Un gran desmadre
Ni por dónde comenzar. Todo fue vértigo, torbellino, ráfaga, velocidad, igual al exceso en una fiesta fuera de control.
Después hay dolor de cabeza, mareo, incertidumbre, sorpresa, historias poco creíbles, no reconoces el lugar donde estás, hay sin número de cosas rotas alrededor, daños por doquier, todo patas arriba y tirado y en la somnolencia y el desvelo, al ir queriendo adivinar lo ocurrido, te brota la pregunta del millón que sin ser broma ya fue película: ¿Qué pasó ayer?
Se llamó Otis. Los resultados están a la vista, ni hablar de ellos porque de eso están llenas las primeras planas y las redes sociales. Todo el mundo se enteró. Los mínimos detalles son nota de Ocho y sirve para sorprender y tener atracción de seguidores y sumar likes. Esto no es normal. Es atípico entre lo típico y es claro que así reacciona cualquiera que mira una devastación.
¿Qué pasó ayer? Ante lo evidente ni preguntar, mejor agradecer estar vivo y mejor tomar una pala y ayudar a remover las toneladas de basura y escombros.
Las palabras ya están de más. La “intensificación ciclónica explosiva” seguirá siendo por semanas y quizá muchos meses, hasta pasar años, -es una apuesta- un gran desmadre.
Lo que ocurrió esa noche fue una sorpresiva manifestación de la naturaleza expresada en nivel 5 en tema de huracanes y aunque fue anunciado con más de una hora por los especialistas, -ojo, no pronosticado porque ya habían dicho que era inminente y advertían que iba a ser “una noche de pesadilla”-, y pese al anuncio, a la gran mayoría tomó por sorpresa a media noche en ese Acapulco de Agustín Lara y su “María Bonita, María del Alma”.
En el Acapulco del reventón, con Otis llegando a la bahía muy lucido y en actitud de “Macho Alfa”, se acababa la fiesta, se acababa el desmadre en los antros y las pachangas privadas, hayan sido en casas o yates, con Otis se acababa el aburrimiento y no habría tregua.
Esa noche se acababa el romance callejero en la Avenida Costera Miguel Alemán y el ambiente escandaloso de los antros, tables y tugurios, dejó de ser lo típico para vivir una experiencia de metamorfosis bipolar por un clima atípico.
La verdad fue horas después, -cuando el sol salió-, el ritmo, la cadencia y el verdadero desmadre, los agarró la naturaleza y fue tan brutal su despliegue y manifestación de furor que hasta el momento, sumando todo el gran desbarajuste en las diversas zonas damnificadas del estado de Guerrero, no hay claramente un lugar por dónde comenzar a dar orden al “cumbión bien loco” que dejó Otis luego de su fiesta particular.
Lo que sigue en este entorno atípico es lo típico: ¡lo político!
Aunque bueno… otro tipo de gandallas ya tomaron ventaja con una vivaracha iniciativa que no consiste en el lucro profesional de apropiarse del dolor ajeno de los damnificados para hacer una barata propaganda al tomarse la selfie con un kilo de frijol y arroz entregándolo muy sonriente a una familia en ruinas o manipular o chantajaear o condicionar la ayuda humanitaria en las comunidades más desfavorecidas a cambio de votos, sino que este otro tipo de vivillos con espíritu emprendedor más delincuencial, pero sin cuello blanco, -aunque igual de aprovechados con el desastre-, se lucen con atracos y pillaje en todo local o centro comercial que se les atraviesa.
¿Dónde comenzar? pues con lo básico: ¡no estorbar! Entregar en realidad lo que los ciudadanos solidarios del país envían a los guerrerenses en desgracia. Estar atentos a que la saliva deje de ser palabra matutina y se concreten los apoyos para los que necesitan el auxilio en los Desastres Naturales.
Cada centímetro de calle en el Acapulco tradicional lleno hoy con desperdicios, vidrios, escombros, postes, cables, palmeras, árboles y lodo, junto con cada metro cúbico de estructura urbana afectada derribada, es una historia que merece ser contada. Todo tiene un recuerdo y una nostalgia para quienes han conocido y pasado ahí sus vacaciones o aventuras.
¿Qué sigue? Hacer de Acapulco, del estado de Guerrero, el verdadero referente a nivel mundial de que en México sí tenemos la capacidad de respuesta y la calidad en los Servicios de Salud por arriba de Dinamarca, debemos poner y ser el ejemplo mundial al instalar la “farmaciota”.
Lo que sigue, según los atlas de riesgo, -que por cierto, en ese particular, el periódico El Universal recientemente publicó que: “En México, 85% del total de municipios carece de atlas de riesgo y, por tanto, de planes o estrategias ante fenómenos naturales o accidentes de grandes magnitudes”- y Acapulco en especial y Guerrero en general, están en ese paquete de omisión, después de un huracán, ciclón o tifón, los principales problemas de salud son las enfermedades diarreicas, las enfermedades transmitidas por vectores y las infecciones cutáneas y respiratorias, entre otros.
Los problemas de Salud y los factores de riesgo en enfermedades diarreicas van a incrementar por la contaminación del suministro de agua causada por las inundaciones o la destrucción de las instalaciones sanitarias, y las prácticas de higiene deficientes.
Las enfermedades transmitidas por vectores, debido al agua de las inundaciones o el agua estancada puede aumentar el riesgo de aparición de criaderos de insectos. Los grandes desplazamientos de población y los refugios de emergencia en condiciones de hacinamiento y con prácticas de higiene deficientes pueden ocasionar enfermedades respiratorias e infecciones en la piel.
Cabe destacar que las aguas provenientes de las crecidas no aumentan el riesgo de contraer tétanos, pero existe un alto riesgo de que las heridas se infecten por el contacto con agua contaminada por desechos humanos y animales, tierra y basura y esto afecta principalmente a los miembros de las comunidades y a los equipos de respuesta y apoyo.
Por este motivo es importante que los equipos en solidaridad y todo el que vaya verdaderamente a ayudar, estén inmunizados contra el tétanos.
También, la destrucción o los daños de las instalaciones sanitarias y la interrupción de la provisión de suministros afectará el acceso a los servicios de atención primaria como la atención materno-infantil, y también a los servicios esenciales para el tratamiento de enfermedades no transmisibles.
¿Qué sigue? En verdad sentir y demostrar que la gente de Guerrero son nuestros hermanos y no solo externarlo en el momento de la foto o la entrevista como el candidato oportunista y vampiro.
Luego del desmadre de Otis, debemos ayudar a poner orden y volver lo atípico en algo típico, para que a la brevedad, el desmadre en Acapulco sea el nuestro, que aunque ruidoso y mareador, es menos devastador.
*IR