La importancia de ganar

EMOC10NES

Cuando eras pequeño rondando los siete o nueve años y salías a jugar con tus vecinos ¿alguna vez conociste a alguno que fuera bueno en todo? O tal vez ¿conociste a alguno que, en aquello que era bueno, nunca cedía terreno? Algunos chicos tenían habilidades que, en aquellos años, parecían insuperables, y te lo demostraban cada vez que compartías tiempo con ellos. Todo el tiempo llegaban primero, atrapaban al compañero enseguida, conseguían el mejor escondite, anotaban la mayor cantidad de goles, canastas, ponches o lo que fuera que estuvieran disputando. En fin, un fastidio para todos los demás. Sin embargo, existía en inauditas ocasiones, un chamaquito, flaquito, correoso, buena onda, ese muchachito que, a pesar de ser muy talentoso en diferentes disciplinas, tenía la cortesía de dejarte ganar en algunas ocasiones, otra más te inspiraba la forma en cómo se conducía, te daban ganas de que te escogiera en la reta para formar parte de su equipo. Era la diferencia entre entender una competencia y privilegiar la convivencia.
Es muy complejo cuando siempre pierdes, porque empiezas a modificar tu pensamiento hasta adaptarlo al entorno para no sentirte miserable. Te convences de que eres muy pequeño y aún no desarrollas fortaleza en tus músculos para poder tener el alcance en la velocidad que tienen los demás; te convences de que no eres tan alto como para brincar lo suficiente y saltar del otro lado de la barda, alcanzar la vara del árbol, tocar la punta de aquel portón, y un sinnúmero de retos que requieren crecer un poquito más. Si este condicionamiento se ancla en tu sistema de creencias, entonces tendremos el hábito de justificar todo aquello que no lleguemos a alcanzar y siempre veremos a gente mejor que nosotros logrando cosas para las cuales no estamos preparados.
Siendo un niño, ojalá y hayas tenido ese compañerito que te permitía ganar de vez en cuando, porque se presentan condiciones de suma importancia para él y para ti. En el caso de él, un mayor número de niños lo llamará para jugar, en la mayor cantidad de veces y por la mayor cantidad de tiempo. En tu caso, tendrás la oportunidad de saber que cuando te esfuerzas podrás ganar y cuando demuestras poco interés, difícilmente obtendrás buenos resultados. Eso definitivamente hará una diferencia en la manera de construir tu realidad.
Cuando crecemos, la manera de interpretar las oportunidades tendrá un valor por demás relevante. Para empezar, seremos buscadores de desafíos. Que se necesita viajar a una nueva ciudad “yo voy”, que se requiere un nuevo comité para revisar el proyecto “cuenten conmigo”, que se necesita un coordinador para la logística de la fiesta de aniversario “nos lo aventamos”.  Y es que habremos adaptado nuestro sistema de recompensas para sentir placer al enfrentarnos a situaciones provocadoras que nos permitan llenarnos de dopamina y serotonina cada vez que ese desafío sea superado. Cuando las cosas se pongan difíciles, ya estaremos acostumbrados a activar un protocolo que nos exige analizar la situación, entender cómo es que funciona y cuál es el objetivo que se persigue, así como buscar posibles causas asociadas al problema. Sobre la base de lo anterior empezaremos a buscar alternativas que vengan de diferentes opiniones, áreas de dominio o alternativas a la mano. Y entonces organizaremos las actividades para darle sentido a la solución que más asequible parezca o mayores beneficios nos revele. El adecuado establecimiento de metas que nos permitan medir los avances, aunado, por supuesto, a un seguimiento y monitoreo cercano del proceso, nos permitirá visualizar, que tan bien o que tan atrás vamos de la meta. Cuando conseguimos cada meta nos auto motivamos a alcanzar la que sigue porque tenemos esa sensación de que nuestro esfuerzo adecuadamente orientado al resultado, nos llena de regocijo y nos hace sentir más fuertes, más generosos, más inteligentes y más voluntariosos, o lo que sea que esto último signifique.
Si eres joven y estás estudiando, déjame decirte que quiero que sepas y a la vez te enteres, que las oportunidades están justo frente a ti, para ser interpretadas como notables, valiosas, porque es el proceso de pensamiento y tu respuesta conductual la que debe estarse adaptando a tu dinámica académica. Tienes la oportunidad de practicarlo pues cada disciplina diferente en tu formación, representa el mosaico de posibilidades que tendrás al enfrentar el ámbito social y profesional que está delante de ti.
Si eres mamá o papá, comunícate eficientemente con tu hijo o hija para orientar su forma de enfrentarse a las dificultades. Simula retos para ellos. Observa de cerca a sus amigos y amigas, así como las dinámicas en las que se involucran para desarrollar vínculos a través del juego. A veces perdiendo se gana y a veces ganando se vuelve a ganar. Por ello la importancia de ganar debe estar presente en nuestro diario actuar.

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