Las lecciones del error
No hay duda, las cosas no son siempre como las pintan, porque después de los hechos que se registraron en eso que parecía iba a ser el paseo de los pobres, al señor presidente municipal de nuestra sufrida ciudad capital, a la manera “amateca” se le puede decir, José Luis, ¡que bajo has caído! Y él a su manera puede contestar, -fue culpa de Rodrigo y Rodrigo haciendo uso de su derecho de réplica, levantando los hombros puede contestar- sólo fue un accidente. Ante una respuesta simple, bien podemos decir, que las lecciones que nos dejan los errores ajenos nos deben llevar a la reflexión, el pueblo lo sabe y lo sabe requetebién, como dice ya saben quién, que los accidentes no existen por sí solos, siempre hay un pendejo que los provoca, entonces, ¿por qué buscar nanches en los capires? A traer a cuenta al verdadero culpable, no siempre es bueno sacrificar a los peones, que regrese el lobito lo que se llevó y venga a responder sobre cómo se ejerció el presupuesto y cómo se hizo esta obra que ha puesta sobre la mesa la más evidente muestra de corrupción, pero Señor Urióstegui, si no lo mete a la jaula, todas las autoridades actuales tanto municipales como las estatales caen en omisión (hacerse de la vista gorda) y en obvia complicidad, porque los funcionarios despedidos o que pueden llevar a juicio, es posible que les hayan preguntado, ¿cómo está el puente? - ¡está bonito!, pues sí que era bonito y atractivo, pero, ¿alguien en su flaca memoria recuerda la pomposa inauguración del Paso Express? Con Presidente de la República para develar la placa y los Secretarios de Estado, Gobernador del Estado, presidentes municipales y bueno hasta los Ayudantes municipales de las colonias, a todo sumen la cauda de aplaudidores, no bien habían y terminado de sacar las manos del agua con sal, porque las manos se hinchan de tanto aplaudir, cuando ¡sopas¡ el socavón; que se tragó a dos hombres, todo en la impunidad, nadie de bien a bien respondió por el error; luego, el pasado mes de mayo cumplió un año de al sustito, Marcelo “E”, se le cayó eso que se conocía como la Línea Dorada, sí, dorada por todo el dinero que le produjo al ahora presidenciable, Secretario de Relaciones Exteriores, y aún no terminaba de instalarse en sus habitaciones palaciegas de París, cuando esa vía de transporte colectivo ya era cuestionada por expertos por lo mal hecha y que desde siempre se dijo, que era un peligro, bueno, el asunto es que se cayó, murieron ciudadanos pobres, que como Luis el plebeyo, “regresaban, después del trabajo a su triste hogar” y ¿qué ha pasado? ¡Nada! Porque como dice la señora de la esquina, “Tuta, la madre, Tuta la hija, las dos se tapan con la misma cobija” a Doña Claudia no se va andar entreteniendo en cosas pequeñas, ella va por la Grande y como ya está en campaña, violando todo lo establecido en la Constitución y en las Leyes Electorales, que por eso la urgencia de fregar al INE y tener las manos libres, por consecuencia que sigan sufriendo los usuarios del Metro, para eso hay camiones. Con los transportistas, sí que Claudia y Martí, no se midieron, pregunta idiota, ¿para qué sirve ahora un pinche peso? Sí que como dijo alguien cuando se dio el aumento autorizado a la tarifa del transporte en la ciudad capital, ¿un peso? Y la ¡mentada de madre! -no, esa va gratis. Si por falta de mantenimiento a las unidades de transporte se dan, otra vez, “los accidentes”, pues ya habrá a quien echarle la culpa. Como se ve, nada es obra de la casualidad, ni de los brincos de Rodrigo, porque allá en el Cuernavaca de mis recuerdos, había dos parques emblemáticos para los románticos, El Revo, que quedaba cerca de lo que fue primero hospital y luego la escuela de Enfermería, y a pocos pasos estaba la Preparatoria, entonces las jardineras se veían llenas de parejas disfrutando de sus romances, luego, las citas se daban también en el “Porfi” que estaba lleno el parque de árboles frondosos que se convertían en cómplices de los arrumacos de los enamorados, no llegaba el “jedor” de la barranca, las aguas estaban casi limpias y ya cuando el sol se ocultaba, llegaba el policía de garrote, que a veces gritaba, “¡quien vive! – le contestaban, ¡gente! -el poli, volvía a gritar - y ¿Qué están haciendo? -la respuesta era, -¡más gente! Entonces se armaba la de Dios es Padre, y el Azul, hacía sonar su silbato, sacaba su lámpara y esto era corretear a los enamorados. Ahora, con la caída del puente, donde los caídos fueron los de la primera plana del H. H. Ayuntamiento, la gente se pregunta y si en lugar de ellos hubieran sido, Juan de las Pitas, y Doña Marina “La pelona”, ¿se hubiera hecho la misma escandalera? Cierto, siempre hay unos iguales más iguales. HASTA LA PRÓXIMA.
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