Más del 62 por ciento de los trabajadores en Morelos labora en el sector informal, revela un estudio elaborado por la organización “México, ¿cómo vamos?” Esto provoca que la entidad ocupe una de las tasas más altas en el país, ubicándose en el octavo lugar nacional, pues el promedio es de 51 por ciento.
Las implicaciones son claras: los trabajadores informales carecen de ingresos permanentes y acordes a los mínimos establecidos, pago de aguinaldos, vacaciones, lo mismo que reparto de utilidades, así como prestaciones sociales, como acceso a la salud, a vivienda y pensión en el retiro. Y la carencia de estos beneficios afecta directamente a sus familias, porque no hay vínculo reconocido con el empleador.
El porcentaje de población en la informalidad es superior en diez puntos porcentuales en la entidad, puesto que el promedio nacional al cierre del cuarto trimestre del año pasado es de poco más del 51 por ciento.
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Los mayores índices de trabajadores informales en Morelos se registraron durante los dos años de la pandemia del COVID, cuando muchas empresas y negocios cerraron sus puertas, o simplemente quebraron. En los años 2021 y principios de 2022, los niveles de trabajadores informales en Morelos llegaron al 66 y 65 por ciento, respectivamente. Fueron años terribles para el trabajo formal por el cierre y quiebra de negocios por la pandemia.
Si bien los niveles han ido descendiendo conforme la crisis de la pandemia cedió, aún el índice de población que trabaja en actividades informales es muy alto, con el 62 por ciento. Las oportunidades de empleo no se han ampliado al mismo nivel que cayeron, aunque hay también otras razones que empujan a las personas a optar por dedicarse a actividades informales, como son los malos salarios.
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En efecto, los índices de pobreza laboral en la entidad no son más alentadores. Cerca de la mitad de los habitantes de Morelos que cuentan con un empleo formal (47 por ciento), se encuentran en condiciones en las que en su hogar los ingresos laborales no son suficientes para cumplir las necesidades alimentarias mínimas, que es lo más elemental para hombres y mujeres, particularmente si tienen hijos.
En el referente de pobreza laboral, Morelos ocupa un preocupante séptimo lugar en la escala nacional, lo que ubica tanto a hombres y mujeres, particularmente quienes son padres de familia, en la gris realidad de que, debido a sus escasos salarios formales, no pueden siquiera satisfacer las necesidades alimenticias propias y mucho menos las de los hijos.
Por otra parte, complica el panorama que la oferta laboral en la entidad, además de mal pagada, no es muy abundante. Ambos padres de familia tienen que emplearse, ya sea formal o informalmente, para satisfacer sus necesidades básicas, con los consecuentes problemas con la crianza, cuidado y educación de los hijos, para lo cual tampoco hay los recursos suficientes.