Megalomanía chicharronera
Cuando el país se desmorona, la pobreza se generaliza, niños y jóvenes abandonan las escuelas, el trabajo que se convierta en ingreso fijo no aparece, los engaños a hombres y mujeres que han hecho la carrera para profesores de educación primaria y secundaria y solo promesas, pero de la plaza, ¡nada!, a los médicos una vez héroes de la salud, ¡a la calle! Se prefieren a los cubanos, los comerciantes debidamente establecidos tienen que cerrar o porque les piden el pago por derecho de piso o porque no pueden competir con los comerciantes ambulantes que ahora han recibido la noticia de que la Guardia Nacional no los van a dejar que se instalen en el perímetro del Palacio de Cortés, que todo Morelos tiene bien ganado el segundo lugar a nivel nacional en violencia que se traduce en asesinatos, secuestros robos a casa habitación y a vehículos, que en el norte del país, cinco jóvenes son asesinados por representantes del otrora glorioso ejército nacional, en tanto, el Jefe Supremo de las fuerzas armadas del país, ni suda ni se acongoja, Él a lo suyo, a seguir cada mañana ofendiendo, denostando, injuriando a todo aquel cristiano que no comulga con el señor de Palacio y los calificativos cada vez van subiendo de tono, dejando muy mal parado al que se supone debe ser un estadista, un hombre razonable, educado por tanto respetuoso de la diversidad de pensamientos y de género, no sólo porque este derechoesté consagrado en la leyes de la Constitución, sino por simple sentido común, que lleva a las personas a respetar a todos sus semejantes. El México actual, que para decepción de muchos, es el México de la 47, que posiblemente cuando esta pesadilla termine, bien se podría parafrasear al inmortal Alonso Quijano, Don Quijote, cuando decía, “en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme” y al término de este sexenio, mucho, para mal, tendremos que recordar o alguien podrá a Hugo López Gatell con su tonta forma de manejar la pandemia que dio como consecuencia a miles de mexicanos muertos, al Andrés Manuel López Obrador, que tanto luchó para llegar al espacio político que para desgracia de todos los mexicanos no ha sabido aprovechar para perfilarse como el mejor presidente de México, y para eso tenía toda la mesa puesta, porque en la historia del país, ninguno de sus antecesores había llegado con tanto poder y fuerza, bueno, ni José López Portillo que fue candidato único, y AMLO, con su treinta y tres por ciento de los votantes, ¡la hizo! Porque en el INE, se hicieron las cosas con respeto a las leyes electorales, y obvio, al voto de los ciudadanos. Ganó y ha sido ahora sí, el presidente legítimo, con toda la fuerza que da el poder, y ¿para qué le ha servido? Pues sólo para buscar venganza, le ha entrado una megalomanía ( del griego, mega-los, grande y manía, locura) locura por lo grande o sea un delirio de grandeza, que sólo le falta gritar a la manera del francés Luis XVI, “El estado soy yo”, no lo dice, pero lo siente y se siente, por eso es una megalomanía chicharronera, porque eso sí el señor cree que en México sólo su chicharrón suena, y ¡mentira! La democracia, es el poder del pueblo que está representada por los tres poderes de la Unión, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sólo que hasta hace poco, el que representa al Ejecutivo, de manera vergonzante manipulaba al Legislativo que cuanto reciben aprueban sin corregir ni una “coma” (,) signo ortográfico harto peligroso cuando no se sabe manejar, y con el malrecordado señor Presidente, el Poder Judicial Saldívar que no decía ni Pío, (no el hermano incómodo el de las bolsas de dinero), pero ahí todo decreto que llegaba era válido. Ahora resulta que la Señora (así con mayúscula) Ministra se ha convertido en la “piedra en el zapato” y no hay día que no sea insultada, ahora amenazada, en cada una de las sesiones del púlpito de palacio. En cambio a la plagiaria por dobles hechos, ni es gallo ni es conejo, es decir, ni licenciada en derecho y menos doctora, pero esa mujer si es de “las querencias” del presidente, para ella, los mejores epítetos y alabanzas, que con todo y toga que no merece es la imagen misma de la corrupción y desvergüenza. Cuando las conductas de las personas comunes se ponen fuera de la ley, son ilegales, pero si quienes las hacen, tienen una función en el gobierno y utilizan el lugar, el tiempo y el dinero para satisfacer deseos personales no solamente son ilegales, son actos de corrupción, tal es el caso de la responsable de cuidar a la ciudad más grande del país, y a doña Claudia le vale una pura y dos con sal y los fines de semana se larga a los estados a su campaña “corcholatina” y ya firma convenios con los gobernadores, ¿tan segura está? Porque del plato a la boca, bueno y Marcelito, se autonombra “El Rey del ticktock”
Ya ni la…HASTA LA PRÓXIMA.
*IR