Los dioses de barro
En la sociedad común, que no corriente, al inicio de cada semana, nos hacemos los mejores propósitos y unos a otros nos expresamos el deseo de que “tengas una bonita semana”; por desgracia estos buenos deseos se van quedando en eso, sólo buenos deseos, porque la realidad es más que la ilusión de mejora, de repente, nos llega la notica que gente cercana, que amamos, “salió positiva” y los creyentes, hacemos oración por la salud de todos, aun cuando “gocen de cabal salud” pues estamos, todos, pero todos expuestos a contraer la maldita enfermedad y el temor es porque a lo largo de dos años, hemos perdido a familiares y amigos, todo duele porque también lastima la indiferencia de las autoridades, esas que se pitorrean diciendo que viven en la austeridad y cuando “han cambiado su morralito por una bolsa de broche” no quieren casa, lo que buscan y encuentran es un palacio, en donde por propia naturaleza es lujo y dispendio, ¡a otro perro con ese hueso! de que se vive en la medianía, que cuando balconean al primogénito que vive como sultán, y nadie en su sano juicio puede admitir que el hombre, como se dice a la mexicana, sea un mantenido que vive a expensas de la fortuna de la señora, que es la que tiene dinero y puede dar esos lujos al inspirador de su amor. Pues mientras unos viven en la opulencia, otros que son millones de mexicanos, cada día se siente mayor la angustia porque ahora los enfermos, en una buena cantidad se atienden en sus domicilios y obvio, tienen que comprar los medicamentos que están carísimos, más que los limones, todo porque el gobierno de la 4T, sigue en la tesitura de no dar la importancia que la pandemia requiere, pero en lugar de eso, se sigue apapachando a un inútil, vividor de dinero del pueblo y lo ponen como ejemplo de sapiencia en asuntos médicos, a grado tal que ante los reclamos y demandas que se le hacen a Hugo López Gatell, Andrés Manuel López Obrador nos grita a la cara, “todos somos Hugo” que cae como una mentada de madre, ante tanta insolencia y falta de ética.
En lo que va del año, van cinco periodistas asesinados, hechos que colocan a México entre los países del mundo, como de los más peligrosos para ejercer esta profesión, cada asesinato lleva un miso final, la impunidad para los sicarios, tanto los materiales como “los intelectuales” y en lugar de que el Ejecutivo ordene que se aclaren los crímenes y se castiguen a los culpables, ¡No señor! El presidente se pasa buena parte de sus mañaneras injuriando, calumniando, juzgando y condenando a todos los que hacen uso de la libertad de expresión les llama de “todo”, pero lo delicado y peligroso es que da nombres, espacios donde trabajan, exhibiendo “documentos” en los que demuestra cuánto ganan y de donde llegan los ingresos, lo que es, una evidente violación a la Constitución, a la privacidad y la secrecía a la que tiene derecho todo ciudadano y ¡Dios no lo permita! Un loco, enajenado y adorador de estos dioses de barro, van y hacen víctima a un compañero periodista, seguramente van a justificar el hecho como lo hizo la alcaldesa de Acapulco, “todo fue por la calor”; la ignorancia con patas en uno los lugares más conocidos en el mundo. A la gobernadora de Guerrero y a la presidenta municipal del puerto, Dios las hizo y las juntó El Toro, Salgado Macedonio, Pobre estado. Y como si los citado no fuera suficiente, el colmo del autoritarismo, prepotencia e ignorancia se da cuando Andrés Manuel López Obrador, en su infinito egocentrismo, dice sin más ni más, “vamos a pausar nuestras relaciones con España porque ellos han venido a explotar a México, por las atrocidades que hicieron en la época de la Conquista. ¡Que barbaridad! Que ridículo de México ante el concierto del mundo, porque el presidente debiera tener un asesor que le enseñe no sólo Historia de México, sino Historia Universal y encontraría que las conquistas se han hecho a base de sangre y fuego, de pérdidas de vidas, pero los españoles de la conquista, ¡Jamás! Lo hubieran logrado, si no hubieran tenido la ayuda de los naturales de México, que van desde la Malinche, los tlaxcaltecas y otros, pero nunca se puede comparar esta acción como la que hizo Inglaterra en la parte norte del continente, ellos fueron al exterminio y aquí al mestizaje, por eso llevamos sangre indígena y española, lo mismo disfrutamos la cocina española como un mole verde con tamales nejos de Xoxocotla, y en la lengua, lo mismo hablamos la lengua de Cervantes que la poesía de Nezahualcoyotl. Pero el señor, como Iván Ilich, personaje de la novela rusa, hace el mismo silogismo o razonamiento: Yo soy humanista, la gente pobre ama al humanismo, por tanto, la gente pobre me ama. Sobre esta falsa conclusión sigue en el error, HASTA LA PROXIMA.