El odio mueve al mundo y no debemos permitirlo

El odio mueve al mundo y no debemos permitirlo
Hertino Avilés Soto Mar, 30/07/2024 - 13:08

Ayer, Nicolás Maduro se reeligió como presidente de Venezuela y aunque me cuesta entenderlo, hay quienes festejan el resultado, mostrando que las llaves a las que les otorga beneficios, le siguen dando acceso en las puertas del poder.
Mientras tanto en Argentina, un hombre greñudo, gritón y colérico, despertó pasión entre la ciudadana y fue electo Presidente, en Estados Unidos una bala atravesó la  oreja de un candidato que ha construido su imperio a través del miedo y odio, por lo que hoy ve la reelección cercana, en México un hombre de la Macuspana, termina su gobierno y sigue apelando al odio y a emociones apasionadas de sus simpatizantes, cuando recuerda gobiernos anteriores.
Es el tiempo de los gobiernos populistas (lo que no tiene que ver con izquierdas o derechas), con líderes mesiánicos que hablan mucho, pero no construyen nada; que critican todo, pero no hacen algo al respecto y, que dejarán un legado vacío, producto del ensordecimiento que provocaron los aplausos que los acompañaron durante el poder.
En los últimos días de mi vida, he descubierto que mi método de aprendizaje es kinestésico, pues no aprendo ni viendo o escuchando si no sintiendo. Yo no siento con el tacto, si no con el corazón, admito pues, que los gobernantes populistas me parecen interesantes, apasionantes y románticos y que quizá, en la intimidad de una urna elegiría a uno de ellos por sobre un estadista -cosa que estoy intentando cambiar- sin embargo; debo admitir, que algo me ha molestado particularmente sobre este tipo de gobiernos; me refiero al odio que existe en la médula que los mantiene de pie.
Toda revolución o cambio político importante nace del descontento popular, aunque quisiéramos que no fuera así, parece ingenuo ese arte que se pone en los museos de Nueva York con las palabras “Cree en ideales que no involucren cubetas de sangre”.
Cuando no se puede pensar en los franceses decapitando a María Antonieta de forma dulce -y cuando en ese mismo Nueva York, se financian las más importantes armerías del mundo mediante la bolsa-. Sin embargo; existen cambios y transformaciones importantes, que no tiene  que ver con las falsas y vacías transformaciones que estamos viviendo cuyo único objetivo es que alguien acceda al poder que usan el odio como gasolina.
Me molesta mucho un Javier Milei, respaldando sus agresivas medidas, diciendo que aquel que está en contra solo está resentido, un Obrador que justifica sus actos diciendo que lo respalda el pueblo y llamando “Traidor a la Patria” a cualquiera de sus opositores, un Donald Trump que, como gusano, se ha arrastrado por la política repartiendo odio como una víbora. Quizás, sin darnos cuenta, hemos dejado que estos sistemas políticos nos hagan defenderlos en contra incluso de nuestra propia unión.
El odio que ellos profesan lo recibimos y lo arrojamos al prójimo. Hoy, el odio mueve al mundo, mantiene de pie a líderes con negras intenciones y nos nubla la razón; por eso digo, antes que ideologías, partidos y candidatos hay que tener patria.

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Política para mortales