y aprovechar. La colaboración con académicos e investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) refuerza la idea de que el desarrollo debe estar fundamentado en el conocimiento y la reflexión crítica, lo que es un paso positivo hacia un gobierno más informado y consciente. La propuesta de una guía ética y filosófica es un intento de trascender las políticas tradicionales, buscando un enfoque más humano y centrado en el bienestar de los ciudadanos. Este tipo de iniciativas pueden ser cruciales para establecer un marco de trabajo que priorice la justicia social, la equidad y la inclusión, valores que son esenciales para cualquier administración que aspire a tener un impacto positivo y duradero. Sin embargo, la implementación de esta guía será la verdadera prueba de su efectividad. Las palabras y las intenciones son solo el primer paso; el verdadero desafío radica en traducir esta visión en acciones concretas que resuelvan los problemas que aquejan a la población. Los morelenses están atentos y esperan ver cómo se materializan estas promesas en políticas que realmente mejoren su calidad de vida.
BAJARON LOS DELITOS. Las recientes declaraciones de José Antonio Ortiz Guarneros, al cerrar su gestión al frente de la Comisión Estatal de Seguridad (CES), han generado una ola de críticas y cuestionamientos. Al afirmar que la incidencia delictiva disminuyó en septiembre, el almirante en retiro parece intentar presentar un balance positivo de su tiempo en el cargo. Sin embargo, su análisis omite un aspecto fundamental: la realidad del contexto político y social que rodea esta supuesta baja en los delitos.
Es sorprendente pero Ortiz Guarneros nos provoca pensar que este descenso podría estar relacionado con la salida del ex gobernador Cuauhtémoc Blanco y su círculo cercano, quienes han sido objeto de múltiples señalamientos y críticas por su gestión en materia de seguridad. Si bajaron los delitos es porque es bola de… ya se fueron o ya comenzaron a irse de Morelos. La idea de que la disminución de la actividad delictiva sea consecuencia de un "éxodo" de figuras que han estado en el centro de la controversia y la corrupción plantea interrogantes sobre la eficacia de las estrategias de seguridad implementadas durante su mandato. Además, en todo caso es crucial señalar que la disminución de la incidencia delictiva no siempre refleja una mejora en la seguridad pública. Puede ser el resultado de múltiples factores, incluidos cambios en las dinámicas del crimen organizado y la reconfiguración de grupos delictivos, que no necesariamente implican un avance en la protección de los ciudadanos. Las palabras de Ortiz Guarneros, más que un reconocimiento de logros, parecen ser un intento de deslindarse de las críticas y de la responsabilidad que tuvo durante su gestión. Los ciudadanos merecen un análisis honesto y transparente sobre la seguridad en el estado, así como un compromiso real por parte de las autoridades para abordar los problemas que han afectado a Morelos durante años. En lugar de buscar justificaciones, es hora de que los líderes políticos asuman su responsabilidad y trabajen en soluciones efectivas.
BROTA PUS. El legado del gobierno de Cuauhtémoc Blanco se ve cada vez más empañado por la revelación de una serie de irregularidades que están saliendo a la luz pública. Denuncias sobre desvíos millonarios, compras indebidas y el pago por obras no concluidas son solo algunos de los escándalos que han comenzado a emerger desde que se inició el proceso de revisión y auditoría de las distintas dependencias gubernamentales. Estos hallazgos no solo plantean serias dudas sobre la gestión de Blanco, sino que también ponen en entredicho la transparencia y la rendición de cuentas que deberían ser pilares fundamentales de cualquier administración pública. La magnitud de los desvíos y las irregularidades sugiere un patrón sistémico de mala gestión y, posiblemente, de corrupción que podría haber afectado a la ciudadanía en múltiples niveles. Es alarmante que, en un contexto donde la población ha exigido un gobierno más transparente y eficiente, se sigan descubriendo este tipo de prácticas. La frustración de los ciudadanos no solo se debe a la mala administración de recursos, sino también a la sensación de que sus impuestos han sido malgastados en favor de intereses particulares en lugar del bienestar colectivo. La situación exige una respuesta contundente por parte de las nuevas autoridades y de los organismos de control. Es imperativo que se lleven a cabo investigaciones exhaustivas para esclarecer estos casos y, si es necesario, sancionar a los responsables. Solo así se podrá comenzar a reconstruir la confianza en las instituciones y asegurar que situaciones similares no se repitan en el futuro. A medida que continúan saliendo a la luz estas irregularidades, se hace evidente que el estado de Morelos necesita un cambio profundo en su cultura política y administrativa. Los ciudadanos merecen un gobierno que actúe con integridad y que priorice el interés público por encima de cualquier otro fin. La transparencia y la rendición de cuentas no son solo demandas, son derechos que deben ser garantizados por quienes ocupan cargos de poder.