El gran negocio de ser gobernador

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Antes del año 2000, ser gobernador era sinónimo de respeto y de reconocimiento por parte de los gobernados.

Si había oposición, existía la competencia política y también existía la corrupción. Recuerdo aun cuando se construyeron las instalaciones de riego para los potreros del Dr. Lauro Ortega Martínez, en el Cerro de Xochitepec; personal, material y recursos del gobierno del Estado se utilizaron, para proveer tres grandes tanques de almacenamiento, con agua del rio, extraída con potentes bombas y regar pastizales de agostadero.

Con una gran cantidad de cabezas de ganado, se logró un rancho ganadero. Seguramente se perdió porque no era viable como negocio ese Rancho. Y así cada uno de los gobernadores tenía su negocio o empresa que le redituaba una importante ganancia.

¿Por qué no se le daba tanta importancia? En ese tiempo existía periodismo de investigación, no había tanto “chayote”, no había redes sociales. No se le daba importancia porque los gobernantes se dedicaban a trabajar para beneficiar a su estado.

Por ejemplo; la construcción de la ampliación de la carretera a Cuautla, desde el puente de la autopista a donde hoy es las instalaciones de la Guardia Nacional en Cuernavaca, hasta la ciudad de Cuautla.

Era de dos carriles y se amplió el paseo Cuauhnáhuac a seis carriles y desde Cañón de Lobos a cuatro carriles, incluyendo la gran obra en este lugar, ya que antes de ello, solo eran dos carriles en la parte superior, en donde había puntos que los camiones de carga y de pasajeros tenían que esperar para que pasara el otro en sentido contrario.

Y solo se menciona esta obra, pero hubo un sin fin de obras, así como obras de beneficio social. Por eso la corrupción era completamente desapercibida. Con los gobiernos de Sergio estrada y Marco Adame, no fue la excepción.

No tengo pruebas si con ellos de forma personal hubo saqueo o desviación de recursos. Pero lo que si hubo fue el famoso cobro de las “mochadas” en la obra pública por parte de los funcionarios de las dependencias responsables de la inversión en obra pública y a gran escala, pero realizaron obras de trascendencia que hizo que la corrupción no se notara.

Pero en el sexenio de Graco Ramírez Garrido Abreu, solo las “mochadas” le produjo unos cuantos, de miles de millones de pesos, sin contar los negocios de las adquisiciones que operaron del mismo gobierno. Todo ello lo sabían proveedores, diputados, funcionarios del gabinete. Pero todos participaban en el negocio. Así que no se decía nada.

Hoy el gobierno del estado actual también realiza su negocio correspondiente en las obras y en las adquisiciones. Seguramente el tiempo se los cobrará. Por eso están tan preocupados que haya regresado Uriel Carmona a La Fiscalía General del Estado. Con esto nos podemos responder a una pregunta ¿Es negocio ser gobernador? Claro que sí es negocio.

Más cuando se llega con ese objetivo. Aparte de la gran atracción de tener un gran poder para decidir acerca de vidas, elecciones, presupuesto, acciones de justicia, política, etc. Ese es el gran atractivo para varios de los interesados en participar y querer obtener la gubernatura. Por eso vemos que sin control un Víctor Mercado, a una Lucy Meza, están echando la casa por la ventana en cuanto a publicidad.

Promoción de casa por casa, brigadas repartiendo panfletos, lonas de 1.00 x1.00 en cada una de las casas, espectaculares, taxis con microperforados en los medallones, publicidad en los vehículos del transporte colectivo, publicidad en internet en ventanas emergentes, redes sociales.

Mucho de estos recursos proviene del erario público. Todo mundo sabe que Víctor Mercado ha acumulado una fortuna cuantiosa, lo que ha provocado sospechas sin saber si es completamente de su trabajo. Así que de recursos públicos o personales ha tapizado el estado para ganar la encuesta. Definitivamente que en su equipo existen muchos morelenses que lo apoyan.

Esperemos que estén conscientes de lo que están haciendo, porque un gobierno con este personaje a la cabeza solo servirá para hacer negocio. Claro, tendrá que recuperar lo invertido, y hasta con creces.

Es de gran importancia que quien llegue a la gubernatura, sea del partido que sea o sea de la ideología que sea, tiene que ser alguien que ame a Morelos y a los morelenses. Que conozca el estado, que trabaje por el estado, porque Morelos no aguanta más otro sexenio de saqueo y abandono. Y que no sea negocio personal.

Margarita, Rabín, Juan Ángel, José Luis Urióstegui, Ángel García. Cualquiera de ellos puede gobernar, pero con el verdadero deseo de trabajar.

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