Las muertas al limbo y el gobierno al gozo
En un país en donde a la muerte se le celebra una vez al año, con la ilusión de que nuestros difuntos regresan a gozar de lo que en vida fueron sus placeres; también existe otra cara oscura en la moneda; esas muertes que aún no se les llora porque su cuerpo no ha aparecido, y sin el aún persiste la esperanza de encontrarles con vida. Mientras algunos visten sus casas de colores y sabores para esperar el regreso espiritual de los suyos, también hay hogares en donde esos colores representan la reapertura de la perdida dolorosa de ellas, las inocentes, a las que les arrebataron el resto de sus sueños por el pecado de haber nacido mujer.
Hace apenas unos días, en el legislativo de nuestro estado, la diputada Tania Valentina proponía renombrar el día de muertos como “el día de muertas”, pero lo que para algunos bien pudo representar una propuesta casi tonta, para ellos, los deudos de las que hoy no están bien pudo representar la visibilización de su pena, de la impunidad en la que desde hace muchos años muchos en Morelos y México entero vive.
De acuerdo con cifras del propio gobierno de la república, tan solo en el primer semestre del 2022 se registraron 493 feminicidios en todo el país, siendo mayo el mes con mayor número de caso. Y aunque la cifra por si sola ya representa un tema de alarma en materia de seguridad e impartición de justicia, lo más alarmante se encuentra en cifras que la propia asociación “mexicanos contra la corrupción” nos ha dado, y es que de acuerdo con estudios propios de los ya mencionados, por cada 12mil casos de asesinatos violentos de mujeres que se registran en este país, poco más de 2,300 son desestimados como feminicidios a causa de fallas en el proceso. Este limbo de las muertas sin justicia, solo nos ilustra el enorme porcentaje de desfase que existe en la contabilización de impunidad en nuestro país.
Ciertamente, la corrupción e impunidad no es un tema que apareció con la administración de la afamada 4T al frente del ejecutivo y su mayoría casi absoluta en los diversos niveles gubernamentales; pero lo que sí es verdad es que, la bandera de su máximo ideólogo (el señor López) fue y ha sido siempre, la de acabar con este mal que consume a nuestra nación.
Pero la impunidad en la que pena el alma de las mujeres que hoy ya no están, no se termina desde un pulpito matutino lanzando culpas a diestra y siniestra a los antecesores; tampoco se desvanece con afirmar en palabra que se lucha contra ella. Para acabar de manera definitiva con ese cáncer se necesita actuar.
Y no me refiero a poner a patrullar a un mayor número de elementos policiacos en las calles, ni alargar la existencia de mandos “civiles” que no han dado resultados. Se necesita con urgencia una inversión notoria en el sistema judicial y policiaco. Sí, es verdad que el feminicidio es solamente un peldaño en una enorme escalera de impunidad de nuestro país, pero si nos centráramos en las fallas que existen en este tipo de caso, del resto de delitos seguramente podríamos hablar de su reducción.
Por citar un ejemplo, hablemos de los feminicidas que han sido absueltos por fallas en el debido proceso, violación en la cadena de custodia, toma de declaraciones sin presencia de representantes legales, o diversas irregularidades que permiten que los sospechosos de dicho delito queden en libertad.
La culpa no es del todo de Ministerio Público que en algunos casos ha solicitado pruebas tan importantes como las grabaciones de cámaras de seguridad en donde se han cometido feminicidios, hasta tres meses después de la defunción de la víctima. ¿Qué, porqué no es del todo su culpa? La respuesta es muy sencilla, en la mayoría de los casos, la falta de recurso humano obliga a trabajar con lentitud en la resolución de los casos a su cargo, y esto se deriva de la carencia presupuestaría en la que viven muchas de las instituciones en México.
Esto es apenas, una de las razones por las cuales hoy miles de familias siguen sin ver con buenos ojos tradiciones tan importantes y bellas como lo es el día de muertos, puesto que mientras usted o yo, ayer esperábamos el regreso de los nuestros, esas familias esperaban la reanudación de las actividades hoy esperando poder avanzar, aunque sea solo un poco, en la búsqueda de justicia.
Y es que mientras nuestras muertas sigan estando en el limbo espiritual y judicial, no podremos hablar de un país transformista, seguiremos hablando de atole con el dedo y de gobiernos corruptos y machistas.
*IR