Somos o no somos
Sin importar a que región del mundo nos refiramos, es muy común poder encontrarse con grupos sociales que se manejan bajo una doble moral, es decir: defienden cosas que a su conveniencia son correctas, pero por otro lado son firmes críticos y retractores de lo que a su perspectiva no es lo correcto.
Y sí, es algo casi natural de ser humano conducirse de esa manera, sin embargo, lo peligroso de ello radica cuando nuestra opinión o creencia se convierte en acción.
Un ejemplo muy claro de lo que menciono, lo podemos encontrar en temas como la legalización y regularización del aborto, en donde encontramos dos grupos claramente definidos respecto a su visión del tema; por un lado, están las personas proaborto, quienes como su nombre lo dice se pronuncian en favor de la regularización de la interrupción legal del embarazo (ILE) apoyando así desde lo legal, hasta lo moral la decisión de las mujeres; esto bajo distintos argumentos científicos, legales, y salubres.
La mayor parte de las personas que nos autonombramos pro aborto somos en su mayoría mujeres, puesto que la decisión de la interrupción de un embarazo recae en nosotras al ser la persona gestante.
De lado contrario a estos, podemos identificar a quienes se denominan como pro vidas quienes bajo argumentos morales, políticos y religiosos afirman defender “el derecho a la vida” desde el momento de la concepción, criminalizando así a las mujeres que deciden practicarse una ILE, sin importar las razones que hubiesen llevado a esta a realizar dicha práctica.
Contrario al grupo proaborto, el grupo denominado pro vidas esta conformado de manera mixta, pero de acuerdo con las estadísticas, un número importante de este grupo corresponde al sector masculino, es decir, los no gestantes.
Si bien, en otros espacios hemos hablado con mayor detenimiento respecto al aborto, hoy en lo que quiero centrarme es precisamente en la doble moral de la que le hablaba al inicio. Déjeme le explico el por qué.
Resulta que el pasado fin de semana, como consecuencia de la resolución dada a finales del 2023 por la Suprema Corte de Justicia en la que se revocó la suspensión de las corridas de toros en nuestro país; la afamada Plaza México, reaperturó sus puertas con bombo y platillo, poniendo en cartelera la controvertida práctica de la tauromaquia (tema del que después hablaremos).
Quienes se reconocen como fanáticos de dicha práctica asistieron gustoso a dicho evento, y como es costumbre de inmediato presumieron en redes sociales su asistencia al evento. Y probablemente usted se reirá conmigo, cuando le cuente que un alto número de los asistentes resulta ser son de los mayores líderes “provida” en distintos estados del país.
Y el chiste no para ahí, resulta que muchos de estos, hasta líderes religiosos son, sí, de esos que afirman que las mujeres que abortan merecen el infierno. ¡ojo! Con esto no busco ni criticar, ni criminalizar los gustos de las personas, al fin y al cabo, en gustos se rompen géneros.
Pero no me venga usted a decir que es muy coherente, criminalizar a las mujeres que por diversas circunstancias abortan, afirmando que defiende la vida de quien no se puede expresar (ellos le dicen bebé, la ciencia cigoto) mientras que para ti es “un deporte de tradición” y una práctica hasta excitante ver como agreden y matan a animales que al igual que la célula que tu defiendes, no pueden expresarse.
¡TANTITA COHERENCIA!
La invitación entonces es dejar de buscar dictar “la forma correcta” de vivir de los otros, si la tuya no es el mejor ejemplo, ya lo dice el dicho: para tener la lengua larga, hay que tener la cola muy corta.
FB. Xóchitl Azpiazu Twitter. @xoch_azpiazu