Trump y su nazifascismo, Prianistas sus fans

Trump y su nazifascismo, Prianistas sus fans
Hugo Carbajal Mié, 06/11/2024 - 13:01

I Furibundas y violentas las campañas de las Derechas como la agresiva retórica de Trump y sus aliados declarando por todos los foros que esta elección es para “salvar a América de los peligrosos izquierdistas radicales. Deberían desplegarse militares para confrontar esta amenaza, así como contra los migrantes que llegan al país. Son invasores que vienen a asesinar, a violar y a robar a los estadounidenses, hasta comer mascotas” …
Lo realmente grave no es esta sarta de idioteces que difunden sino la cantidad de personas que se lo creen y que gritan desaforadamente aplaudiendo estos dicterios. Más todavía, este individuo, Donald Trump en uno de sus últimos mítines obtuvo carretadas de aplausos al gritar que va a imponer la pena de muerte contra los migrantes. Y al grito de ¡USA! ¡USA! la gente lo aclamó.
La Derecha no solo acumula todos los pecados, es criminal, asesina. La muerte de miles de infantes en Gaza los deja incólumes, no los mueve, no los afecta, no les importa. Hitler resucita en Trump y Netanyahu, sus engendros. Algunos entes que quiso exterminar ahora lo emulan.
Palestina y Cuba deben ser rescatados. Lamentablemente ya no se cuenta con la culta y civilizada Europa, ahora convertida en el patio trasero de los yanquis.
II Arma de esta Derecha, la Mentira, no cesa de correr entre los pasillos de los comentócratas, aguerridos “analistas” reaccionarios cegados por la ira ante sus continuas frustraciones. Portan una lista, obviamente sin ningún argumento, solo exclaman la acusación, se rasgan las vestiduras e imploran compasión.
La joya de la corona es el artículo que, en el Washington Post, escribió Ernesto Zedillo aclamándose como el gran demócrata, halagándose, aplaudiéndose, elogiándose. Gracias a él, afirma, la Suprema Corte se afirmó como un poder independiente; impulsó la Economía (devaluando el peso, entregando todo a las empresas extranjeras, pagando deudas de los banqueros con dineros del pueblo…). Todo un estuche este desCarado sinvergüenza correveydile de los yanquis, premiado con un empleo.
Adoctrinando a sus corifeos, dijo que esta reforma es lesiva y perjudicial. Este señorito domesticado en Yale, nunca se percató de todo el daño que hizo al país entero. Le faltó vender la energía eléctrica, a Pemex y a su mamá… porque no tiene…
III Un su discípulo que dirige el Pri, Alejandro Moreno, no sabe tampoco que “alabanza en boca propia es vituperio”, como reza un adagio sabio y prudente.  Hemos escuchado también a ministros que renunciaron con desenfrenados autoelogios haciendo referencia a “su dignidad”, suponiéndola en entredicho, a su “trayectoria”, a su “posición obtenida meritoriamente”, según ellos.
El priísta dirigente, al igual que Trump, recibe más porras mientras más grita. No importa qué. Autocolocado como senador clama por sus privilegios perdidos y se apropia de un caudal de impresentable arrogancia. Priísta toda la vida y de temperamento pendenciero, se graduó como porro en la universidad. Utilizando métodos gangsteriles logró que corrieran a un honorable Rector. Se instaló más tarde como un reputado goberladrón. Su caminito estaba trazado…
Ministros heteróclitos y pluscuamperfectos nos ilustran con su sapiencia dándonos una lección de cómo violar y trastocar el texto constitucional y acomodarlo a sus mezquindades. 
Pues bien, estos ministros y estos prianistas nunca advirtieron que su deformación profesional no les propició herramientas para vislumbrar que estaban siendo entrenados para ondear la bandera de la estupidez. Y la exhiben con absoluta desfachatez, impúdicamente, sin ningún temor de hacer el ridículo. Con un narcisismo petulante y acomplejado se muestran, así, como la encarnación Suprema de la hipocresía moral, sin escrúpulos, con una agresividad clasista y hasta misógina nacida de una egolatría veleidosa. Nunca han sabido que la tal arrogancia es la máscara del miedo.
Sus diatribas, ausentes de argumentos, hablan por sí mismas. Y como de la abundancia del corazón habla la boca, nos han hecho saber que sus intestinos están repletos de insultos, denuestos y majaderías.
Pobres… son más dignos de compasión que de censura.

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