Leyes, votaciones y mayorías: expresión de la voluntad

A media palabra

El Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y Cámara de Senadores), es el órgano de representación del pueblo, ejerce esenciales funciones constitucionales como son: la aprobación de las leyes, de los presupuestos del Estado y el control de la acción del gobierno, según se establece en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y por ende, en las leyes que de ella emanan.

Toma asimismo decisiones en ámbitos tan diversos como el nombramiento de órganos constitucionales, la autorización de tratados internacionales o la orientación política del Ejecutivo, entre otras muchas decisiones.

Ahora bien, como en cualquier sistema legislativo, para cumplir con estas fundamentales funciones las Cámaras se guían por principios y normas de funcionamiento que fijan procedimientos para los debates y para la toma de decisiones en donde se incluye cómo deben desarrollarse los debates y celebrarse las votaciones.

El carácter deliberante de los órganos legislativos exige que cualquier decisión se adopte tras un proceso de debate en el que todas las opciones políticas representadas puedan expresar su punto de vista y, concluidas las intervenciones, las Cámaras se pronuncien a través de una votación por la que se toma una decisión concreta acorde a las mayorías.

Tanto la Constitución, como especialmente los Reglamentos del Congreso General, de las Cámaras de Diputados y de Senadores establecen para ello normas para los debates que detallan por ejemplo los tiempos máximos de uso de la palabra por cada legislador o el orden de intervención de los grupos parlamentarios en todo tipo de debates.

Una vez finalizada la parte deliberante, las Cámaras, a través de sus órganos colegiados, como son las comisiones y el Pleno, expresan su voluntad mediante la adopción de una decisión que se toma con una votación y por la forma en que se produce, puede ser ordinaria ya sea en su forma tradicional por levantamientos o a través de los sistemas de votación electrónicos o pública por llamamiento o secreta.

En cada una de ellas se exigirá, de acuerdo con la Constitución, una mayoría concreta, llámese: simple, absoluta o cualificada. Veamos pues como se definen: 1) Mayoría simple.- Es el porcentaje de votación que corresponde al mayor número de votos de los legisladores que se encuentren presentes en el salón de plenos de alguna de las cámaras, y no a la mayoría de los integrantes de la Cámara que se trate. 2) Mayoría absoluta.- Es el porcentaje de votación correspondiente a la mitad más uno de los integrantes de alguna de las cámaras del Congreso de la Unión al momento de tomar una decisión o realizar una votación, lo que significa tener el 50 por ciento de una votación más uno. 3) Mayoría calificada.- Es la que exige un porcentaje especial de votación.

En el Congreso mexicano ésta corresponde a las dos terceras partes, cuando menos, de los legisladores que se encuentran presentes en el salón de plenos de alguna de las Cámaras del Congreso al momento de tomar una decisión o realizar una votación. Considerando que la Cámara de Diputados está integrada por 500 legisladores, se requieren 334 votos para alcanzar una mayoría calificada o un número menor, según el total de asistentes a la sesión; en la Cámara de Senadores se requerirían 85 de 128 legisladores para lograr dicha mayoría, variando el número en función de los senadores presentes en la sesión de Pleno.

Bajo este contexto y tomado el rumbo hacia los comicios del próximo año, en donde se elegirán no solamente a la presidenta o presidente de la república, sino a los nuevos gobernadores de la Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, así como atodos los miembros de la legislatura federal, y muchos presidentes municipales y diputados locales, es menester considerar el pasado triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador y del frente político de Morena en las elecciones federales y locales del 1 de julio de 2018, como un acontecimiento asombroso sin precedentes en la historia nacional que dejó atónita a la opinión pública mexicana e internacional.

¿Por qué considerar este evento? pues ni más ni menos para echar a andar un ejercicio lúdico con el afán de tratar de conocer los próximos resultados del año 2024 en lo tocante a la legislatura federal.

