Cuatro es cuadrado de dos
Definitivamente tenemos una importante relación con el número cuatro desde hace un buen rato. Los ejes cardinales, el cuadrilátero del box, el tetraedro del fuego (antes triángulo del fuego), los grupos sanguíneos, meses del año que no contienen la letra “r”, los jinetes del apocalipsis, elementos en el planeta, estaciones del año, John George Paul y Ringo, y como cuatro referencias más. Esto no es una trampa (un cuatro decían en mi pueblo), ni es un reto como hacer el cuatro para el alcoholímetro, no son las cuatro milpas del ranchito que era mío, ni las cuatro velas de la santa cruz, no son los cuatro ases de la baraja ni las cuatro decenas de una cuarentena, mucho menos la infiel felicidad de los cuatro; son los elementos básicos que configuran la existencia humana y pueden ser interpretadas como cuatro capacidades, cuatro necesidades, cuatro inteligencias o cuatro dimensiones.
Son muy diversos los temas que contienen esa cantidad de elementos. Hablemos hoy de las cuatro partes de nuestra naturaleza. A últimas fechas una sección importante de la población y especialmente (aunque no exclusivamente) las más jóvenes, muestran una conducta de prisa e inmediatez. Una conducta que sugiere la recompensa instantánea con el mínimo esfuerzo. Una satisfacción sin demora que es capaz de devorar los recursos sin reparar en las consecuencias a futuro. Y por otro lado hay algunas más que demoran la colaboración, la asistencia, postergan el compromiso y ralentizan su desarrollo, como si el mundo y las oportunidades fueran a estar aquí para siempre. Y en ese tenor de ideas, nos extraviamos en la cotidianeidad. Nos sumergimos en una vertiginosa espiral de actividades que nos cambian la prioridad de lo importante por lo urgente.
Los cuatro elementos inalienables de nuestra naturaleza son: el cuerpo que requiere de alimentación, estructura, adaptación, resistencia, condición y estética como función de salud. La mente que requiere de movimiento, gestión, entrenamiento y madurez. El corazón que requiere de pasión, confianza y relación. El espíritu que requiere de inspiración, sentido y visión de futuro.
Stephen Covey hablaba de la necesidad de entender la diferencia entre el valor y los principios ya que los valores rigen nuestra toma de decisiones, y son los principios los que se encargarán de las consecuencias de esas decisiones. De ahí su capital importancia al momento de renunciar y decidir. Los cuatro elementos antes descritos requieren ser honrados a través de las continuas situaciones presentes en nuestros días. Requieren ser respetadas evitando respuestas emocionales que comprometan la integridad e inocuidad de las mismas. Y por supuesto deben estar integradas en una personalidad con carácter y firmeza que mantenga unida esta conexión de elementos. La integración se asemeja a la unión de esos elementos en un núcleo principal que, articulado con la mejor selección de conductas seleccionadas desde la experiencia y la visión de resultados, ayuda a cada individuo a encontrar o escuchar su voz interna e incluso inspirara a otros para encontrar su propia voz.
Hablemos de la voz como aquella condición en que el talento se reúne con la pasión, es decir, aquello para lo que realmente eres bueno, se reúne con lo que amas hacer la mayor cantidad de veces durante intervalos más prolongados de tiempo, y se superponen (traslapan) a lo que tu comunidad, tu nación o el mundo mismo necesitan.
Te cuestionarás entonces ¿qué es lo que realmente importa? ¿qué es lo que genera valor la mayoría de las veces? ¿qué representa realmente una contribución? ¿qué representa un desperdicio para mi propósito definido? ¿qué energía se está drenando para derivar en la procrastinación? La respuesta que tú encuentres en un proceso de interiorización individual, será el baluarte de tu conciencia. De esa voz interna que alcanza a dibujar un lienzo en el futuro. Que te mueve con el principio de frugalidad, de la vocación de servicio, del balance financiero y la gestión emocional.
Tu voz te inspirará con conciencia (espíritu) para enmarcar el establecimiento de metas que generarán nuevas necesidades, esas necesidades serán atendidas por tu cuerpo, un cuerpo que ha sido forjado con hábitos apropiados y orientados al propósito que te mueve, tu alimentación, tu ejercicio, tu higiene del sueño y otras dimensiones que mantienen tu cuerpo con energía, para que el proceso creativo de tu talento (mente) sea liberado de formas tan variadas que su desenvolvimiento alcance la condición de experto, encontrando combustible en tu pasión (corazón) para insistir, resistir y persistir.