AH PA’ LEGADO. Exgendarmes de la Comisión Estatal de Seguridad (CES) lanzó un video titulado "El legado", en el que rinden un supuesto homenaje a los policías caídos durante el sexenio liderado por el almirante en retiro José Antonio Ortiz Guarneros. Sin embargo, lo que se presenta como un tributo a la memoria y sacrificio de quienes perdieron la vida en el cumplimiento de su deber, se revela como un ejercicio de autoelogio y cinismo que raya en lo ofensivo. El almirante Ortiz Guarneros asumió un papel crucial en la seguridad de Morelos, y si bien el reconocimiento a los caídos en cumplimiento de su deber es fundamental, el contexto en el que se presenta este video no puede pasarse por alto. En lugar de un homenaje sincero, lo que se observa es un intento de limpiar una imagen manchada por la violencia y la muerte que caracterizó su gestión. Durante su administración, Morelos se vio sumido en un clima de inseguridad que dejó una estela de dolor en muchas familias y comunidades. Las cifras de homicidios y crímenes de alto impacto crecieron, y la percepción de la ciudadanía sobre la seguridad se deterioró drásticamente. El legado del almirante y su equipo no es el de un cuerpo de seguridad que protege y sirve a la ciudadanía; es, por el contrario, un triste recordatorio de la ineficacia y de las estrategias fallidas que, lejos de contener el crimen, permitieron que la violencia se apoderara de las calles. En este sentido, el video es una burla a quienes realmente perdieron la vida en el ejercicio de su labor, pues lo que debería ser un momento de respeto se convierte en un acto de cinismo y autoindulgencia.
FICCIÓN SUPERADA. Mientras que la Comisión Estatal de Seguridad (CES) se enreda en el vituperio por su propia alabanza, los números hablan por sí mismos y revelan una realidad preocupante para Morelos. De acuerdo con el informe de la organización Morelos Rinde Cuentas, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco ha cerrado su ciclo administrativo con cifras alarmantes: un incremento del 88 por ciento en homicidios, un aumento en la cantidad de personas sin acceso a los servicios de salud y un decepcionante porcentaje en la creación de empleos formales. Mientras ellos se concentran en el autoelogio, la población enfrenta un incremento de la violencia que ha dejado a muchas familias sumidas en el dolor y la incertidumbre. La gestión de la seguridad se ha convertido en un punto álgido de crítica, y cada cifra que aumenta es un recordatorio del fracaso de las políticas implementadas. Por otro lado, el acceso a los servicios de salud ha sido otro de los grandes pendientes de la administración de Cuauhtémoc Blanco. Con un aumento en el número de personas que carecen de atención médica, se pone de manifiesto la falta de inversión y el desdén hacia una de las necesidades más básicas de la población. La salud no puede ser un lujo, y el hecho de que más ciudadanos queden fuera del sistema es un signo alarmante de la desatención gubernamental. Adicionalmente, el bajo porcentaje en la generación de empleos formales refleja un panorama económico desalentador. La falta de oportunidades laborales dignas no solo impacta la economía familiar, sino que también contribuye a un ciclo de violencia y desesperanza que parece no tener fin. En lugar de celebrar logros ficticios, las autoridades deberían centrarse en crear políticas efectivas que generen empleo y bienestar, y que realmente impacten positivamente en la vida de los morelenses.
NO LO DEJAN IR. Ayer el avión que transporta al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se vio envuelto en un incidente poco común y preocupante: tras despegar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la aeronave, un Airbus A319 apodado “Aerolula,” tuvo que regresar debido a un problema técnico. Lo más sorprendente fue que, en lugar de aterrizar inmediatamente, el avión estuvo dando vueltas sobre la capital mexicana para consumir el combustible necesario antes de realizar un aterrizaje seguro. Este tipo de situaciones, aunque no son inusuales en la aviación, generan inquietud, especialmente cuando se trata de un líder de la magnitud de Lula, quien no solo representa a Brasil, sino que también tiene un papel clave en el ámbito político y económico de la región. La aeronáutica brasileña confirmó el problema y, aunque las autoridades actuaron con prontitud, el episodio sirve como un recordatorio de la vulnerabilidad inherente a los viajes aéreos, incluso en vuelos que parecen rutinarios. Es importante destacar que, aunque se han implementado numerosos avances en tecnología y seguridad en la aviación, los problemas técnicos pueden surgir en cualquier momento. Este incidente también subraya la importancia de los protocolos de seguridad, que permiten a las aeronaves gestionar situaciones complicadas y garantizar la seguridad de los pasajeros a bordo. La decisión de circular sobre la ciudad para consumir combustible es, en efecto, una medida prudente que evidencia la profesionalidad de la tripulación y el control de la situación. Sin embargo, la atención mediática que genera un vuelo presidencial, especialmente en momentos de crisis o problemas, puede tener repercusiones más allá de lo inmediato. La imagen de un presidente volando en círculos sobre una gran metrópoli puede suscitar inquietudes tanto en la población brasileña como en la internacional, sobre la seguridad de sus líderes y la capacidad de sus gobiernos para manejar situaciones adversas. Afortunadamente, el incidente no resultó en mayores complicaciones y el presidente Lula da Silva pudo aterrizar de manera segura. No obstante, este episodio es un recordatorio de que, en el mundo de la aviación, la seguridad es una prioridad innegociable y que, a pesar de los avances tecnológicos, siempre existe un margen de riesgo que debe ser gestionado con seriedad. En un contexto global donde la seguridad y la estabilidad son más importantes que nunca, situaciones como esta nos invitan a reflexionar sobre los protocolos y las medidas necesarias para proteger a nuestros líderes y a la población en general.
ABUSO. El gobierno de Cuauhtémoc Blanco ha sido objeto de críticas constantes, y no sin razón. Durante su mandato, el respeto a las leyes y a la Constitución parecieron ser prioridades secundarias, o incluso inexistentes. En lugar de actuar conforme a lo establecido, su administración se dedicó a evadir regulaciones y normas, demostrando un desprecio alarmante por el marco legal que debería regir el funcionamiento de cualquier gobierno. Un episodio emblemático de esta falta de respeto por la ley ocurrió cuando Cuauhtémoc Blanco decidió abandonar su cargo 30 días antes de concluir su mandato. Esta estrategia no solo le permitió evitar el proceso de solicitar la aprobación del Congreso para su salida, sino que también impidió que este pudiera nombrar a un gobernador sustituto. Este movimiento calculado revela una intención clara: proteger su legado y asegurarse de que su administración no enfrentara ningún tipo de escrutinio por su desempeño. Sin embargo, en un acto que raya en la burla, el gobierno de Blanco optó por otorgarle el grado de "gobernador" al secretario de gobierno, Samuel Sotelo. Aunque este último desempeñó funciones de manera interina, su nombramiento no fue formal y careció del respaldo legislativo correspondiente. El descaro fue tal que incluso se colocó el retrato de Samuel Sotelo en oficinas gubernamentales, como si realmente hubiera ejercido el cargo de gobernador de manera legítima. Esta acción no solo es un insulto a la legalidad, sino también a la inteligencia de los morelenses que han sido testigos de una gestión caracterizada por la falta de transparencia y rendición de cuentas.