Lluvia almidonada
Casi las siete y treinta de la mañana, el termómetro ha descendido para dejar correr esa brisa matinal con aromas de arboleda. El viento se ha vestido de rocío y mantiene fresca la alcoba. Decides entonces que aun estando de vacaciones, es momento de incorporarte para llevar tus pasos a la ventana adornada con gotas y trayectorias de un continuo escurrimiento. Ahí te deleitas con el paisaje de la lluvia sobre el jardín del vecindario. Si, lo sé, hace falta una generosa taza de café con canela, endulzada con miel de abeja. Vas a la cocina y la preparas, permitiendo que te visiten pensamientos y canciones relacionadas con la lluvia. Devuelves tus pasos a la ventana con tu taza humeante y cierras los ojos para adivinar de donde proviene el sonido de cada gota que escuchas, para saber en qué dirección corre el viento, para tararear esa canción para los días lluviosos de Sin bandera. Puedes sentir esa paz en tu interior que tal vez te permite recordar amistades, familiares, tu infancia, una lejana tarde de otoño donde la lluvia fue testigo de un furtivo encuentro de juventud, o el final de una jornada que tiene lugar en los brazos del ser amado con un aguacero por fuera y por dentro mientras escuchas un “todo estará bien”. Tal vez una complicada despedida cuando aún había oportunidad de rescatar los sentimientos que yacían a la orilla de una especie de arrollo emocional que emulaba el paisaje en las empedradas calles de la incompatibilidad interpersonal. Es posible que venga a tu mente un buen amigo, amiga o un familiar muy cercano que despediste con lluvia salada en tus mejillas y que hoy viene su recuerdo a visitarte haciendo acto de presencia en un céfiro que emula su voz, sólo que con un nuevo vocabulario de consuelo y un inmenso amor por la familia.
Un pensamiento te ha llamado la atención y ahora tomas asiento para buscar música que acompañe ese momento. Tal vez José José, tal vez Leo Dan, quizá José María napoleón o Luis Miguel. Si nos ponemos más estrictos puede que sea Camila, Yuridia o hasta Edith Márquez. George Benson siempre será una buena idea. De pronto te encuentras con esa vela aromática de canela/manzana la cual, según tú, sería para ocasiones especiales, y este es un momento realmente especial. Ahora tienes música, luz, lluvia, café y tus recuerdos. Que belleza, que momento.
¿Sabes? En ocasiones me gusta pensar que mientras llueve, las personas están a salvo. Me gusta charlar con Dios y pedirle que no olvide a nadie, pues tenemos gente hermosa y bien amada que está a la distancia. Me gusta creer que un buen deseo, uno noble, que viene desde el corazón, puede influir en el resultado favorable para quienes tienen que atravesar por un chubasco representado por las dificultades y las constantes luchas a las que se enfrentan. Me gusta creer que para ellos la lluvia llega almidonada. Me gusta creer que ellos escuchan mi plegaria, que cuando el cielo alardea y se equilibran sus fuerzas con estruendosos rugidos, ellos alcanzan a escuchar mi voz entre ese escándalo diciéndoles al oído con voz muy solemne “aquí estoy hijo, estoy orando por ti y tengo fe en que estarás bien”. En esos instantes quiero decirle que no me olvide, que yo todos los días pienso en él y clamo al cielo para que nunca le falte un plato de sopa caliente en su mesa. ¿Verdad que te ha pasado? ¿Verdad que la lluvia te trae su aroma cuando tú los cuidabas y se recostaban en tu regazo sabiéndose seguros?
La lluvia se lleva también los rencores. Esos costales llenos de pensamientos estériles que dificultan el avance hacia nuestros objetivos. Esos dramáticos lastres que nublan nuestra perspectiva y reducen nuestra capacidad de amar.
La lluvioterapia (acéptenme por esta ocasión el término, si son tan amables) puede reducir las líneas de expresión, reduce los niveles de cortisol, aumenta los niveles de oxitocina, aunque se recomienda acompañarlo de un largo abrazo con la cabeza recostada en el pecho de quien tenga el privilegio de tu compañía, promueve la neurogénesis, estimula el proceso creativo y favorece la creación de nuevas conexiones sinápticas. Algunos dicen que hasta aumenta las pompis en un 12%.
Deseo que tengas una experiencia fantástica al observar la lluvia. Tómate tu tiempo, disfruta tu familia, agradece lo que hoy tienes, visualiza lo que realmente quieres, bendice a quienes están cerca y ten fe en quienes están lejos, honra a quienes estuvieron para ti, piensa en ti, establece nuevas formas para cuidarte, felicítate por lo que has logrado, inspírate para tener una nueva imagen en tu caja del rompecabezas de tu progreso, ya que esa será tu próxima meta, un nuevo reto, una nueva aventura. Deseo de todo corazón que la lluvia almidonada se lleve consigo el deseo de conformarte y al pasar la tempestad tu nuevo día sea más brillante y prometedor.