La calma en la tormenta

Vuelta a la izquierda

Después de la tormenta viene la calma, cuando menos es lo que dice el popular refrán. La realidad es que en Morena la tormenta permanece, aun cuando hay quienes se empeñan en decir que ya todo está en calma.  La realidad es que la jornada fue sin mayores percances, hubo pequeños conatos de peleas, pero nada trascendente. No hubo acciones estridentes de violencia, tampoco “asambleas” rotas, todo trascurrió en calma y sin actos que sirvieran para que la oposición hiciera agua del acontecimiento.

Pero el problema radica precisamente en pretender normalizar lo que no es normal. Explico: el pasado día 31 fuimos testigos de un ejercicio que se pretendía democrático pero que en los hechos no lo fue. Lo que vimos fue una contienda para ver quien tenía la mayor capacidad para acarrear personas, para comprar votos, en el ánimo de tener más posibilidades de tener consejeros. La gran mayoría de las personas asistentes fueron llevadas por un movilizador o líder con capacidad innata de acarreo. Es decir, la mayoría de quienes asistieron a afiliarse y a votar por un consejero, ni son personas convencidas de pertenecer a un partido y menos conocen a la persona por la que votaron para que sea parte del consejo de Morena, más bien fueron porque les ofrecieron dinero, tortas o fueron amenazados con perder su empleo.

La práctica del acarreo como un elemento normal de movilización es una práctica que en un pasado reciente descalificamos por tener esta un carácter manipulador, que no es sinónimo de democracia, utilizado principalmente por el PRI para demostrar musculo en asambleas o actos masivos y demostrar capacidad de convocatoria, que no era otra cosa que dar la torta y el frutsi a quienes aceptaran asistir. En la izquierda siempre fueron actos reprobables porque esa es una clara muestra de manipulación a partir de la necesidad de la gente, era una demostración abierta y sin escrúpulos de la pobreza y la perversidad de quienes ostentan el poder para mantenerlo y continuar manipulando conciencias. Esas viejas prácticas que se supone debimos desterrar para dar paso a acciones transparentes de convencimiento y apoyo hacia un partido o un liderazgo encauzados por la conciencia, siguen ahí. Ahora auspiciadas por los nuevos liderazgos de izquierda que están al frente de Morena.

Esa fiesta democrática que debió ser, hoy es una vergüenza para quienes hemos militado desde siempre en la izquierda. No se puede ni se debe permitir hacer de un acto bochornoso una práctica común, porque no es una acción libre ni de conciencia, es una acción lastimosa que demuestra que el pueblo es sobajado y tiene mucha necesidad, es burlarse de quienes tienen que vender su conciencia por 300 pesos porque eso ayuda a resolver los problemas de unos días. Es restregarnos en la cara que seguimos siendo un pueblo atrasado y que quienes ostentan el poder nos pueden manipular cuando ellos lo requieran. Es lo más bajo y ruin del quehacer político. Por ello debemos reprobarlo desde donde estemos.

Hay quienes desde la comodidad del cargo público pretenden aplaudir y decir que el proceso que vivimos el pasado domingo fue una muestra de civilidad democrática que avala la fuerza social de Morena. Hacer eso es cerrar los ojos a la realidad es intentar legitimar lo ilegitimo. Por ello y pese a que a fuerza de actos ilegales Ulises Bravo llega al consejo de Morena, no puede ni debe ser ratificado como miembro del órgano máximo de dirección en Morelos porque su llegada es ilegítima y Morena no debiera esperar a que el tribunal electoral le ordene que los sustituya porque es ilegible para formar parte de la dirección, sino que en un acto de justicia debiera de sustituirlo ya.

No es cerrando los ojos como se evade la tormenta, hay que hacerle frente y evitar que acabe con lo ya construido. Es difícil remar contra una subcultura cuando los lideres están corrompidos y son ambiciosos vulgares que pretenden cargos solo para beneficio personal.

Contra eso es la lucha y esta no termina, por ello mantener principios y congruencia es muy valioso en estos tiempos de tormenta. Quienes resistan podrán estar a la altura de lo que necesita el país, entendiendo que aquellos que pretenden disfrazar la corrupción con democracia deben estar bien identificados para que sean juzgados por la historia.

 

*IR