Me gustan los museos, porque caminando en ellos, puedes ver desenmascarada la realidad a través de los ojos de la persona que la interpreta. Un buen artista, es aquel que frente al lienzo, con una cámara o pluma en la mano no se guarda nada, no le teme a nada y expresa orgulloso el resultado de vivir y dejarse vivir para poder contar la vida.
Me molestan los medios de gobierno, los medios oficialistas, las ruedas de prensa y los comunicados tibios y calculados. Siento enojo al ver que los políticos teniendo la tribuna enfrente y habiendo tanto que decir, tengan una criminal precaución por su futuro político y abracen desesperados los eufemismos, -esas expresiones que se usan para evitar otras que se consideran duras, malsonantes o desagradables- y peor aún, prefieran el silencio sobre la verdad o la justicia.
Desde hace tiempo, quizá por mi edad o soberbia, he dejado de disfrutar el convivir; suelo estar tenso, incómodo y con la guardia arriba casi frente a cualquier persona; cada vez más lo que veo me parece falso, comercial, desechable o agresivo, pero de vez en cuando, llama mi atención un golpe de autenticidad, me ha conmovido hasta las lágrimas ver a un joven ir a visitar a su novia mesera solo por un beso o un padre corriendo para recibir a su hija al otro lado de la resbaladilla.
Puede ser, que al ver que en política todo es falso, desde las sonrisas hasta los amigos y las palabras, se haya desarrollado en mí, una hipersensibilidad a lo que es auténtico.
Es utópico quizá, pero pienso que necesita la política un poco de arte; es decir, de apasionada autenticidad. Necesita un político decir la verdad cuando lo cuestionan, un régimen admitir sus errores históricos y la gente entender que el ejercicio de gobierno no es un camino de rosas.
Opino que todos los grandes políticos, antes de desviarse y soñar con el poder, querían verdaderamente hacer un cambio y mejorar el mundo que los rodeaba y esa era la esencia que los hacía querer tomar el empedrado camino de la política, pero, se dieron cuenta que dentro de los palacios y congresos, se habla de todo, menos de servir… y poco a poco, fueron perdiendo su esencia, mintiéndose a sí mismos, hasta convertirse en duros y grandes políticos que se han olvidado de sí mismos.
Propongo esto, porque después de ver cómo las generaciones, corrientes y grupos han ido y venido terminan siendo lo mismo.
Creo que el cambio en la política debe ser cultural. El arte no miente; a pesar de que el arte intente mentir, no puede esconder su pasado y al ser ejecutado correctamente, tiene una esencia imborrable, la cual, no puede perderse.
Necesita la política, un poco de arte
Necesita la política, un poco de arte
Hertino Avilés Soto
Mar, 17/12/2024 - 15:32