El anuncio de la presidenta electa del país, Claudia Sheinbaum, para extinguir la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM), es consecuencia de las múltiples irregularidades y la corrupción irremediable en que han incurrido las autoridades nacionales y, sobre todo, las de los estados del país, en perjuicio del magisterio
Desde la implementación de este sistema en el año 2009 en que iniciaron los programas de asignación de nuevas plazas por concurso tras el acuerdo de la Alianza por la Calidad de la Educación SEP-SNTE, y luego con la reforma educativa del expresidente Peña Nieto que dio origen a la Ley del Servicio Profesional Docente y sus mecanismos para definir el ingreso, la permanencia y promoción, no sólo fue imposible establecer un sistema eficiente sino que los viejos vicios que se pretendieron combatir, es decir la asignación discrecional de plazas y su venta, se acentuaron, por lo que la transparencia y las garantías para mejorar lo estándares de la enseñanza de los docentes se fueron al cesto de la basura.
Por ello, entre los argumentos que el gobierno de la 4T esgrimió para platear una nueva reforma educativa, estuvieron precisamente la de enterrar la Ley General del Servicio Profesional Docente y el sistema impuesto para evaluar a los docentes e ingresar a los nuevos, pues ademas de ineficiente y corrupto, era punitivo. En su reforma, el actual gobierno creo la Ley para la Carrera de las Maestras y los Maestros y con su brazo ejecutor para la evaluación dio origen a la USICAMM, pero a menos de cuatro años, pronto también será historia.
Y las causas son las mismas en los procesos de ingreso y promoción: burocracia, ausencia de transparencia y corrupción, pues la igual que desde el año 2009, las autoridades se reservan para sí la aplicación, calificación y resultados de los mecanismos de evaluación, prevalece un dudoso procedimiento de asignación de plazas y siguen siendo un secreto a voces la discrecionalidad y la venta de las mismas.
Y no hay más responsables directos del fiasco histórico de este sistema de evaluación, ingreso y promoción docente que las autoridades de la SEP y de las instancias encargadas en los estados del país, pues desde el año 2013 con la reforma de Peña Nieto, el SNTE pasó solo a observar, cuantificar y denunciar las múltiples irregularidades y la corrupción, sin poder ir más allá ante los candados que la ley le impuso a una legítima representación y defensa de los derechos de los maestros, hasta que el hartazgo y un escenario político más favorable, terminaron por echar abajo este sistema, dando respuesta a una demanda que comenzó a surgir con fuerza en la segunda mitad de la gestión del presidente López Obrador y que le fue planteada en campaña a la presidenta electa, quien se comprometió a revisar el tema.
En esta tesitura no hay mejor ejemplo del desaseo que hoy priva en la USICAMM que el expuesto en el Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), dónde basta darse una vuelta estos días para conocer la opinión de los cientos de profesores que han participado en los procesos de ingreso o promoción en los últimos años, así como su sentir con respecto a lo que hacen los encargados de la Unidad, en las direcciones o departamentos y del instituto, y en donde los múltiples señalamientos configuran un rosario con dedicatoria.
Durante todos estos años el SNTE no pudo evitar los perjuicios y la burla de muchos maestros que tuvieron que someterse a un sistema que simula procesos para legitimar, en realidad, mecanismos de asignación discrecional que históricamente han sido severamente cuestionados y que han dado al traste con la tan ansiada calidad educativa, pero lo que sí pudo es echarlo abajo para ver en el horizonte un nuevo esquema en el que, seguramente buscará ahora ser más que un observador, veremos…