La Loma en Mazatepec

Opinión

La tradicional Feria de La Loma, también conocida como la Feria del Quinto Viernes de Cuaresma, en el municipio de Mazatepec. Este 2022 volvió a celebrarse, reactivo su economía en el comercio local, donde los artesanos que año con año participan regresaron. Después de dos años suspendida por pandemia del Covid-19

La Feria “la del Calvario” recibió a los peregrinos quienes llegaron a pie, en bicicleta, caminos, autos particulares, pero con la fe de siempre, mirar la imagen de Cristo Aparecido sobre la roca.

Cuando llegué a la feria por la mañana, aún el tráfico estaba tranquilo el acceso a la loma, conforme comencé a caminar encontré los tradicionales puestos de artesanía, fruta, utensilios de barro, dulces típicos, entre otros. El calor comenzaba a subir de temperatura, pero la fe de los visitantes es mayor al cambio climático que vivimos.

Volver a oír, los gritos de los artesanos ofreciendo sus piezas talladas en madera, tejidas con palma, moldeadas con barro y, sobre todo encontrarte la gastronomía de la región, los tlacoyos de haba, frijol, requesón; los tacos de canasta: verdolagas, huevo con chile, frijol, nopales, entre toda una variedad de guisos; los tamales de pescado, una vez más oler la comida tradicional de Morelos.

La historia se platica, el Señor del Calvario se apareció en una vieja pared, a raíz de un hecho milagros en el año de 1826, el 28 de enero de 1850 los habitantes de Mazatepec, Morelos., empezaron a construir el templo, siendo cura el presbítero Ignacio Moreno, bajo la orden de los dominicos.

La construcción se realizó con los señores que regresaban de la siembra, traían unas piedras del campo que, sumadas a las que tenía la pirámide se concluyó. Las mujeres subían con bandejas de agua del río sobre su cabeza por una vereda que hoy es la calle Matamoros y también, la arena. En 1857 terminaron la construcción, guía los frailes dominicos.

La iglesia le pusieron el Calvario, porque el cerro donde está ubicada tiene parecido al del Calvario allá en el Gólgota. Dedicada al Cristo aparecido, cuentan los abuelos que la feria ya se hacía desde antes de la aparición de la imagen, la Loma era un centro regional de mercadero donde llegaban de varios lados a intercambiar sus productos.  El clero por medio del sacerdote daba el visto bueno a quienes les correspondía organizar la feria, por medio de la “junta ciudadana” donde acordaban con la autoridad en turno para que esta pagara las “funciones eclesiásticas” era el arreglo del terreno.

La feria era de cuatro días, del jueves al domingo, pero en 1907 ya duraba seis días. La feria beneficia económicamente a los habitantes, los peregrinos requirieron pastura para sus animales de carga, flores y velas para el Santito y alimentos. Los peregrinos llegan agotados, pero felices de estar un año más frente a la imagen, miles de personas se quedan a dormir aún costado de la iglesia, en terrenos baldíos y en casas particulares. Los mayordomos se organizan del atrio hacia dentro, se dividen en comisiones para mantener la feria en orden.

Entorno a la imagen, existen varias leyendas, cuentan que vivó un hombre muy rico y celoso de apellido Arriaga, su mujer tenía un hermano flojo y borracho, la mujer le decía a su hermano que ya no quería verlo perdiendo el tiempo en la casa; el hermano consiguió trabajo en el cacahuate que sembraban en la Loma, la hermana le ofrecía llevarle la comida, pero la gente le contó a su marido que la veían subir diario. Este hombre celoso la esperó al pie de un amate donde empezaba la barranca y le dijo: “así te quería encontrar ¿dónde fuiste?, la mujer temerosa le contestó: ¡a llevarle flores al santito! ¡Haber enséñame! Y vio las flores que ratito antes era comida, fueron a ver al señor aparecido de donde salió un venado corriendo y al ver al Cristo crucificado el marido rico se arrepintió y prometió construirle su iglesia, esto sucedió el 14 de septiembre de 1826.

Una mujer heredera de la tradición indígena, según cuentan: cuando los españoles lograron dominación de los mexicanos y los tlahuicas de Cuernavaca recorrieron estas tierras, se encontraron en los teocalis de Mazatepec a un grupo de sacerdotes jerarcas sobrevivientes de su pueblo que fueron transmisores de su tradición y costumbres de padres a hijos de llevar ofrendas al teocalli, a pesar de las prohibiciones de los frailes, las ofrendas contenían, incienso, flores y comida.

En otro relato se cuenta: durante la Revolución llegaron los federales a atacar al pueblo, pero subieron por los Clavellinos y pasaron entre las dos iglesias, el Cristo aparecido les hizo mirar grandes llamaradas con torvas y ruidos que estos huyeron asustados.

La tradición oral en el pueblo de Mazatepec no dejará que la feria pierda identidad morelense, comentan que la imagen la han querido retocar y bota la pintura y si se descascara debajo trae más color.

Para quienes deseen visitar la feria, en la parte de atrás de la iglesia aún se pueden ver vestigios de la pirámide. La tradición de su comida la ofrecen en los tlecuiles que la misma gente construyo cerca de la iglesia. El cronista Armando Toledo García, gran amigo me comparte parte de la información.