Hace unos meses, cuando Morena se debatía la candidatura a la presidencia de México, decisión que fue finalmente tomada desde el más grande escritorio del país, nació de la sociedad civil una mujer llamada Xóchitl Gálvez.
Xóchitl era senadora y a pesar de su origen panista, destacaba por su personalidad aguerrida y actitudes poco formales, aunque eso no la limitaba a ser una senadora que arrastraba el lápiz y mostraba profesionalismo en su labor.
Este perfil, tuvo una gran resonancia con todos los ciudadanos críticos a András Manuel López Obrador, quienes esperaban deseosos que la oposición saliera de su letargo para proponer un candidato.
A falta de otras opciones reales y con el apoyo del Presidente con sus constantes menciones (que después se reveló, era una estrategia política), Xóchitl se convirtió en la candidata del PRI, PAN y PRD, pero más importante, se había convertido en la candidata de la sociedad civil.
Ese gigante que había pasado 4 años en la oscuridad y reapareció en las calles para protestar por la protección del INE, ese grupo de la sociedad que sin acarreos mostró su magnitud en las calles de Reforma.
Los primeros eventos de Xóchitl tenían un tiente de color rosa, una sensación hermosa de sociedad civil organizada. Pero conforme el Presidente López Obrador dejó de mencionarla, ella empezó a cansarse y su mensaje empezó a hacerse repetitivo, un grupo de zopilotes le arrebató la campaña a Xóchitl y a la gente.
El color rosa, fue rápidamente reemplazado por el azul, rojo y amarillo y los reflectores empezaron a apuntas a los protagónicos, soberbios y mal políticos, dígase: Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano.
Ellos representan partidos políticos en crisis, debilitados ante la ola morenista. Ellos mostraron en este proceso al juntarse, que antes de ayudar a México, ellos aspiran al poder, sin ideologías ni propósitos, más que la obtención del poder.
Cada día Xóchitl aparecía menos en los titulares que eran robados por estos tres dirigentes, que a partir de escándalos, discursos vacíos y polémicas, se convierten en protagonistas de una campaña que realmente no les pertenece.
Todo esto, ha alcanzado un límite en acciones como la revelación de un sucio acuerdo político entre el PAN y el gobernador de Coahuila por el propio dirigente panista o la creación de una lista de senadores y diputados plurinominales quienes muestran que el partido premia con trabajo y fuero a aquellos útiles y no a aquellos “buenos”.
Acciones que provocan que Claudia no solo vaya a ganar, si no que va a arrasar.
Xóchitl no le hizo caso, pero alguna vez acertadamente se lo dijo Malu Mitchell cuando pidió licencia, “En tu campaña no dejes que nadie tome decisiones por ti, en especial el patriarcado”.
Jesús, Alito y Marko, están siendo responsables del declive de una candidata ciudadana, mientras que del otro lado Claudia, está empezando a mostrar carisma. Ellos están acabando no solamente con una campaña, si no con la ilusión de otro tipo de gobierno.