Ensayo Sobre La Democracia
Camino las calles, escucho las canciones, veo las fotografías, visitó los museos y repaso una y otra vez la historia. En México, caminan en la misma banqueta dos mundos diferentes, se divide el país en dos patrias distintas y se divide la gente siempre en opciones binarias de la Política, en los ires y venires de nuestra historia, sólo puedo decir que hoy nos encontramos con la cabeza en alto y gran folklore, porque el rebozo que cubre las madres, el tapete sobre el que se acuestan los hombres y las hamacas en las que nos acostamos todos a ver el cielo nacional, están tejidas con hilos de lucha.
Yo nací y crecí en los tiempos en los que Obama era Presidente, durante toda esa época, entendía como acuerdos generales: la Democracia, asimilaba que las dictaduras son malas y que la opresión es incorrecta. Viví mi adolescencia durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, lo que me hizo entender también, como entendido general, que al Poder se le critica, no se le aplaude.
Mi adolescencia política, ha sido la confusión de intentar entender y comprender, que lo que yo pensaba que eran principios generales que regían a todos hacia una misma meta, no lo eran realmente. Las dictaduras no sólo se sostienen por el miedo que infunden los dictadores a la gente a través de la fuerza, sino que se expanden como un cáncer, a través de la demagogia, las doctrinas y los extraños traidores que con voz alta y una actitud bravucona, piensan que no solo defienden a un dictador, sino a un demócrata o a un patriota. También he entendido, que la represión, no es castigada por el común de la población, sino que muchas veces, es requerida y pedida por la misma ciudadanía que prefiere que el orden y el cambio, lleguen a la adultez, con un Presidente, al que únicamente hay que aplaudirle y no se le critica.
Me he enfrentado también a la peligrosa corriente de intelectuales (o así se dicen ellos) que critican que el voto de una persona preparada valga lo mismo que el voto de alguien que vive en la calle; todo este diálogo, además de parecerme uno muy clasista, me muestra que la Democracia en México y en el mundo ha tomado un carácter apasionante, igual que un partido de fútbol. No se piensa en un objetivo común, al cual se tenga que llegar, sino, se piensa que, se está en un estadio, en donde dos equipos se enfrentan y solamente uno de ellos, puede salir victorioso. No existen los consensos, los puntos medios, ni los acuerdos, sólo existen los triunfos y las derrotas.
Lo mismo pienso de las marchas que vimos el día domingo, tanto aquella de jóvenes que con una visión muy particular del mundo, marchó desde el Ángel de la Independencia al Senado de la República, y aquella otra concentración, en donde miles de personas fueron al Zócalo para apoyar al Presidente López Obrador, en su último informe de gobierno. Tuve la oportunidad de asistir a los dos eventos, para observar la dinámica política de ellos. Pude darme cuenta que hoy es inútil pensar en que alguno de ellos le gane al otro. Los dos mundos o varios mundos que conviven en un mismo espacio dentro de este país, no podrán convencer ni transformar al otro mundo. por lo que el acto verdaderamente heroico e histórico, sería encontrar los consensos entre ambos grupos.
Yo, me considero un demócrata. Aquel que piensa que la Democracia se hace todos los días, participando, criticando y más importante: proponiendo. Pues poco importa la más elaborada crítica escrita en las más importantes páginas del país, frente a la más pequeña y honesta acción. Por eso creo, que el trabajo de la nueva política mexicana, debe ver a todos los mexicanos como grandes participantes potenciales, y pensar que el objetivo, no es llevar a todo el mundo a una misma corriente, si no encontrar puntos medios, para poder fluir.