Niños sicarios: delinquen a sangre fría o amenazados

Niños sicarios: delinquen a sangre fría o amenazados
Mario Barrera Vie, 19/07/2024 - 14:32

Algunos pareciera que lo llevan en la sangre, en tanto otros se ven obligados a volverse niños sicarios, porque sus familiares son amenazados de muerte. Es así como los cárteles "enganchan" a los menores para convertirlos en el brazo ejecutor de sus crímenes.
Y, lamentablemente, Morelos ha sido noticia global por los casos de niños y jóvenes que, por voluntad propia, sin más opciones, y otros bajo amenazas, asesinan a mansalva y después ya no se detienen.
Cuando Edgar, mejor conocido como "El Ponchis", de 11 años de edad, fue detenido por el Ejército, claramente dijo que no se arrepentía y que sabía lo que le aguardaba, sin mostrar ningún dejo de arrepentimiento.
Y el contraste: Giovanni Molina, de 18 años, y Erick Antonio, de 15, se sumaron también al sicariato, amenazado uno porque si no accedía a las exigencias del Cártel del Pacífico (Cártel Sinaloa), su madre sería "levantada" primero, y después asesinada. El otro refirió que, en su caso, las mismas amenazas fueron proferidas por los criminales, pero para su hermana...
También figura el caso de los llamados “Niños Sicarios”, David y Fabián, quienes se iniciaron en asaltos menores, pero después se les pagó por asesinar personas, entre las cuales figura un empresario al que balacearon a bordo de su auto, un Grand Marquis blanco. En su celular guardaban las fotos de sus víctimas para enviarlas a sus “patrones”. Ellos mismos confesaron que aceptaron un crimen por encargo porque querían unos tenis y ropa para ir a una fiesta... Y el valor de cada una de las nueve vidas que arrancaron oscilaba entre dos y tres mil pesos.
Casos extremos en que, al final, los niños sicarios se adaptan a su nueva vida y el asalto primero, pero después el asesinato por encargo, que se vuelven como una droga para ellos.
La saña de "El Ponchis", mutilando y degollando a sus víctimas, trascendió fronteras. Los otros dos jovencitos desfiguraban a balazos el rostro de aquellos cuyos días estaban contados por encargo. Y ya, en ambos casos, la pregunta a sus "patrones" era el monto del pago por el "trabajito".

 

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No hay datos oficiales de los niños sicarios en el país, como si para las autoridades de los tres órdenes de gobierno casos como estos no sucedieran o fuesen la excepción. Son nuevamente las Organizaciones No Gubernamentales, como la Red por los Derechos de la Infancia, las que llevan un recuento y señalan que tienen contabilizados mil 200 niños y adolescentes muertos en el país por su involucramiento directo con el narco, o como víctimas colaterales.
Comienzan como "Halcones", es decir, vigías. Los vuelven adictos, los inician en robos comunes, después a mano armada y, finalmente, en el asesinato por encargo.
Tal es el caso de Giovanni y Erick, que después de las amenazas de hacer daño a sus familiares, se "habituaron", sin otra opción, a sus nuevas actividades. Pero no dejan de ser niños que abandonan esa etapa de la vida en el peor de los contextos. 
Instalados en sus nuevas vidas y actividades, los niños sicarios como "El Ponchis" y muchos otros, acaso sepan bien que, como refieren las ONGs, el destino de los niños sicarios es morir acaso en un enfrentamiento en la disputa por territorios a manos de otra banda, también de adolescentes mandatados por narcos, o a manos de sus propios patrones, cuando sus adicciones los vuelven inservibles para el "trabajo", o porque constituyen un cabo suelto y no quieren arriesgarse.
"El Ponchis" salió de su reclusión por los terribles crímenes cometidos en 2013 y fue enviado a Estados Unidos con sus familiares, sin que se sepa de su suerte, pero a pesar de todo aún está con vida. De Giovanni y de Erick, quienes dejaron el Centro de reclusión en 2015, después llevaron una vida más discreta: uno como vendedor ambulante, otro como empleado en un puesto de jugos.
Acaso en estos dos últimos casos, el miedo a ser alcanzados por sus "patrones" para "silenciarlos" sea la constante. O tal vez, solo tal vez, hayan aprovechado la oportunidad que el sistema de justicia -y la vida- les dio para enderezar su camino.
Y, sin embargo, la suerte fue distinta para sus víctimas y sus dolientes familias.
POLÉMICA SOBRE REDUCIR EDAD PENAL A MENORES HOMICIDAS
Paulatinamente resurge la polémica en torno a reducir la edad penal a los menores que incurren en homicidios, o que fuertemente armados se dedican a la extorsión y el secuestro, en tanto que especialistas han realizado estudios en los que demuestran que lejos de aumentar incluso las penas para adolescentes, el estado debe trabajar intensa e integralmente en generarles mejores condiciones de vida y combatir directamente a los cárteles para que no tomen las vidas de nuestros hijos.
Después de la captura de Maximiliano "N", acusado de varios crímenes, entre ellos el asesinato de un guardia de la Policía Industrial Bancaria, dos problemas han saltado a la palestra: el reclutamiento que aumenta de jóvenes por parte de cárteles de la droga para convertirlos en niños sicarios, y el planteamiento de reformas legales lo mismo para bajar la edad penal a los infractores de la ley que para aumentar sus penas.