Al día de hoy, todo mundo está distraído en la contienda presidencial, en donde unos le dan el triunfo a MORENA sea quien sea el candidato o candidata, y otros afirman que el FRENTE opositor estará muy competitivo con Xóchitl Gálvez a la cabeza, cuando a mi leal saber y entender, el tema importante es si uno o el otro estarán acompañados de los pesos y contrapesos, y siendo así, el ejercicio del poder para entonces podría estar distribuido entre varios cuerpos gubernativos para evitar que un poder pudiese invadir esferas de competencia abusando de los otros, o que exista una gran concentración de facultades en uno solo.

Aquí, en este punto es de imperiosa necesidad remitirnos a la estadística, rama de las matemáticas que permite recopilar, organizar y analizar datos según la necesidad que se tenga para obtener un resultado y comparar información, para ser más certeros, y siendo así, la estadística nos dice que realmente existirá una dura competencia, siendo posible que ningún partido obtenga la mayoría calificada. Que no se olvide, que debemos considerar, que hoy día se emiten señales de desconfianza hacia el Movimiento de Regeneración Nacional MORENA por no ser lo creíble de antaño y porque difícilmente se darán las mismas circunstancias para poder recibir el respaldo de la mayoría de los votantes racionales.

En efecto, las encuestas nos vienen informando que los ciudadanos están más proclives a respaldar ciudadanos; más aún cuando existe un desencanto por el desempeño de algunas Secretarías del actual gobierno, como también un hartazgo de la gente con la corrupción y la prepotencia, así como del desprecio hacia segmentos de la población.

Si bien es cierto que en el año 2018 el candidato de la Coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador, obtuvo el 53.19% de los votos, que equivalía a 30 millones, y Ricardo Anaya Cortés, candidato de la Coalición “Por México al Frente”, logró 12 millones de votos, que representan el 22.27%, y el candidato José Antonio Meade Kuribreña, de la Coalición “Todos por México”, tuvo 9 millones de votos, cifra que representó el 16.40%; también lo es, que no se darán dichas diferencias, ni tampoco existirá una super mayoría para aprobar reformas y leyes, más aún no se darán los atajos que pensó y ejecutó MORENA para eludir a la mayoría calificada, atajos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha venido eliminando por no haberse aplicado el debido proceso.

En efecto, es menester considerar ello, por los recientes eventos suscitados y declaraciones del propio Presidente al afirmar que antes de dejar la Presidencia, presentará iniciativas de reforma legislativa para transformar al Poder Judicial de la Federación y otros organismos autónomos para que sea el pueblo quien decida la elección de sus miembros a lo que ha denominado “renovación tajante”, lo cual definitivamente podrá hacer porque tiene la facultad para ello, más no se dará aprobación alguna porque la composición de las Cámaras será otra, no existirá la Super Mayoría, como no lo existió en la pasada composición de las Cámaras, ni en la actual legislatura federal, simplemente porque no se ha gozado de mayoría calificada.

Así que toda convocatoria en ese sentido habrá de quedar en “punto muerto” por la falta de mayoría parlamentaria en apoyo del Movimiento de Regeneración Nacional.

La crítica se ha concentrado en la inflación, la creciente inseguridad, las deficiencias del sector médico, la falta de inversión, la pérdida de trabajo, la falta de acceso a las oportunidades, la falta de ubicación en el espectro ideológico, la falta de acuerdos de las partes, la incomodidad para el empresario, la nula creación de vías alternas para la construcción de una mejor comunicación entre el gobierno y su población, la mentira, el engaño, la difamación, la injuria, el insulto y demás.

Hoy, la o el candidato, no será Andrés Manuel López Obrador que en medio de la peor crisis social en décadas sigue siendo tan popular, pero él, que hoy es el Presidente, pronto entregará el bastón del mando, en un ambiente en que la oposición resulta creíble y se encuentra impulsada por la ciudadanía.

Cómo ve estimado lector.

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