Llega el niño apresurado a su clase de inglés y le pregunta a la maestra –teacher ¿qué quiere decir nothing? La maestra responde “nada”; el niño un poco sorprendido le dice “¡bueno!, ¡algo querrá decir!”. La mamá se encuentra cocinando cuando entra su hijo entusiasmado gritando “mamá, mamá, ¡en la clase soy el más alto y el que más sabe! La mamá responde “pues claro mi niño, ¡tú eres el profesor!”. El niño llorando le dice al maestro “Profe mire, -snif- me pusieron guacamole en el pelo” el profesor decepcionado le dice “¡¿Otra vez Nacho?!”.
La figura del docente se ha reinterpretado y no necesariamente para bien. Ha pasado de ser la persona con más conocimientos en la clase, a una persona que apenas tiene idea de los intereses de sus alumnos. Antes recibía cualquier cantidad de elogios por su labor en la formación de hombres y mujeres deseables para la sociedad, ahora es altamente criticado por sus formas de utilizar el lenguaje para corregir a sus alumnos. Antes incluso se le concedía cierta venia para aplicar correctivos físicos a los estudiantes de bajo rendimiento, hoy día en España, en ciertas instituciones de Barcelona, no se les permite siquiera saludarlos de mano, pues tienen prohibido tener contacto físico con los alumnos y alumnas.
Según la Real Academia Española (RAE) el analfabetismo es la incapacidad de una persona para leer y escribir. Éstas se consideraban habilidades altamente útiles para acceder a la información que pudiera ser parte medular en el desarrollo académico de los estudiantes. En los tiempos actuales, las tecnologías de la información han desarrollado una serie de dispositivos, programas y otros avances para hacer llegar la información a través de videos, podcast, audiolibros, plataformas de streaming, etc., que permiten a los alumnos acceder a la información sin recurrir a la lectura. Algunas aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) le permiten al estudiante, en segundos, crear resúmenes, ensayos, parafraseo, editoriales y otros productos sin la necesidad de recurrir a la escritura. Pero ¡¡cuidado!! Eso NO significa que pueda mejorar su desempeño académico, sino todo lo contrario. ¡Entonces! ¿Qué significa ser analfabeto ahora? Bueno, en realidad ahora tenemos un problema mayor. Ahora tenemos otros tipos de analfabetismo mucho más complejos que sólo leer y escribir.
Tenemos el analfabetismo digital, pues con el desarrollo de múltiples y variadas aplicaciones, es necesario entender las funciones primordiales que nos permitan tener conectividad para evitar contratiempos en la falta de transmisión de datos; seguridad para evitar ser víctimas del robo de datos, robo de identidad, clonación de claves interbancarias, etc.; almacenamiento ya que una buena gestión de datos nos evitará que el dispositivo pueda bloquear funciones de almacenamiento precisamente cuando estamos a punto de sacar esa foto imperdible.
Analfabetismo funcional: es aquel que nos permite aplicar nuestros conocimientos a situaciones de la vida cotidiana para resolver problemas y sugerir un abanico de soluciones con diferentes perspectivas a la misma problemática. Y les prometo que no es un problema menor, ya que el conocimiento mal aplicada o su omisión, es mucho peor que la falta de conocimiento, ya que, en este último caso, se puede experimentar por pura curiosidad y tener éxito si se hace ordenadamente.
Analfabetismo financiero: es altamente necesario entender los nuevos modelos de generación de riqueza y los avances en materia de inversiones ya que ha dejado de ser un requisito contar con grandes sumas de dinero para ser un inversionista sobresaliente. Habrá que decir las bondades de aprender el manejo de plataformas digitales y entender el movimiento de mercados específicos que tiene rendimientos en divisas incluso digitales.
Analfabetismo emocional: la gestión de las emociones se ha hecho relevante en los últimos años, y ha arrojado resultados poco saludables, ya que el tiempo dedicado a estos temas, así como la dinámica en el seno familiar, lejos de ser un apoyo que apuntale lo iniciado en clase, han sido una barrera de desarrollo importante.
Por todo esto, se hace relevante felicitar a los docentes que se enfrentan retos inimaginables para su labor. Mis felicitaciones a las profesoras y profesores que tienen que recorrer distancias enormes e incluso rentar una habitación en ciudades lejanas o la montaña para poder desempeñar su función; a quienes luchan contra corriente pues sienten que lo que avanzan en clase, se retrocede dos veces al regresar a casa; a quienes tienen dos plazas o más para poder cubrir las horas necesarias que representen un ingreso apenas suficiente; a quienes no tienen un solo alumno sobresaliente en clase, pero aman a cada uno de ellos como si fueran los más destacados del municipio; a quienes han puesto de su bolsillo con tal de adquirir materiales, bocadillos y hasta han pagado el pasaje de sus alumnos en aras de mantener la unión y el bienestar en el aula; a quienes han alzado la voz para defender a sus pequeños; a quienes se han desmoronado en llanto al abrazar a ese pequeño o pequeña que les tocó el corazón; a quienes cada fin de curso se desprenden de un pedazo de piel y alma en cada generación que concluye su ciclo; a quienes sufren injusticias en su escuela por una autoridad indolente y hasta tiránica. A todas y todos ustedes mis mejores deseos y mi reconocimiento por tan noble labor, porque estar frente a grupo implica un compromiso con personas de carne y hueso en plena formación, implica moldear sonrisas, motivar crecimiento, programar emociones y elevar corazones para alcanzar un entendimiento que les ayude a transitar por esta gran aventura que es la vida.