 

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Estos planteamientos ya habían sido hechos durante 2015, después del sonado caso del niño sicario apodado “El Ponchis”, particularmente por la saña con que ultimaba a las víctimas que por encargo asesinaba y porque no dio muestras de arrepentimiento.
Por esos años, después de su salida de prisión, hubo dos legisladores locales que particularmente se pronunciaron por impulsar reformas a la ley, para que los niños sicarios, secuestradores y extorsionadores pasaran más tiempo en proceso de reinserción social, penas más amplias, pero también una edad más corta para someterlos a proceso a partir de los 12 años.
La diputada del Partido del Trabajo, Adriana Mujica Murias, dijo entonces: “Tenemos casos muy graves como el de El Ponchis, por poner el ejemplo extremo, que va a cumplir una penalidad que se acaba al llegar a los 18 años, o que son mínimas, más allá de lo que hayan hecho, el delito o los delitos que hayan cometido”.
El aumento de las penas y la reducción de la edad para penalizar a los menores, dijo entonces, al presentarse la iniciativa de reforma, iba más allá: “Es una iniciativa que habla, por una parte, de penalidades más severas, más allá del cumplimiento de los 18 años de edad, lo cual es importante porque, de hecho, el crimen organizado ha estado utilizando a muchos adolescentes pensando que no pasaba nada”.
La propuesta fue impulsada, principalmente, por el diputado Jorge Arizmendi García, lo que refleja que hace casi diez años atrás, tanto la presencia de los cárteles del narcotráfico ya era fuerte en Morelos, y que usaban como brazo ejecutor a niños y adolescentes y que el problema no se enfrentó, sino que se dejó crecer, como ocurre ahora.
Y, frente a ello, hay otra visión: los especialistas como José Luis Cisneros, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, en su obra “Niños y jóvenes Sicarios, una batalla cruzada por la pobreza”, señala que las acciones punitivas pueden ser la salida fácil para gobiernos que no reconocen que se ha fallado a la hora de corregir todos los problemas contextuales que empujan a la delincuencia, y que van desde la desintegración familiar, el desempleo, los bajos salarios, la ausencia de oportunidades para que los niños y jóvenes desarrollen una vida productiva, lejos de las bandas criminales, a las que las autoridades no han podido someter.

Algunos pareciera que lo llevan en la sangre, en tanto otros se ven obligados a volverse niños sicarios, porque sus familiares son amenazados de muerte