Jueces corruptos, percepción de la sociedad, con 66%: INEGI
La percepción de que los jueces son corruptos ha permeado más en la sociedad, incluso por encima de la que se tiene sobre la Fiscalía General, la Policía Estatal o las municipales, revela la encuesta 2024 del Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) en materia de percepción de corrupción entre las autoridades. Y en el caso Morelos, el problema se agudiza con la cuestionada "elección" de jueces incondicionales a Jorge Gamboa Olea.
El 66 por ciento de los encuestados considera que los jueces son corruptos, y en esta percepción solo son superados por los agentes de Tránsito, que alcanzan casi el 74 por ciento. Y mientras las argumentaciones de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial Federal giran en torno a que, de cara a la reforma ya en marcha, debieran corregirse las deficiencias en fiscalías y cuerpos policíacos, la gente ubica más el problema de justicia, precisamente, en la corrupción de los jueces.
En el caso del Poder Judicial de Morelos, cuestionado por la prolongación de mandato de Jorge Gamboa Olea como presidente del Tribunal de Justicia, la reciente "selección" a modo de al menos once jueces incondicionales al grupo que encabeza, pone aún más en tela de juicio su desempeño.
La percepción de la sociedad, en el caso de las Fiscalías estatales, es de más del 62 por ciento, considerando que sus niveles de corrupción también constituyen parte del problema, porque no se persiguen los delitos y la gente prefiere no denunciar.
En el caso de los elementos de las policías estatales, así como las municipales, que son las responsables de la prevención del delito, así como de acudir en auxilio en caso de incidentes delictivos, la percepción es de más del 62 y 64 por ciento, respectivamente.
Tratándose de Morelos, no es solo la amañada elección de jueces lo que aumenta la percepción de sectores sociales en torno a la corrupción de los juzgadores, sino también sus sentencias, particularmente en perjuicio de víctimas o sus familias, que luchan contra la violencia vicaria y feminicidios, entre otros, que ya han definido la conformación de un colectivo que los aglutine como víctimas de los fallos del Tribunal Superior de Justicia.
La actitud de Gamboa Olea al frente del TSJ, que los magistrados califican de soberbia y de defensa de intereses tanto personales como de grupo, y ahora con la imposición de jueces incondicionales, es lo que ha merecido el descrédito de los juzgadores, provocando incluso el malestar social, porque los casos de violencia vicaria con fallo a favor del agresor o la posible reducción de sentencias a los culpables de feminicidios, constituyen una muestra de que la “justicia” que imparte el titular del Poder Judicial en Morelos está a subasta del mejor postor, como lo evidencian las denuncias de los propios jueces, víctimas de sus presiones.
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