Reconocimiento

Política para mortales

Hoy es mi último día en Santa Fe, después de una incómoda y complicada travesía, debo admitir que me siento feliz por irme; sin embargo, no me puedo ir, sin reconocer de manera objetiva, lo mucho que he crecido entre los edificios de cristal. 
Soy lo que pienso y al escribir lo que pensaba he reflexionado hasta el frustrante hartazgo en ello, que hoy, soy alguien distinto. Sigo pensando que los egresados de universidades privadas, -que como un trámite obligado-, saltan a la iniciativa privada con el solo objetivo de hacer dinero, deberían servir en el sector público.
Sigo pensando que el privilegio no debe  servir para generar más privilegio, si no, que debe alimentar al hambriento, sigo pensando que el dinero no debe serlo todo y que una vida superficial es un crimen. 
Pero en honor a la verdad, debo reconocer que las letras que salen de lo más profundo de mí, vienen con manchas de coraje. Probablemente por la tremenda enajenación que siento con el mundo que me rodea, pues soy un observador del todo, con una empalagosa sensibilidad, pero nunca un integrante. Soy Pizarnik  (poeta, ensayista y traductora argentina) cuando dice “simplemente no soy yo de este mundo”.
Y quizá, detrás de una línea bien pensada, de mis ideas revolucionarias y trabajo incansable, vive en mí una necesidad de ser reconocido y quizá, muy dentro de mí, quiero antes que la justicia y la igualdad,  viajar en una camioneta Suburban con la leyenda “escolta” en un costado, quisiera tener una novia con ojos azules y piel blanca,  con un acento fresa y una tendencia por hablar en inglés. Quisiera en verdad tener un trabajo importante y un traje caro y que la gente de Santa Fe no viera mi piel o mi edad, si no lo que hay dentro de mí.  Hoy, veo mi lucha y me pregunto si es una coartada por el reconocimiento que quisiera tener. 
Quizá, por eso me llenó de lágrimas al ver marchas por el 2 de Octubre o Ayotzinapa, porque es gente diciendo “¡aquí estamos, también existimos!”. Abro mi corazón en estas hojas de un periódico y no de mis memorias, porque me he enfrentado en días anteriores a una serie de ideas que me han hecho pensar, que esa necesidad de reconocimiento, no es solamente una necesidad propia, si no una base del régimen en el que vivimos.  
Alguna vez, el mundo se dividió en dos, los comunistas y los capitalistas. Y a pesar del miedo que provocaba que alguno de los dos presionaran los botones y acabarán con la humanidad, existía en ese momento algo que hoy parece imposible, que eran dos sistemas distintos con un poder real, dos corrientes distintas que dominaban el mundo. 
Al caer el muro de Berlín, oficialmente ganó el Capitalismo y aunque fuera en un terreno poco estable, el único sistema que seguía de pie era el Liberalismo y todo disidente, no tendría ningún poder más que el de cerrar una calle, interrumpir un evento oficial o tirarle sopa a alguna pintura famosa. 
Un sistema Capitalista se come el mundo día a día, y a pesar de su crueldad, funciona suficientemente bien para subsistir. El problema de que un solo sistema centralice el poder, es que todo aquel que no coincide con ello, no puede pertenecer a otro sistema, solo revelarse ante él, por lo que considero yo, que hoy en las calles, exceptuando solamente aquellos movimientos que parten del dolor y piden justicia para ese dolor, existen movimientos que detrás de todo, solo piden reconocimiento. 
Y que, frente al pragmatismo y carencia ideológica del Capitalismo, forman movimientos que respaldan su superioridad con la teoría y justifican su opresión a partir de la columna vertebral que construyen -de inicio- del estudio y las ideas. Veámoslo en López Obrador,  quien llega a la presidencia cargando la bandera de la izquierda, y que desde la oposición, tanto tiempo tuvo para pensar y que hoy justifica sus abusos en su superioridad teórica y en el apoyo popular que han logrado, haciendo que la gente se sienta identificada y reconocida con ellos.
¿Que sigue con un sistema poderoso y creciente que se niega a escuchar, pero, quiere ser reconocido? la verdad es que no lo sé, supongo que ese será uno de los artículos que solo se pueden contestar en el futuro, pero creo que mientras tanto, es necesario que no justifiquemos los abusos con teorías que hacen sentido en papel o suenan bien en las tribunas.

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