A la próxima presidenta

Dominó social

Estimada presidenta electa:
Primeramente, permítame felicitarle por el acto histórico de ser usted la primera mujer que gobierne a este país, que por mucho, históricamente se ha caracterizado por ser machista; y si bien es cierto que fuese usted o Xochitl Gálvez quien saliera triunfadora, las matemáticas le indicaban a la historia que era tiempo de ser gobernado por una mujer.
Alcanzar los números que usted alcanzó en la pasada elección del 2 de junio es sin duda un acto de rebeldía por sí mismo, pues en un país en donde diario desaparecen 11 mujeres, tener a más de 35 millones de personas depositando en usted la esperanza de un mejor país, sin duda es de aplaudirse.
Hace algunos años, su homónimo Enrique Peña Nieto aseveraba que ningún presidente podría levantarse todos los días pensando en cómo “joder al país”, y de esa misma manera, considero que ningún mexicano que verdaderamente ame esta tierra podría desear que le vaya mal a quien llevará las riendas del gobierno federal. Es por eso, que a pesar de mi diferencia ideológica y política con la de usted, no puedo más que desear que le vaya bien en la gestión que a partir de octubre encabezará. 
En usted, como en cualquier otro presidente en el mundo, recae la responsabilidad de responder a las necesidades de quienes votaron por usted, y de quienes no lo hicieron. 
No va ciegas, usted desde hace mucho acompaña al actual presidente y sabe de las heridas más profundas de la sociedad mexicana, y contrario al señor López, usted al venir de la misma línea del presidente saliente no tendrá derecho alguno de culpar de sus errores al pasado, pues sería una contradicción misma de su propia campaña. Por esa misma razón es que usted tendrá un doble trabajo; en primera instancia, le será casi obligatorio separarse de la figura de Andrés Manuel López Obrador; ya vivió poco más de un año a la sombra de la figura que el presidente pintó en usted, ha dejado de ser “la corcholata de Andrés” para convertirse en la presidenta de México.
El altísimo honor de ser la titular del Poder Ejecutivo Federal conlleva también una muy alta responsabilidad. Sí, con sus compromisos establecidos en campaña, pero también con las causas de la ciudadanía, y por ciudadanía me refiero a todo aquel que habita el territorio nacional o lo representa en el exterior. 
Es verdad que gran parte de su triunfo se debió a una oposición casi invisible, que no estuvo a la altura de representar dignamente a quienes no comulgaban con su proyecto, sin embargo, deberá usted tender un puente que permita conciliar a este país que tan dividido ha dejado su antecesor. 
En este país de tantos prejuicios a las mujeres por solo hecho de ser mujer nos depositan innumerables actitudes y acciones que “deberíamos” tener o hacer; que si los cuidados, que la delicadeza, que si la imagen, en fin… sin fin de cosas que supongo usted misma ha experimentado; sin embargo, seremos las propias mujeres las que depositaremos un deber ser en usted, y es que esperamos después de seis años de indolencia, que sea usted no solo la que abra las puertas del palacio nacional a nuestras necesidades, si no, la que desde el poder reconozca nuestras luchas y las tome como propias para dar reconocimiento y respuestas. 
Recuerde usted, que al poder se le cuestiona y se le revisa, nunca se le alaba, y por ello mismo es que será usted quizás la mandataria más cuestionada y revisada no solo por los mexicanos, si no por el concierto de las naciones completo. 
Finalmente, Dra. Claudia, es usted científica, le pedimos encarecidamente que a diferencia de su líder ideológico, usted gobierne desde la razón y no desde la víscera.
FB. Xóchitl Azpiazu
Twitter. @xoch_azpiazu

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