Abrazo literario

EMOC10NES

¿Recuerdas cuando tu mamá entraba a la habitación y te soltaba un golpe porque eras el primer hijo que se le ponía enfrente? Entonces exclamabas “pero… ¿yo qué hice?” y la mamá sin remordimiento alguno respondía “¡tú sabrás!” y la verdad es que… si sabias. En otra ocasión con el mismo escenario entraba la mamá, te ponía un golpe y tú le decías “¡pero si yo no hice nada!” y la mamá con la misma tranquilidad te decía “¡imagínate si hubieras sido tú!”. ¡Ay nuestras madres! Siempre tan justas, siempre tan lindas, siempre dándonos lecciones. 
No pretendo ser sexista ni mucho menos, sólo es una forma de expresar una idea con elementos conocidos. Me gusta pensar las cosas en función de un caos femenino y un orden masculino. Es decir que en el orden (masculino) tendremos la estructura, tendremos estabilidad, certeza, pero no tendremos crecimiento. En cambio, en el caos (femenino) tendremos aventura, inestabilidad, incertidumbre, pero sólo así desarrollaremos algo nuevo y veremos un nacimiento, tendremos vida. Por eso, en el caos que representa el desarrollo de un nuevo ser, surge algo completamente nuevo, surge la vida. 
Cada nacimiento es distinto. Pudimos haber nacido de forma natural, a través de cirugía, en parto programado, de emergencia, con tres horas de trabajo de parto o con más de diecisiete, pero aun cuando es cierto que las condiciones al nacer influyen en nuestra vida, también es cierto que no nos determinan. El cariño y cuidado durante nuestra gestación, nos puede hacer menos traumático el periodo de dependencia total. Nos facilita imitar conductas amistosas, amorosas, divertidas provenientes de una madre.
Hoy quiero darte un fuerte abrazo literario, y no estoy seguro de que signifique eso, pero quiero dedicarte unas líneas para que celebremos juntos que eres madre, eres hija o hijo y valoras a tu mamá, que eres abuela y sabes aconsejar a tu hija que se ha convertido en madre.
¿Eres mamá? Felicidades. Esto es para ti que reconoces en tus hijos a personas con talentos y anhelos dignos de ser cuidados y desarrollados; a ti que perdiste un hijo y que después de algunos intentos y sacrificios, hoy tienes en tus manos un hermoso ejemplar de la más valiosa manufactura biológica y sé que eres dichosa al sostenerlo en tus brazos; a ti que te estás preparando cada día en cada oportunidad para alcanzar una mejor posición en tu desarrollo profesional en aras de ofrecer un futuro más prometedor para tus pequeños; a ti que te levantas de madrugada para dejar todo listo para tus hijos y emprender una jornada en dos empleos diferentes con tal de que en casa no les falte nada; a ti que has llorado porque te sientes desamparada, porque tus padres no están ya contigo para guiarte en esta difícil tarea de criar a tus hijos; a ti que tuviste que quedarte en el hospital aún sin un tiempo suficiente de recuperación, pero fortalecida con la idea de ver a tu bebé salir bien de esa cirugía; para ti que has hecho oración para que esa situación desfavorable, no alcance a tu hijo o hija que está buscando su vida en otra ciudad, u otra nación; para ti que has calculado que no estarás en ese magnífico día para tu hija o hijo porque tu salud no dará para esa fecha, pero tu amor estará presente en su sonrisa e iluminará el lugar con tu recuerdo; para ti que amas con intensidad a tus hijos y los acompañas en su caminar sin obstruir su desarrollo; para ti que has pedido todos los días por ese hijo o hija de quien no sabes nada todavía, te acompaño en tu oración rogando que pronto tengas nuevas y buenas noticias; para ti que todos los días agradeces para que la condición de salud de tu pequeña o pequeño vaya evolucionando en forma favorable; para ti que disfrutas ser madre y lo haces patente con el cariño desmedido que ofreces a tus hijos.
¿Eres hijo? Para ti que la visitarás con la fragancia que más le gusta, le darás un fuerte abrazo y compartirás esas deliciosas enchiladas; para ti que le llamarás desde otra ciudad y le dedicarás una amena charla describiendo cuanto la extrañas y cuanta falta te hace ese chocolatito caliente con la voz dulce diciendo “todo va a estar bien”; para ti que sigues en el hospital esperando y tomándole su mano, te acercarás para darle ánimos aun cuando el informe médico no sea tan favorable; para ti que visitarás el camposanto con el pecho adolorido pero la conciencia tranquila de haber entregado lo mejor de ti cuando podías; para ti que estás contrariado con ella por la última discusión que tuvieron y que harás una oración solicitando fuerzas para arreglar las cosas; para ti que estás al cuidado de ella desde esa desafortunada caída que la ha limitado a un espacio de movilidad estrecho e incómodo, quiero decirte que estás dando tu mejor esfuerzo, no te culpes, ella lo entiende; para ti que reconoces la empatía, reciprocidad y le agradeces que cuide a tu(s) hijos mientras sales a ganarte el sustento diario; para ti que hoy día vas poco a poco comprendiendo que aquellas exigencias de tus padres que alguna vez fueron motivo de discusiones y distanciamientos, forjaron tu carácter para hacer lo propio con tus hijos.
Mi respeto, mi reconocimiento y mis mejores deseos para quienes han tenido la dicha de ser madres y se enfrentan día a día con la fluctuación de lo vital y la evidente huella de su amor por quienes entregarían la vida misma sin una mínima expresión de duda.

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