El SNTE y sus elecciones ° Caudillos, partidos y delincuentes
Considerando los antecedentes históricos aquí expuestos en entregas recientes, los tiempos actuales y las condiciones políticas, económicas y sociales, configuran un desafío mayor para el sindicalismo magisterial, nacional y local, y para el ejercicio de sus liderazgos, hoy acotados y sometidos a una presión de dos entes opuestos. Por una parte, la urgencia de los colectivos de trabajadores que exigen resultados en la defensa de conquistas y derechos, reclaman espacios de participación en su vida interna y que, incluso, aprecian un demérito; y por la otra, la presión del gobierno y del Estado, no sólo para hacer corresponsable y parte a la clase trabajadora, de un modelo político e ideológico de desarrollo, sino porque también exige e impone sujetarse a mecanismos de representación más democráticos.
Más allá de la superficial que parezca, por ejemplo, las nuevas formas de elección de las Directivas Seccionales del SNTE en varios estados del país, donde se incorpora bajo un nuevo reglamento el voto directo de los agremiados, eliminando el voto representativo a través de delegados, este sistema es el resultado de la evolución y maduración de procesos de participación abiertos, condicionados por factores internos y externos que buscan colocar al sindicato de los maestros en la ruta, no sólo de una democracia que legitime sus liderazgos, sino que saque del ostracismo a sus propios agremiados. Si la apatía y el poco interés que entre buena parte del gremio magisterial ha existido, sobre todo en la participación de la vida orgánica de su sindicato, hoy la oportunidad para ser partícipes de su destino y de la elección recta de sus liderazgos, es inmejorable.
Por esa razón la oportunidad misma puede resultar tan obvia como preocupante. Y es que, acostumbrados a esperar noticias desde el Congreso electivo para conocer a sus líderes en turno, hoy la posibilidad de ser los que determinen con su decisión de voto quiénes los representarán como sus dirigentes, tiene implícito en su derecho una enorme e irrenunciable responsabilidad, la de legitimar sus liderazgos, esos a los que frecuentemente se cuestiona una seria de atributos que van desde la honestidad (ya de por sí subjetiva), carisma o fisionomía , pero que raramente tienen que ver con su capacidad, su preparación y su formación.
Tal y como ocurre con las elecciones para representantes o autoridades civiles, la elección de dirigentes magisteriales puede caer pronto en circulo vicioso, en el que los electores, por su falta de previsión o incluso por muchos otros intereses que pueden rayar en la mezquindad, caigan en el error de elegir no a los mejores, sino a los que más prometen, a los más “bonitos” o a las que mejor los “enamoran”. Peor aún, este proceso puede llevar a los maestros a encumbrar caudillos magisteriales, personajes de cuestionable reputación o a quienes tienen todo tipo de compromisos e intereses ajenos al propio magisterio. Más aún, y no es nada descabellado, las nuevas formas para elegir dirigentes magisteriales puede ser la puerta de entrada a partidos políticos, grupos ajenos con todo tipo de intereses y hasta la delincuencia organizada.
Considero pertinente advertir esos riesgos antes de pasar en este espacio, al análisis de los perfiles de algunos aspirantes al liderazgo de la Sección 19 del SNTE, no sin advertir que varios, en su naturaleza personal y fieles a su estilo vetusto, están ya en el ojo del huracán por diversas razones, pero sobre todo por malos cálculos y por ignorancia de las nuevas reglas del juego, cuyo proceso electoral se sujeta también a tiempos y formas sancionables, y de los que también son participes de manera directa los agremiados al magisterio del estado, así es que no vemos en la próxima entrega…
*IR