La culpa

Mirador 21

Los recientes hechos registrados en el municipio de Taxco, en el vecino estado de Guerrero, con el reprobable homicidio de la pequeña Camila y las consecuencias de los que ya todos conocemos, nos evocan a centrarnos en un comportamiento hasta cierto punto normalizado entre nuestra sociedad y que es justamente la culpa. 
Frente a los hechos mencionados lo primero que motivó a la gente fue justo eso: culpar a alguien, y quienes recibieron el señalamiento inmediato fueron la familia a donde habría acudido a nadar la pequeña Camila. Pero la propagación de culpas no terminó ahi. llegó al grado que hoy un secretario de seguridad pública, ha renunciado a su cargo porque tuvo el desatino de caer en el mismo juego y "culpar" a la madre de la pequeña por lo sucedido. a menudo como sociedad, cuando algo sucede, incluso sin pensarlo siempre buscamos culpables.
De acuerdo con especialistas, en la compleja danza de la vida cotidiana, es innegable que los seres humanos a menudo buscan eludir responsabilidades propias, recurriendo a la cómoda estrategia de señalar con el dedo a otros actores en el escenario de la culpa. 
Este comportamiento, más que un simple juego de culpas, revela aspectos profundos de la psicología humana y su resistencia intrínseca a aceptar sus propias faltas. En lugar de asumir de frente las consecuencias de nuestras decisiones y acciones, es común que busquemos chivos expiatorios en el entorno que nos rodea. 
Esta tendencia, observable a lo largo de la historia y en diversos ámbitos de la sociedad, encuentra su raíz en una compleja amalgama de factores psicológicos, sociales y culturales. la más común de las culpas como sociedad, siempre apunta hacia las autoridades en turno, sin asumir que también como parte de la sociedad tenemos corresponsabilidades. 
No obstante, en primer lugar, la aversión al error y al fracaso se erige como un poderoso motivador para desplazar la responsabilidad. El miedo al juicio ajeno y la necesidad de preservar nuestra imagen muchas veces nos impulsan a transferir la carga de culpa a otros, como si admitir un error fuera un signo de debilidad. 
Asimismo, las estructuras sociales a menudo refuerzan este comportamiento. Desde edades tempranas, la sociedad nos educa en un paradigma de recompensa y castigo, donde la culpa puede ser percibida como una pena social. En este contexto, la tendencia a buscar culpables externos se convierte en una estrategia autoprotectora arraigada en el tejido social. 
A pesar de ello, esta dinámica no está exenta de consecuencias perjudiciales. La falta de asunción de responsabilidades puede obstaculizar el crecimiento personal y la construcción de sociedades más justas. La cultura de la culpa externalizada puede perpetuar injusticias y entorpecer la resolución efectiva de problemas. alguien lo dijo por ahí. 
Hasta ahora no existe la certeza, al menos para el grueso de la población, sobre lo que sucedió en torno al homicidio de Camila. Ni siquiera se tiene la plena certeza de que la mujer que fue linchada fuese la autora intelectual o material del feminicidio, pero de lo que sí estamos seguros es que un grupo de vecinos la mató a ella y dejó muy mal heridos a otros dos hombres, uno de ellos menor de edad.
Abordar esta tendencia implica un cambio profundo en la forma en que concebimos la responsabilidad. La promoción de una cultura que valora la honestidad, la introspección y la asunción de errores como oportunidades de aprendizaje es esencial para revertir esta dinámica perniciosa. 
Además, el fomento de la empatía y la comprensión hacia los demás puede contribuir a edificar puentes en lugar de levantar barreras de culpa. La reflexión sobre nuestra propensión a culpar a otros por nuestras responsabilidades nos invita a cuestionar la naturaleza misma de la culpa y su función en nuestras vidas. 
¿Es la culpa un enemigo a evitar o un maestro que nos señala áreas de crecimiento? Al abrazar la responsabilidad con valentía, no solo forjamos un camino hacia el autodescubrimiento y la mejora personal, sino que también contribuimos a la construcción de comunidades más fuertes y cohesionadas.
Estamos en tiempos electorales y ahora cuando muchos sacan su frustración para decir que estamos como estamos, en malas condiciones, por culpa de tal o cual gobierno; sin embargo se olvidan que ni siquiera salieron a votar. 
O la más sencilla, "los partidos y los políticos deciden todo" esa es una culpa hasta cierto punto muy real, pero hay que decirlo que quienes están en los partidos y de lleno en la política siguen enquistados porque muchos no nos involucramos. 
Estamos a tiempo de dejar de repartir culpas y asumir como parte de la sociedad lo que nos toca como responsabilidad. Si de verdad queremos que las cosas sean distintas dejemos de culpar y pasemos a la postura más proactiva de construir.

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