Regresando a las labores, al ritmo de sonoros tambores
Lo primero que tenemos que sentir y pensar, al reanudar nuestra colectiva y noble labor; es que quien nos inspira y guía, es el Amor; porque está comprobado que, si dos o más se congregan en su nombre, generan tanta luz, que su resplandor, aleja las tinieblas y hace desaparecer todo temor.
El verdadero responsable de las heridas en la espalda o la muerte de la víctima; nunca lo fue el látigo o la bala mortal; ni siquiera las manos ensangrentadas y encargadas de tarea tan ingrata y fatal; sino la mente enferma y el corazón envenenado, por la ponzoña del mal.
Por lo anterior, nos conviene despertar y desarrollar a temprana edad la conciencia; sólo actuando inspirados en el Amor, el respeto y la benevolencia, podremos ir poco a poco, disminuyendo la nefasta violencia.
Una de las universales verdades, es que todo Ser vivo, está destinado a experimentar diversidad de dificultades; pero es indispensable que nuestros alumnos sepan que, para enfrentarlas y trascenderlas, todos estamos dotados de suficientes e infinitas potencialidades.
Dentro de nuestro interior están en permanente fricción lo malo y lo bueno; conviene no permitir que se derrame el veneno del desenfreno.
El excesivo estrés perjudica, distorsiona y empaña el buen funcionamiento de las emociones y la razón; de manera lamentable algunos aplican el freno cuando su acelerada existencia sufre una colisión.
Los antropólogos y sociólogos ya habían pronosticado estos eventos de conflictividad; en la medida que nos multiplicamos, padecemos de pandemias, de violencia, desempleo, desnutrición y permitimos que en la repartición de la riqueza muchos padezcan de lacerante inequidad; el resultado de todo este deterioro enferma y hace que involucione la humanidad.
El antaño armonioso, libre y entusiasta vivir; se convierte en un penoso rosario de deberes por cumplir; aunque los distractores chatarra aparezcan por doquier y a raudales; no logran satisfacer las necesidades espirituales; y sólo nos queda seguir transitando y rumiando nuestras míseras existencias, cual analfabetas emocionales.
Los abuelos oportunamente nos advertían, que todo aquel que el odio y el mal esparza; cosechará irremediablemente, espinas y zarzas.
Nuestra cotidiana prisa y mental compulsión; a veces nos impide escuchar y atender las necesidades y gritos de auxilio del corazón; por ello las vacaciones eran indispensables; por fortuna contamos con un sistema interno infalible de energía recargable.
Después del taller intensivo de la presente semana; que favorecerá la práctica educativa de la Nueva Escuela Mexicana; quiero imaginar, que el próximo lunes nueve de enero, los corazones volverán a palpitar al rendir a nuestro Lábaro Patrio los honores; cuando la corneta de órdenes, haga resonar las trompetas y redoblar los tambores.
Soy un convencido que cuando a una reunión de trabajo, una clase o asamblea con los padres de familia, nos convoque el deseo genuino de prestar un mejor servicio a los demás; y no la ambición al dinero o al poder; estaremos trabajando para recuperar el respeto, la sana convivencia y la paz; y por supuesto, dignificando el cumplimiento de nuestro cívico y patriótico deber.
Hay mucho por hacer: procurar y luchar siempre en suprimir en las mayorías sus precarias condiciones; que los tienen atados a sus más elementales necesidades y en ocasiones a indignantes subordinaciones.
Actuar con conciencia y en comunidad; es solidarizarnos con la humanidad, para que recuperemos juntos la libertad e igualdad.
Persistir en la cultura del individualismo y egoísmo extremos; da como resultado que los ricos y pobres nos confrontemos; y en lugar de vernos con fraternidad; se fortalezca en nosotros el sentimiento de la rivalidad.
Sólo dolor y miseria reproduce la cultura autoritaria y fundamentalista; debemos abandonar esa práctica nefasta, herencia de una política retrógrada y esclavista.
Tanto lo individual como lo social del Ser Humano, están permanentemente vinculados; todos estamos construyéndonos a través de la historia y la cultura de las cuales formamos parte; siempre nos irá mejor cuando de lo positivo se comparte; nada de lo humano nos es ajeno; nos conviene a todos aprender a convivir y trascender juntos nuestros rasgos malos y buenos.
Al despedirme confío: que vuestras existencias en este 2023, estén saturadas de retos y desafíos.
*IR