La clase política tradicional

Vuelta a la izquierda

La clase política en Morelos no se ha renovado desde hace varios años, los mismos actores siguen controlando decisiones trascendentes que afectan la vida armónica en el estado.

Ex gobernadores mantiene ciertos cotos de poder e influyen en diversos actores que dan la cara en torno a la agenda estatal que para nada es clara y que se impone por coyunturas y circunstancias de momento.

La consecuencia de ello la vivimos todos los días. Los tres poderes en el estado tienen un proceder inverosímil por decir lo menos.

Un ejecutivo que no ejecuta porque no tiene la menor idea de la acción de gobierno, un legislativo torpe, ambicioso e ineficiente y un poder judicial corrupto y lleno de vicios en general que no abonan a la justicia en el estado sino por el contrario.

Esta situación ha ido creciendo desde hace mínimo 2 décadas, la situación de crisis se agudiza cada vez más en todos los rubros.

El campo abandonado a su suerte, la violencia desatada y sin visos de ser controlada, la impunidad una constante en todo momento, la falta de inversión y la consecuente falta de empleos y los pocos que hay mal pagados, la corrupción cada día más descarada y tolerada por todos y un sinfín de temas que podrían completar la lista que parece no importarle a nadie.

Así la situación de Morelos que, aunque es un estado relativamente chico el botín es muy jugoso y es que así lo ve la mayoría de la clase política tradicional, por ello el interés en buscar los espacios de representación que se van a disputar en este próximo 2024.

La mayoría de los actores políticos tienen algún tipo de experiencia en la administración pública, la gran mayoría hoy son personajes con poder económico obtenido al amparo del poder.

Casi ninguno estaría en la condición de justificar sus bienes e ingresos a partir del sueldo recibido por motivo de sus participaciones en los diversos cargos de la administración pública y ello debido a los altos índices de impunidad que no castigan la corrupción en la que incurren la mayoría de los que integran a la clase política tradicional.

En ocasiones es increíble ver como las fiscalías actúan por consigna y entonces la administración de justicia se tuerce.

La justicia pronta y expedita es un mito y prueba de ello es la detención del ex alcalde municipal de Cuautla Raúl Tadeo Nava, quien fue detenido el pasado martes por un expediente guardado desde que termino su gestión hace 5 años.

El delito por el que se le acusa es el mismo con el que acusaron a cuando menos otros 5 alcaldes y todos demostraron que tal delito no procede.

Este caso es el mismo, el delito de peculado no se debe configurar porque existe el antecedente de la exoneración de otros alcaldes en la misma situación.

Además, resulta altamente sospechoso, que después de 5 años se les ocurra desempolvar un expediente, que sin la menor duda no tiene fundamento jurídico, sino más bien, interés político de afectar a quien consideran está creciendo en las preferencias electorales y por ello se recurre a acciones leguleyas sin el menor recato.

Mientras la justicia se siga aplicando con tintes políticos, no se va a acabar con la impunidad. Mientras quienes están obligados a iniciar procedimientos administrativos o penales en contra de servidores públicos, sigan siendo dependientes de autoridades del ejecutivo las decisiones estarán supeditadas a criterios políticos.

Lamentablemente así esta la administración de justicia en el estado, sesgada a los intereses particulares de quien controla a las fiscalías y al poder judicial. El caso de Raúl Tadeo Nava es sintomático de ello porque se desempolva un expediente viejo y se activa para intentar manchar el prestigio de personas que no han logrado desprestigiar a pesar de las campañas sucias que se han intensificado en los últimos días.

El delito no se configura, pero el teatro mediático ya esta en acción. Desde el miércoles que fue detenido, inmediatamente comenzó la guerra sucia, como si ya lo tuvieran todo preparado para no perder tiempo y que el daño fuese más intenso.

La realidad es que seguramente la fortaleza de quienes pretenden dañar permitirá que el efecto sea contrario a lo que pretenden.

Así las cosas y la clase política tradicional cada vez se desgastan más, cada vez se hace muy evidente que su desesperación es mayor que su capacidad de proponer con creatividad, recurren a practicas viejas que no les permite avanzar mucho, por eso ya deben ir desapareciendo del escenario público, la clase política se debe renovar y refrescar el ambiente.

Por ello es prioritario que en 2024 se de un giro y se vote por un perfil distinto, por un perfil con experiencia en la administración, con honradez probada, con vocación de servicio, pero sobre todo con sentido social. Ya es hora de ponerle un alto a los vulgares ambiciosos.

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