Cosecha de agua, una propuesta inteligente

Opinión

No toda el agua dulce está disponible para su uso, ya que gran parte de ella es sólida en los glaciares y los casquetes polares. En realidad del total de agua dulce del planeta solo disponemos del 0.8%, pero ésta, no siempre cumple con las especificaciones para ser considerada potable.

En realidad la agua potable debemos entenderla como agua apta para el consumo, es decir, libre de sustancias y organismos que puedan traer enfermedades, además de no tener color, sabor ni olor. Para que un agua sea considerada potable, debemos por tanto analizar sus características físicas, químicas, biológicas e incluso radiactivas.

Mucha gente piensa que el agua cristalina es potable y por lo tanto no requiere tratamiento. Sin embargo, considerar o dejarse guiar por solo el color y el olor,  no es suficiente para garantizar que el agua sea apta para el consumo, ya que pueden estar presentes organismos patógenos microscópicos que casan graves daños a la salud. Por lo tanto, el agua potable no se puede evaluar solo visualmente, y las pruebas de potabilidad son esenciales.

Normalmente, el agua de los ríos y lagos no es apta para el consumo humano y es fundamental que pasen por procesos específicos de tratamiento. Después del tratamiento, es importante que se realicen pruebas para confirmar que el agua tratada cumple con el estándar de potabilidad exigido por las normas mexicanas.

Entre los parámetros exigidos por la norma, se destacan el análisis de coliformes fecales, el monitoreo de *Escheria coli,* el análisis de turbiedad y de las sustancias químicas presentes, incluidas las cianotoxinas y la verificación de PH, sabor, olor y radiactividad.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 748 millones de personas no tienen acceso sostenible a agua potable segura en el mundo y aproximadamente 1,800 millones de personas usan agua contaminada. Esto significa que una gran parte de la población está sujeta a contraer enfermedades que incluso pueden causar la muerte.

En el panorama local, la falta de agua potable en Morelos y en el mundo entero tiene varias causas, destacándose la contaminación y la falta de planificación en la distribución de este recurso. Por ello, es importante que se generen políticas urgentes para garantizar la conservación de los cuerpos de agua, la descontaminación de los ríos y que la distribución se realice de manera adecuada. La inversión constante en saneamiento también es fundamental, ya que garantiza un destino adecuado de las aguas residuales y que el agua de calidad llegue a la población.

Ahora bien, considerando el principio del ciclo hidrológico destaca el papel que juega el primer eslabón de este proceso y corresponde a la lluvia. El agua de lluvia es un bien valioso que, en la mayoría de los casos, es desperdiciado por la población.

Aunque no se recomienda su uso sin tratar para la ingestión, esta agua tiene varios usos no potables que pueden contribuir al ahorro de agua. El agua de lluvia puede ser utilizada de diferentes formas por la población en sus casas o por empresas que cuentan con sistemas de recolección más avanzados. La captación domiciliaria o cosecha de agua, se puede realizar de forma muy sencilla mediante cubetas, por ejemplo, o bien, durante la fase de construcción, se pueden desarrollar sistemas más complejos y eficaces.

El agua de lluvia se puede utilizar para diversas actividades domésticas, una de las cuales es el riego. El agua de lluvia no daña las plantas, por lo que se puede utilizar sin miedo para regar el jardín y la huerta. Es importante señalar que el riego debe hacerse preferentemente por la noche o por la mañana para evitar la evaporación y el poco uso de agua por parte de la planta.

El agua de lluvia también se puede utilizar limpiar la casa, las aceras e incluso el automóvil. Al utilizar agua potable para estos fines, se desperdicia mucha agua de calidad. Se estima que, al lavar una acera con la manguera durante 15 minutos, por ejemplo, una persona promedio utiliza 279 litros de agua. Al usar un balde con agua de lluvia, una persona aprovecha un recurso que de otro modo se perdería y aun así ahorra agua tratada.

Además de los ejemplos anteriores, el agua de lluvia también se puede utilizar para limpiar espacios domésticos. En algunos hogares, incluso, las personas utilizan sistemas en los que esta agua se utiliza para descargar los inodoros, lo que genera un gran ahorro.

En la Comisión Estatal del Agua (Ceagua) , reconocemos los beneficios de acumular y aprovechar el agua de lluvia.  Ya en diversas áreas de nuestro estado, la sequía es tan extrema y el agua que se encuentra es tan insalubre que la alternativa fue crear formas de utilizar el agua de lluvia para el consumo humano. En estos lugares, el agua se almacena en cisternas y se somete a procesos sencillos de tratamiento (filtración y cloración) para que pueda ser utilizada para beber.

Los pasos básicos de tratamiento a los que debe someterse el agua son: filtración (para eliminar material sólido), desinfección (para eliminar microorganismos) y fluoración (adición de flúor para prevenir la caries).

De esta forma, aprovechar el agua de lluvia es bastante simple y ahorra una gran cantidad de agua tratada, siendo una excelente manera de ayudar a reducir los impactos de la crisis del agua. Además, el uso de esta agua ayuda a reducir las inundaciones, ya que se capta y no se acumula en el suelo impermeable de los grandes centros urbanos.

La pregunta más recurrente es: ¿Debemos beber agua de lluvia? La respuesta a esa pregunta es que debemos evitarlo sin antes potabilizarla. Tomar agua de lluvia no es una de las mejores opciones por una simple razón: es un líquido contaminado, es decir, contiene sustancias tóxicas y contaminantes.

Como se mencionó anteriormente, existen sustancias tóxicas y contaminantes en el agua de lluvia, como ácidos, hollín, bacterias y otros agentes infecciosos, que pueden dañar la salud de un individuo a mediano o largo plazo.

Además de ácidos, el agua de lluvia absorbe  gases, como el gas amonio, así como polvo y otros materiales que encuentra al caer. Es evidente que la cantidad de materiales contaminantes, tóxicos y contaminantes es mayor en las grandes ciudades.

Es paradójico saber que si bien, no podemos tomar agua de lluvia, es  buena para las plantas. Basta recordar que  la hierba se vuelve verde después de un período de lluvia, si las plantas crecen tan rápido, ¿por qué no podemos beber esta agua también?

La explicación de esto es que las plantas no sufren tanto por la presencia de contaminantes y contaminantes presentes en la lluvia porque, al caer al suelo, el agua se filtra y solo entonces es absorbida por las raíces de las plantas. De esta forma, absorben agua con un grado de pureza mucho mayor.

Las lluvias que caen en las regiones rurales, alejadas de las grandes ciudades, tienen un potencial de contaminación mucho menor porque tienen un nivel de contaminación más bajo. Sin embargo, debemos evitar entrar en contacto directo con el agua que corre por los canalones, ya que estos objetos, al estar sucios, pueden presentar agentes contaminantes.

Ya sea en el campo o en la ciudad, siempre es interesante realizar el tratamiento del agua de lluvia antes de utilizarla. Este tratamiento se puede realizar en casa o en la planta potabilizadora de agua local. Es importante aclarar  que la captación de agua para la planta de tratamiento es más compleja.

De igual manera, es de importancia recordar que el agua potable es un bien valioso que merece atención no solo de los gobiernos. Cada persona, al desperdiciar agua en su hogar o contaminar un río, por ejemplo, está contribuyendo a la reducción de la cantidad de agua potable. Hacer nuestra parte es garantizar la calidad de vida de nuestra generación y de las generaciones futuras.