¡Y vaya que es adictivo! es un opioide lingüístico para anestesiarla realidad.
¡Y vaya que es un delicioso coctel que se disfruta desde su preparación en la sombra del cuartel y el bunker! …refresca, mitiga y estimula, pero también aturde en temporada de ardor y furor electoral.
Este coctel es todo un arte, se prepara mezclando facundia, palique, labia yjerigonza.Se adorna con desparpajo, desenfado y cretinismo. Se ofrece en crisoles y al elixir lo remata el zumo de eufemismo.
¡Y vaya que intoxica! Luego de que se propaga, se impregna y estimula, son copiosos los enganchados que no vuelven a la verdad, prefirieren interactuar en la ilusión y la otredad. Y es indistinta la secuela entre el que decanta el coctelito, el que lo escancia,así como el que lo degusta.
Va una breve e ilustrativa lista de ejemplosgenerados por la infusión y la tisana lingüística del coctel eufemístico en el momento de la ingestión. Van lasconsecuencias adictivas y fantasías que genera eseopioide de encuadre léxico, obstructor de acceso a referentes congruentes y estigmatizador de conceptos que anestesianla realidadde decenas de miles de personas que lo paladean.
Servicio de Inteligencia = Espionaje.
Fuego amigo = Infundio.
Daño colateral = Civiles muertos.
No es personal, es negocio = Rentabilidad.
Limpieza étnica = Genocidio.
Anotación de citas de consultas documentales = Plagio.
Con el eufemismo se logra construir una representación borrosa,confusa o más benigna de una realidad y su obligado uso institucional puede provocar síndromes como el de tabú lingüístico, llamado también interdicción de vocabulario= ¡Estás conmigo o contra mí! (interdicción: prohibición o privación de un derecho impuesto por la autoridad judicial).
En el discurso político,el eufemismo es semejante al Olimpo de un Rock Star, en el caso de un primer mandatario, es la herramienta de la que se sirve para ocultarle al destinatario aquellos aspectos desagradables de la realidad en la que ahora viven aquellos que votaron por él.
En el caso de un candidato a cargo popular, con el coctel de eufemismo, modula la utopía, recicla ensueños, exalta el paroxismo, seduce afiliarse en una catarsis, anima, incita y espolea una esperanza que emancipa pesadillas.
¡Y vaya que el eufemismo es un placebo! En crisis de contienda, es el clímax que maquilla, disfraza y socapa cataduras inoportunas que podrían dañar una imagen en esa guerra de preferencias pasionales que definen elecciones y entronizan el codiciado escaño de privilegios.
“…el eufemismo léxico del discurso político funcionade manera primordial como un mecanismo de encuadre cognitivo con el que el emisor intenta controlar la información que sus destinatarios movilizan a la hora de interpretar una realidad determinada.Cuando se analiza el funcionamiento del eufemismo en el discurso político, sueleponerse de relieve la facilidad con que se usa como instrumento desinformativo al servicio dela propaganda; en este sentido, y a diferencia del eufemismo que funciona como estrategia decortesía al servicio de las relaciones interpersonales, el eufemismo del discurso político pareceresponder a menudo a la intención de falsear la realidad y de confundir al receptor en provechodel emisor”. (Rodríguez González, 1991; Roldán Pérez; Crespo Fernández, 2005a)
¡Vaya, entonces! que sí es un opioide lingüístico para anestesiar la realidad. Al igual que los Rayos Ultravioleta donde todos estamos expuestos igual llegan tiempos de animosa elocuencia al son de campañas electorales; a la par, unirreversible arribodel ígneofuror climático en una cuarta ola anunciada por estudiosos de la UNAM en el próximo mes de julio. Para ambos contextos ¡salud! en un último y refrescante trago de coctel de eufemismo le comparto: ¡apreste providencias!
*IR