Por una autentica perspectiva de genero universitaria
Las universidades no son más que el reflejo de las sociedades en que vivimos. Las mismas dinámicas que se presentan en la sociedad las vivimos al interior de las instituciones de educación superior.
En esta semana que acaba de terminar, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, ha dado inicio formal, a su proceso de renovación de rectoría. Sin duda alguna, en el marco de lo electoral que vive el País y el Estado, resulta significativo, un proceso de cambio de rectoría tanto en lo local como en la Universidad Nacional Autónoma de México.
A través del boletín de prensa No. 2975 de fecha 3 de junio de 2019, la UAEM dio inicio a las actividades de la Unidad de Atención de Víctimas de Violencia, la cual desde hace 4 años ha sido la encargada de atender las quejas que se presenten por violencia de género, acoso laboral y escolar.
Sin embargo, durante el mes de mayo de este año, estudiantas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), nuevamente colocaron “tendederos” por el aumento de denuncias por abuso y hostigamiento sexual, esto por parte de maestros y alumnos.
Nuestra Máxima casa de estudios Morelense, ha creado diversas normativas, todas ellas desde la prevención del acoso y hostigamiento sexual.
Pocos han sido los resultados de dicha postura, pues permea dentro de la UAEM casos laméntales de impunidad, donde las denuncias poco ayudan a erradicar las violencias. Llama la atención las condiciones precarias en las que se da la denuncia, que exponen y revictimizan a quienes se atreven a hacerlo, al tiempo que se evidencia la falta de respuestas de las autoridades institucionales.
Se advierte que la UAEM no tiene definida la manera en que tiene que actuar cuando se presenta una situación de acoso y hostigamiento sexual, y ha estado más centrada en prevenir y minimizar los hechos que en tomar medidas que realmente reduzcan la problemática.
Igual de grave es cuando los servidores públicos de la UAEM ejercen violencia, cuando no asumen la responsabilidad del servicio que tienen encomendado; cuando no proporcionan un trato digno a las personas y cuando omiten brindar protección a la integridad física, psíquica y social de las mujeres.
Un último aspecto importante es mejorar la accesibilidad a la información sobre los procedimientos a seguir en caso de que se presente alguna forma de violencia de género.
En la UAEM las denuncias se ven como una exageración, como una reacción desmesurada por parte de algunas mujeres.
En muchas ocasiones las víctimas tienen que ponerlas ante autoridades o instancias cercanas a los presuntos agresores, recibiendo amenazas con las cuales se pretende disuadirlas.
¿Qué clase de justicia puede esperarse cuando se es juez y parte, cuando el agresor es profesor, director o directora de las Unidades Administrativas o personal administrativo de la UAEM?
En la conclusión hoy de una rectoría, que ha permeado en el actuar medio y sin perseguir a quienes le han dejado una enorme carga de deuda económica, la universidad tiene pendiente una autentica perspectiva de género universitaria, que cabe destacar, no se arreglaría con el hecho de que una mujer pudiera convertirse en rectora, sino en todo caso, con un auténtico compromiso por plantear una perspectiva actual y congruente de género como política pública.
*IR