Más que castigar, enseñemos a autodisciplinar.

La misión docente

La disciplina en el hogar y en el ámbito escolar, debe enseñarse con amor; y no a través de la amenaza o castigo, generadores de temor.

Siempre será mejor el Amor con disciplina, que la disciplina sin Amor; la convivencia social pacífica, fraterna y generosa; requiere autocontrol y tolerancia a la frustración personal, entre otras cosas.

Por lo anterior, en casa, los padres son los primeros Maestros que, con su buen ejemplo, deben enseñar a sus hijos a gestionar sus emociones y autorregularse en sus acciones.

La finalidad de la disciplina tanto en el hogar como en la escuela; no es someter o domesticar voluntades; sino enseñar a actuar con libertad, asumiendo con conciencia cada quien, sus responsabilidades.

Una de las mejores lecciones para enseñar disciplina, es permitir a los hijos y alumnos a tomar sus propias decisiones; poniéndoles en la mesa, dos o más opciones.

Está comprobado que en la medida que los menores de edad aprendan a tomar las riendas de su vida y fortalezcan su capacidad de iniciativa; sabrán que no se puede ni debe vivir de manera inconsciente, nadar de muertito o mantenerse a la deriva.

Cuando se comparten responsabilidades en las decisiones y acciones; se despierta el colectivo interés, y se activan las internas motivaciones.

Los padres y Maestros, debemos estar atentos y ser diestros; en regular y ejercitar una infantil o juvenil responsabilidad; dependiendo de la madurez y la edad.

Siempre que se enseña a través del ejemplo o por medio de instrucciones; conviene dejar claro que a todo derecho, corresponde el cumplimiento de sus respectivas obligaciones.

En casa tendrás comida y un lugar donde dormir; pero ayudarás, en la medida de tus fuerzas, a mantener saludable y ordenado el lugar donde nos tocó vivir.

En la Escuela tienes el derecho de recibir instrucción y educación; pero atender con dedicación y aprender, es tu obligación.

Las comunidades educativas las conforman padres, alumnos, directivos y docentes; todos deben sentirse mutuamente apoyados; la fraternidad, el respeto y la generosidad sin límite alguno, siempre deben estar presentes; es el lugar propicio para aplicar el: “Uno para todos, y todos para uno”.

En momentos de ofuscación o irritación no es prudente pretender disciplinar; lo primero será, los ánimos alterados tranquilizar; cuando el responsable de un acto indebido expresa arrepentimiento; se debe detener o evitar la medida disciplinaria en ese momento. La enseñanza del perdón, trasciende a la inteligencia y se guarda, como noble experiencia, en lo profundo del corazón.

Nuestro ritmo de vida apresurado; en ocasiones somete a los hijos o estudiantes a estados de estrés no bien asimilados; y como consecuencia se dan situaciones de indisciplina, que con el diálogo oportuno, pueden y deben ser rápidamente superados.

Tanto en casa como en el ámbito escolar, conviene hacer que todos participen en el establecimiento de las normas que las conductas van a regular; todos tienden a admitir y someterse mejor; a las reglas que previamente, se han consensuado en ambientes de respeto y amor.

El castigo no es opción para disciplinar; es una injusticia y una arbitrariedad; entre mayor es el castigo aplicado; menor es la probabilidad de que el inadecuado comportamiento, sea modificado.

La pretensión de la medida disciplinaria no es herir sino corregir; en la medida de lo posible, si se causó un daño reparable; debe asumir las consecuencias, y reponerlo, el responsable.

Cuando se pretende modificar un comportamiento o rendimiento; debemos olvidarnos de las debilidades; y en cambio, enfatizar y centrarnos en las capacidades y potencialidades; sin límites ni miramientos.

Por supuesto que es importante no estresar al interpelado; el estrés no facilita la transformación; cuando es en exceso, el potencial intelectual, emocional y corporal, queda totalmente bloqueado.

No dejemos de educar y disciplinar cada día, a las nuevas generaciones, con amor, respeto y confianza; sembremos en sus infantiles y juveniles corazones la generosidad, la alegría y la esperanza.

*IR