Servicios, serviciales y ser-viles en el ISSSTE / Mafia laboral / Una derechohabiencia insatisfecha
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), vio la luz a través de una ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de diciembre de 1959. Su función, de acuerdo al marco jurídico vigente, es “contribuir al bienestar de los Trabajadores, Pensionados y Familiares Derechohabientes, en los términos, condiciones y modalidades previstos en esta Ley”. En el Estado de Morelos, su nosocomio insignia es el Hospital de Alta Especialidad Centenario de la Revolución Mexicana (HAECRM), ubicado en el municipio de Emiliano Zapata en donde se atiende a la derechohabiencia de toda la entidad y de pacientes provenientes de clínicas del Estado de Guerrero. Los servicios que se ofrecen al interior de este Instituto (que en el 2010 tuvo un costo en su construcción de mil millones de pesos) seguramente en la actualidad serán evaluados drásticamente por los usuarios con base en los detalles que han dejado avanzar las administraciones directivas (sin prejuicio) en perjuicio de las y los derechohabientes, como lo son: el descuido evidente de sus elevadores, el desabasto constante y sistemático de medicamentos, la dilación de las citas médicas de especialidad y la mafia laboral reinante a costa de un sindicato que promueve el autogobierno y la abulia gremial propia de óbices con disfraz institucional que manchan el honor de una noble institución del Gobierno de México. Las jerarquías con las que se conduce la clínica, promueven el endilgar facultades decisorias a personal carente de toma de decisiones asertivas que, al final, generan caos en la operatividad del HAECRM. Acendrar los servicios al interior del recinto médico es una demanda ingente de la derechohabiencia en general.
Es menester escribir, que hay personal de la salud cuya hidalguía es incuestionable, ya que siempre actúa como centinela, atento y puesto a la diligencia de su encargo, del puesto por el que originalmente fue contratado o promovido por su carrera profesional. Justo y digno de un panegírico, es la enaltecía con la que se conducen muchos profesionales del área médica, de enfermería y de administración, quienes con voluntad dan todo de sí para velar por los intereses institucionales. No obstante, dentro del mismo nosocomio, y ante una dualidad posible pero reprobable, existe el personal hierático, carente de la más mínima empatía y atención a quien acude en espera de un trato digno, respetuoso y humano. Sin llegar a la erudición, es claro que este tipo de personal pareciera laborar en una ergástula ajena a su interés y conveniencia salvo por el tintineo reconfortante de los días de mediados y fin de mes. No le resulta atractivo, placentero ni gratificante desempeñar un trabajo que muchos anhelan, ya que se conduce con parecía ante el desarrollo de sus funciones asignadas. Por lo que, nunca es tarde para manumitir, ya que se puede lograr tener el trabajo deseado sin ser esclavo ni rehén de un sistema que no entiende su apostolado ideológico.
El que escribe estas líneas, fue fiel fehaciente en días pasados de un hecho inexplicable, donde al requerir desde el área de quirófano de forma urgente a una paciente (docente jubilada) del piso tres para un procedimiento quirúrgico, un enfermero de nombre “charly” boicoteó la cirugía arguyendo no tener camilleros en el piso y no desear hacer las veces de esa labor por no contar con esas funciones. Así que, envalentonado, instó al familiar a acudir a la dirección del hospital a realizar el reporte correspondiente porque no era de su competencia la problemática. Minutos más tarde la cirugía se canceló, sin explicaciones adicionales. El traumatólogo esperaba, el equipo médico de igual forma junto con el personal de enfermería, pero un enfermero decidió que era conveniente paralizar la operatividad de varios servicios al mismo tiempo. Quizá, este enfermero de nombre “charly”, no entiende que con su acción, el nosocomio gastó más dinero en alojamiento para la paciente, en comidas, medicamentos, en tiempos efectivos del personal de cirugía y, además, obstaculizó el ingreso y rotación de nuevos pacientes ante el alta médica que se genera al completar la atención a la derechohabiente a quien dos días después operaron. En la misma habitación, una maestra jubilada, con cáncer en el estómago, a quien le dieron cita en junio, fue pospuesta para septiembre por no llevar una grapadora para cirugía sin mayor argumentación. En septiembre, una vez más pospuesta su cirugía por tener los espacios llenos. En días recientes, por fin, luego de un semestre, la pudieron operar, sin que otro misántropo de la salud razonara más formas de dilatar el inevitable procedimiento quirúrgico. En el mismo piso, al ingresar en el elevador (sin varios botones funcionales), una maestra del Estado de Guerrero llorando porque se iba su camión y nadie lograba sellar sus documentos. Así funciona la mafia laboral del segmento más oscuro del llamado ISSSTE Zapata.
¿Cuántos casos hay de esta naturaleza?, ¿las autoridades tienen conocimiento de estos acontecimientos?, ¿la boyante líder magisterial actuará en el final de su gestión?
Como siempre se afirma, el que hace el candado… hace la llave.
*IR