Vorágine política en el país

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Todos los días existen temas de la política que merecen ser analizados desde diferentes ángulos. Hoy, las circunstancias de la determinación de los precandidatos de los bloques de organizaciones políticas dan tanto para escribir que si fuera tinta ya se estarían consumiendo varios bolígrafos por parte de los columnistas, reporteros, articulistas y comentaristas de los medios escritos.

Primero analicemos las formas en que se realizaron las encuestas. Se anunció el 28 de agosto que se levantarían 12 mil cuestionarios mediante cuatro casas encuestadoras en todo el país. No se tiene reporte si se aplicó el total acordado. Solo se dieron a conocer los porcentajes. Sin embargo, se puede inferir que aun cuando fueran 12 mil o más no representan una muestra poblacional para una decisión de tal magnitud, pues apenas representa el 0.0134 % del padrón registrado. Pero ese fue el acuerdo de los organizadores y los participantes, lo cual es una aceptación acordada.

Por otro lado, las incidencias en el conteo, denunciadas por uno de los participantes, Marcelo Ebrard, muestra las irregularidades en el proceso, lo que compromete a la estabilidad tan anunciada por parte del presidente y los dirigentes de su partido. Lo compromete tanto, que cualquier decisión tomada por él, da muestras de desconfianza. Pues si se va de Morena demuestra lo contrario a los dichos del presidente. Si se queda, demostrará que Amlo lo convenció con alguna promesa material o de un cargo, porque al final de cuentas, todo el proceso ha sido dirigido por el presidente.

En cuanto a Claudia Sheinbaum, en su designación tiene un gran reto, pues en la ante precampaña se notó de grandes movimientos porque se invirtió enorme cantidad de recursos y se sospecha que son recursos del presupuesto gubernamental federal y con el apoyo de los gobernadores estatales, lo cual demuestra que hay retrocesos en las políticas pública y lo que tanto criticaron a los gobiernos del Pan y del Pri, hoy, Morena y sus aliados los realiza sin ningún pudor. Y la inversión de recursos públicos continuará en los siguientes días y en la campaña formal.

Pero Claudia deberá mostrar otra cara, más jovial, más natural, con una sonrisa sincera, con un lenguaje propio, propuestas propias, con fundamento, que hagan sentir al electorado que realmente puede ser una estadista y no un maniquí de Amlo como se percibe actualmente. Claro, como lo hicieron en la ante precampaña de Claudia, seguirán utilizando a los beneficiarios de los programas sociales, y hoy con más contundencia pues se trata de la campaña real, de los votos reales.

Sabedores estamos los mexicanos que el presidente Amlo hará todo lo posible y lo imposible, lo legal y lo ilegal para imponer a su candidata como presidenta de la República Mexicana. Una persona que no convenció en los actos de precampaña, plagado de acarreos y apoyos oficiales, requiere de todo el apoyo del aparato de estado, realizando una elección de estado.

Claro que ahora se enfrentará a una oposición más estructurada, más ciudadanizada, ya que los resultados que tuvo Xóchitl Gálvez fueron muy contundentes, pues la oposición se unió porque está resuelta a ganarle la batalla al presidente.

Así que la elección no será un paseo entre flores y prados verdes; los mexicanos que de verdad deseen que su candidata gane, deberán trabajar incansablemente, haciendo el proselitismo necesario para determinar uno de los dos proyectos. El continuismo y un maximato representado por Claudia y Amlo o un proyecto de reconciliación, de recuperación de espacios internacionales, de desarrollo económico equilibrado representado pro Xóchitl Gálvez o incluso por un tercero, que se podría dar a conocer el lunes, aunque con pocas posibilidades, pues ya se descalificó él mismo, que es Marcelo Ebrard.

Morena no tiene el éxito garantizado, pues de los 30 millones que apoyaron a Andrés, por simpatía y voluntad propia solo estarán unos diez millones, que se puede decir, es su voto duro. Sumémosle los beneficiarios de los programas sociales, del cual podrán manipular un 25%, serían otros 10 millones de personas más los empleados del oficialismo; aproximadamente unos 6 millones. De ellos el 60% serán obligados a votar por morena y sus candidatos. En total nos resulta que Morena pudiera obtener alrededor de 22 millones de votos.

Si votara el 60% del padrón del Ine, aproximadamente 56 millones de personas. El bloque opositor debería obtener más de 30 millones de votos. Ese debe ser el número por el que trabajen PRI, PAN y PRD.

Aquí el peligro es que Marcelo se decida a participar por MC y venga a dividir los votos. Es un panorama nada halagüeño para los mexicanos. A trabajar por quien mejor creamos que nos represente y nos gobierne mejor.

 

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