En el salón de clases, el miedo utiliza muchos disfraces

La misión docente

Los Maestros que educan con amor, lo hacen, porque se han liberado del temor.

Ningún ser vivo está exento de temores racionales; de hecho, ese factor nos permite tomar conciencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad como terrenales; la consecuencia, es que actuamos con mayor mesura y prudencia, y así, evitamos multiplicar nuestros males.

Pero existe otro miedo, el irracional; el que ha sido sembrado en el hogar; el que nuestras madres nos inculcan, de manera inconsciente; con el único fin de protegernos y salvaguardarnos de peligros muchas veces inexistentes. Y se llega a las aulas con muchos temores introyectados; aunque la mayoría de ellos sean infundados.

Pero son estos miedos que utilizan diversas máscaras para manifestarse; y algunos de ellos, confunden y desconciertan a los docentes, por la manera tan sutil de disfrazarse: algunos utilizan la apariencia de introspección, melancolía, excesiva timidez; otros de apatía, desinterés; ira, intolerancia, soberbia y altivez.

Muchos son los disfraces y caretas que utiliza el miedo irracional; y todos son escenificados cotidianamente en el ámbito escolar; esto exige que los docentes, no sean inconscientes, simuladores, improvisados, timoratos ni cobardes; sino lúcidos, atentos, despiertos y sabios; por las mañanas y por las tardes. Tanto la apatía como la violencia y la soberbia, son reacciones que ocultan los temores que aprisionan a los corazones infantiles y adolescentes; son retos y desafíos que están obligados a encarar con sabiduría, todos los docentes.

En tiempos de pandemia, el miedo irracional al contagio del virus, es una verdadera calamidad; que disminuye nuestra natural inmunidad; pero no es sólo eso, también el excesivo encierro y ausencia de socialización; acumuló energía; que debiera fluir libre y saludablemente a través del deporte y actividades lúdicas, que nos permitan compartir banquetes de alegría.

El miedo irracional nos paraliza y nos estanca en nuestras inconformidades; nos vuelve expertos en magnificar y criticar los errores y defectos ajenos; olvidamos que todos los Seres Humanos somos únicos, irrepetibles, fraternos y buenos; conviene a todos recordar que no somos ni mejores ni peores; sólo diferentes; si partimos de esa condición de nuestro Ser, seguro que dejaremos de padecer.

Los maestros estamos obligados a repasar y poner en práctica lo dejado como legado para la posteridad del discípulo de Freud, Carlos Gustavo Jung; sabemos que todos en esencia somos buenos, pero también tenemos un lado oscuro, que es preciso explorar, reconocer y comprender. La parte oscura de nuestra personalidad, debemos integrarla para evitar se quede rezagada y nos conduzca por una senda poco afortunada.

Sin duda reconocerla será el primer acto de valentía de todo Ser Humano; y es indispensable hacerlo, sabiendo que ningún esfuerzo es en vano; aceptar que además de los valores universales por todos reconocidos y aceptados; y los altos principios que nuestros ancestros nos han inculcado; también poseemos rasgos negativos y tendencias destructivas, como la ira, la envidia, el egoísmo, la ferocidad, …todo aquello que contradice al amor y la fraternidad.

Y sucede no sólo a nuestros alumnos, sino también a nosotros, y con mayor frecuencia; que cuando nos proponemos propósitos positivos, nuestro lado oscuro nos hace naufragar y caer en la inconsistencia.

Procuremos antes de actuar; a nuestro Ying y Yang, saberlos equilibrar; no tenemos alternativa, mientras más integremos, sin temor, a lo más deplorable de nuestra persona, al Consciente; iremos disminuyendo el poder de ponernos en evidencia y en ridículo, del Inconsciente.

Basta de culpar a los demás o a nosotros mismos; aceptemos que dentro de nosotros prevalecen la envidia, la hipocresía y el egoísmo; asumir y enfrentar con valentía y serenidad nuestras propias y las ajenas debilidades; nos permitirá poco a poco, ir disminuyendo nuestras atrocidades. Con esfuerzo, dedicación, paciencia y consistencia; las conductas negativas, se transformarán con el tiempo en acciones positivas.

Son los docentes conscientes, quienes deben apoyar a sus alumnos a desarrollar su autorrealización; la plenitud psicológica se logra cuando se consigue integrar el consciente y el inconsciente; lo más oculto y oscuro debe salir a la superficie para ser visto no con temor, sino con amor.

De Acuerdo a Carlos Gustavo Jung, la individualización, sinónimo de autorrealización, se logra a través de la Aceptación de lo que somos, hacer un autodiagnóstico personal y honesto de nuestras cualidades y defectos; errores, fracasos, aciertos; luego realizar la Aceptación de los otros; más allá de sus actos de nobleza o injusticia, perdonar y entender su comportamiento y brindarles nuestro amor sin miramientos; finalmente, Establecer una meta o propósito vital y significativo; que a nuestras existencias les dé sentido positivo.

Que esta sea una de nuestras prioridades al aprender y enseñar; la educación, es una de las más sublimes experiencias de amar.

 

*IR