Antídotos para achaques de gobierno
Una de las herramientas estratégicas más efectivas para gestionar políticamente momentos de crisis en los gobiernos, son los mitos urbanos; otra, enfocarse a ganar discusiones en lugar de buscar la verdad y, en ello se emplean argumentos y raciocinios falsos, se anteponen apariencias, “cortinas de humo”, ilusiones y todo, con el objetivo de inducir al adversario o al interlocutor, a errar.
¿Quién no se acuerda del Chupacabras? Eso fue una exposición de premisas falsas, se dijo que era un animal terrorífico, -que por cierto, jamás fue visto-, pero que como “cortina de humo”, tuvo originalmente el objetivo de ocultar y negar una severa crisis económica en Puerto Rico y después, -por su alta efectividad- la criatura que salió de algún lugar del oscuro averno en el Caribe, fue adoptada en México y logró confundir de manera efectiva a la población.
Un gobierno en crisis, recurre a mitos urbanos, “cortinas de humo” e ilusiones, porque tiene el propósito de moldear la percepción pública al dirigir a conveniencia la narrativa y su interpretación, propaga falacias, busca desviar la atención y fomentar historias que distraigan o reduzcan la ansiedad entre la sociedad.
Los mitos urbanos pueden proporcionar explicaciones simples o respuestas que permiten que la situación parezca más comprensible, aunque no sean verdaderas.
En la política, estas prácticas son muy socorridas en momentos de crisis y se usan para ocultar escándalos, decisiones impopulares o problemas serios, se lanzan otros asuntos al debate público desde tribunas o medios de comunicación coligados por intereses de publicidad y así, se desvía la atención de lo que realmente importa.
La práctica de la mera ilusión, en otro contexto, lo vemos en el ámbito del marketing y la publicidad, los recursos ahí son más variados y son campañas que: o bien atrapan la atención del consumidor para que compre o premeditadamente, intentan distraen las críticas a determinados productos o servicios.
Para un gobierno en crisis, un mito urbano es más rentable, mantiene el orden social en momentos difíciles, se vinculan relatos que resuenan en la cultura popular y en la mayoría de los casos pueden encontrar legitimidad y, eso ayuda a calmar a la población; justifica acciones o decisiones de gobierno que de otro modo podrían ser vistas como impopulares o controvertidas.
También, las ilusiones de los mitos urbanos, pueden actuar como herramientas para unir a la población. Las historias compartidas pueden fomentar un sentido de comunidad y proactividad frente a la adversidad y pueden ser hasta beneficioso para mantener la moral; es decir: cohesión social.
Un día fue “La Llorona”, otra “La mano peluda” y otros tantos mitos urbanos enormes y absurdos que permean en el inconsciente colectivo día a día y se van adoptando según el país, la zona geográfica, el momento y contexto histórico -y por qué no mencionar-, su desarrollo tecnológico, dígase hoy el ultimátum a la humanidad, de parte de la Inteligencia Artificial.
El uso de mitos urbanos, ilusiones o “cortinas de humo”, por otra parte, pueden tener repercusiones negativas, como la creación de estigmas, la generación de miedo o la promoción de severas divisiones sociales.
Los gobiernos en momentos de crisis, pueden capitalizar algunas narrativas que muy probablemente tienen raíces en la cultura popular o en creencias más amplias que ya existen en la sociedad y con ello, legitima sus decisiones políticas y al mismo tiempo, generan una respuesta colectiva ante problemas como la inseguridad, la salud o falta de la transparencia.
Es notorio entonces, que un gobierno en crisis que recurre a estas prácticas, carece de compromiso con la verdad y la moralidad para con su ciudadanía.
Hoy, gracias redes sociales, lo vemos en cualquier parte del mundo, lo seguimos viviendo, día a día, ya sea en presentación de mito urbano, ilusión o “cortina de humo”; es en crudo: manipulación.
En los archivos de la historia política, estos recursos para viciar la noción de la realidad social no dejan de ser un buen remedio para urgencias, no dejan de ser, efectivos antídotos para achaques de gobiernos en crisis.