El problema con las ideologías
La Real Academia de lengua española, define “Ideología” como “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o peona, de un movimiento cultural, religiosos o político”.
Ellas han sido y serán materia de debate, algunos las piensan como un cuadro inmóvil que limita el crecimiento de un movimiento y otros las defienden de manera agresiva. Yo pienso que las ideologías son hoy un problema para la gobernabilidad y el entendimiento social por su ausencia o su exceso.
Quien sea intenso seguidor o creyente de una ideología, ha demostrado en los últimos tiempos, carecer de interés por el diálogo y los consensos, es para ellos todo tan “importante” que moverse solo un centímetro de lo que creen es “correcto”, es inaceptable. Estos grupos (sean de un color o de otro) han convertido el parlamentarismo, la discusión ciudadana y los debates en tribunas de fútbol, ese estas tribunas no existen ciudadanos, solamente apasionados, que se defienden muchas veces sin razón, solamente con emoción y que obstaculizan la creación de acuerdos incluso en el más mínimo de los asuntos.
Por otro lado, nada menos culpables, están aquellas personas que van caminando sin ninguna ideología, pensamiento político, interés social o atención cualquiera a sus alrededores. Y aunque es cierto que hay personas suficientemente ocupadas sobreviviendo como para poner atención al camino andado, mi problema es con los embajadores de la desidia. Porque abandonando el interés hacen un gran hueco para aquellos que sobrados de ideologías vuelven a la política una barra brava.
Actualmente, podemos ser testigos de dos fenómenos provocados por el “Problema con las ideologías”, el debate en torno a los libros de texto que planea utilizar la SEP y la acusación del Ex presidente Trump por su involucramiento en el asalto al Capitolio. Este último es el ejemplo para todo el mundo de una sociedad completamente dividida, llevados por un líder violento a los escenarios más kafkianos (absurdos, agobiantes, paradójicos) como una toma del capitolio americano, guiada por un argumento sin fundamentos.
El Presidente Trump y AMLO comparten muchas cosas, son similares, inclusive estando parados al otro lado de la linea política, y para el caso de este artículo, es oportuno remarcar que ambos comparten una audiencia política casada con sus ideas o totalmente apática a su entorno.
Es nuestro deber como ciudadanos responsables, abogar por la moderación de las ideologías; es decir, trabajar por tener una conciencia social, un punto de vista y algún tipo de crítica imparcial sobre nuestros líderes, pero al mismo tiempo limitarlas al rango, donde estas no se vuelvan impedimentos para escuchar a otros mexicanos.