Develan Torreón y los relojes del Palacio de Cortés.

Pasaron cinco años para volver a escuchar en punto de las 13:15 horas, las campanas de este reloj

Esta tarde, volvió a sonar el reloj del Palacio de Cortés. Sus manecillas volvieron a funcionar, luego de haberse fracturado durante el sismo del pasado 19 de septiembre del 2017. Tuvieron que pasar cinco años para recuperar el emblemático e icónico reloj del Museo Regional Cuauhnáhuac que este día fue entregado a los ciudadanos, luego de un arduo trabajo por parte de personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).


De acuerdo con el director del Centro INAH Morelos, Víctor Hugo Valencia Valera, el torreón es ya símbolo de la historia que permanece viva ante el desastre. Los trabajos que se prolongaron durante casi un lustro, permiten ahora devolver a la ciudadanía de la capital morelense el “tic tac” que siempre había acompañado su cotidianeidad.


Este proceso, desde el diagnóstico de las afectaciones y la elaboración del proyecto de reintegración del torreón, al desmontaje y la restitución de este elemento y del par de relojes, fue explicado por el coordinador de la Sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, Fernando Duarte Soriano; el representante legal de la empresa Escoda, Manuel Palma Uribe, y el director del recinto, Rodolfo Candelas Castañeda.

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A fin de prevenir un colapso, se hizo el desmantelamiento controlado de este elemento cilíndrico –de 2.84 metros de diámetro y más de seis metros de altura–,que originalmente se edificó con materiales como piedra braza (de origen volcánico) y tabique rojo, mientras que la cantera labrada se utilizó para los elementos decorativos de su parte superior. 

Fue entonces que comenzó un diálogo interdisciplinario para plantear un proyecto de reintegración del elemento, partiendo de diversos análisis y cálculos para eventos sísmicos.  

Considerando los avances en la materia y en apego a las normas nacionales e internacionales sobre conservación y restauración, se determinó sustituir el elemento original por una estructura con una placa de acero en su base, así como madera (tratada con capa anti inflamable) en toda la parte de elevación. El uso de estos materiales han permitido aligerar de 40 a dos toneladas, las cargas del torreón: 

“El modelo es una retícula compuesta por más de ocho mil piezas de madera (de 30 centímetros de base por 40 centímetros de alto, en promedio), colocadas  radialmente desde su base con placas de acero; y por ambas caras, fue revestida  

con una base de cemento laminado y una malla de fibra de vidrio polimerizada, lo que proporciona solidez a los recubrimientos.

“Aunque este diseño –que en su cubierta interna aloja también un pararrayos– garantiza la estabilidad del torreón, será necesario un mantenimiento  bianual para evitar filtraciones de humedad y demás factores dañinos.  

Cabe mencionar que la restauración del reloj estuvo a cargo de una empresa de Zacatlán de las Manzanas, Puebla, especializada en relojes monumentales.