De acuerdo a una investigación de The Guardian y Quinto Elemento Lab Estados Unidos ha aumentado el depósito de residuos peligrosos en México y Canadá en un 17 % lo cual ha encendido los focos rojos en materia de salud.
Los casos y sus efectos en México
Una planta que recicla polvo tóxico generado por la industria siderúrgica de EU ha contaminado hogares y escuelas con plomo, cadmio y arsénico en la zona metropolitana de Monterrey según la investigación antes mencionada.
Otro caso también muy peligroso es el reciclado de baterías de plomo-ácido. 500 mil de estas fueron exportadas a México por parte de Estados Unidos. La falta de una legislación estricta en materia de medio ambiente deja a comunidades pobres en la indefensión ante estas situaciones
Un informe de Occupational Knowledge International de 2023 reveló niveles altos de plomo en los suelos alrededor de plantas de reciclaje en Monterrey. Esto evidencia que México tiene estándares ambientales y ocupacionales más laxos que EU, lo que genera una injusticia ambiental hacia las comunidades receptoras.
Es legal dejar residuos tóxicos en naciones con pobre legislación
Expertos y activistas critican el envío de residuos tóxicos desde países ricos a naciones con menor capacidad de gestión ambiental. Marisa Jacott, directora de la organización Fronteras Comunes en México, lo describió como “colonialismo de residuos”.
La exportación de desechos peligrosos representa una forma de explotación que deja a las comunidades receptoras enfrentando las consecuencias ambientales y de salud.
A pesar de que las leyes estadounidenses exigen una gestión responsable de los residuos peligrosos desde su origen hasta su disposición, este compromiso termina en la frontera. Una vez que los residuos cruzan a México o Canadá, EU pierde control sobre su manejo.
Las empresas exportadoras destacan que esta práctica no solo es legal, sino también más barata y, en algunos casos, más segura que alternativas dentro de EU.
Sin embargo, ejemplos como el de Temarry Recycling, una planta en Tecate, México, ilustran los riesgos. En 2022, esta instalación fue cerrada temporalmente tras liberar químicos al aire, lo que generó quejas de la comunidad. Además, informes periodísticos documentaron antecedentes de violaciones ambientales y denuncias de gestión inadecuada de residuos.
Implicaciones globales
El comercio de residuos tóxicos opera como cualquier otra industria: busca las opciones más baratas y con menor regulación. Esta práctica ha dado lugar a un “carrera hacia el fondo”, donde los desechos terminan en países con supervisión ambiental débil o inexistente.
Con agencias ambientales debilitadas, como Profepa en México, que ha sufrido recortes presupuestarios del 50 % en la última década, el control de las empresas que manejan estos residuos es mínimo. Esto pone en riesgo no solo la salud de las comunidades locales, sino también la sostenibilidad ambiental de las regiones receptoras.
En un contexto de creciente preocupación global por la justicia ambiental, expertos insisten en la necesidad de fortalecer las regulaciones y garantizar que los países receptores no paguen el precio de los residuos tóxicos de las naciones más ricas
También Canadá es víctima de los desechos de Estados Unidos
En Canadá, el impacto ambiental también preocupa. En Quebec, cerca de una fundidora que procesa residuos electrónicos, incluidos materiales provenientes de Silicon Valley, se detectaron niveles altos de arsénico en las uñas de residentes locales.
Martine Ouellet, exministra de Recursos Naturales de Quebec y líder del partido Climat Québec, denunció la importación de 47,000 toneladas de residuos peligrosos estadounidenses en 2022, calificándola como un acto irresponsable. “¿Cómo podemos aceptar ser el basurero de EU?”, cuestionó Ouellet, quien lucha contra la expansión de un vertedero cerca de Montreal.
Con información de The Guardian